Los sacerdotes Jesús Silva, Antonio María Doménech y Patxi Bronchalo no tienen pelos en la lengua
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Los sacerdotes de Red de Redes: Jesús Silva, Antonio María Domenech y Patxi Bronchalo. Dominio público |
¿Hay vida después de la muerte?
“Hoy
que se habla tanto de zombis y espectros, y que tanta gente conecta con energías
o se funde en el absoluto, creo que es interesante dar una perspectiva racional y católica”, comienza
Silva. En esta línea, los tres sacerdotes arrancan planteando el tema desde la
razón. “Nuestra experiencia del mundo, nuestros deseos, nos hablan de la vida
eterna: del mismo modo que tienes sed porque existe el agua, deseas vivir y
amar para siempre por la vida eterna”, reflexiona Bronchalo, e ironiza:
“¡Tienes deseo de cielo,
no de reencarnarte en una encina!”.
“Y
también hay un deseo de justicia:
uno ve que en este mundo a los malos les va bien y a los buenos, mal, pero el
corazón pide lo contrario”, señala Silva, y añade que todas esas intuiciones
racionales se han ido respondiendo de distinto modo en las distintas
religiones, pero el cristianismo es distinto: “Somos una religión revelada; tenemos a
alguien que ha venido después de morir, que es Jesucristo”.
“Cristo
–añade el sacerdote– viene a dar la verdadera respuesta al gran interrogante
del hombre: Dios no es un caprichoso, la muerte no es solamente un misterio y
lo que hay después no es
una especie de cosa ignota, porque Él nos ha dicho claramente que nos va a
preparar sitio”. Doménech celebra que la vida eterna sea “una tierra nueva y un
cielo nuevo”, como se dice en el Apocalipsis: “Lo creo firmemente y estoy deseando ir”, asegura.
¿Cómo es el cielo?
“¿Os
habéis fijado en las frases hechas de los velatorios? ‘Es ley de vida’, ‘allá
donde esté’... En realidad no significan nada: lo único que consuela realmente
en el momento final es Jesucristo”, asegura Doménech. “Estamos hechos para
estar con el Señor, para
verlo cara a cara: los instantes en los que saboreamos aquí esa gloria nos
muestran que esta vida es el inicio de otra que no termina nunca”, añade
Bronchalo.
Pero,
¿cómo es el cielo? En el Evangelio, Jesús usa algunas imágenes para hablar del
cielo –un lugar con muchas estancias, un banquete–, y San Pablo lo describe como aquello que “ni ojo vio, ni
oído oyó”. Tampoco místicos como Santa
Faustina Kowalska lo pueden describir. “Es la saciedad total y
absoluta de todos nuestros deseos y anhelos, un amor eterno; ir penetrando
constantemente en la esencia divina”, esboza Silva.
¿Qué es el purgatorio?
“Muerte,
juicio, infierno y gloria ten cristiano en la memoria”. Doménech
cita este antiguo refrán misionero para empezar a explicar el purgatorio, y
Silva apunta, catequético, que “el alma va al purgatorio cuando no ha habido un
arrepentimiento total, o perfecto, de las culpas, y necesita cierta purificación antes de
entrar en el cielo”. El sacerdote señala que el mismo anhelo de estar con Dios
purifica a las almas del residuo de la culpa que les queda.
“Si
vas al purgatorio, ya estás salvado, sabes que estarás con Dios cuando Él
quiera”, añade Doménech, y señala que “las almas del purgatorio quedan a
expensas de las misas,
oraciones y sacrificios que se les dediquen”. “Es la oración más recompensada, porque si
alguien sale del purgatorio por tu oración, te estará esperando en la puerta
del cielo para sacarte a
ti”, añade.
¿Existe el infierno?
Los
tres sacerdotes son categóricos: “Se puede ir al infierno, y hoy en día hay que
recordarlo”. Doménech compara ignorar el infierno con alguien que dijese: “Yo
no creo en los ladrones”, y luego se sorprendiese cuando alguien desvalijase su
casa. “Esas personas que no creen en el infierno, o que creen que está vacío
porque Dios es misericordioso, y les da igual si es justo o no… cuidado, porque
la fe no es un self-service ni
está de rebajas: o se
tiene entera o no se tiene”, asegura, y advierte de que la posibilidad de
ir al infierno es una consecuencia de los pecados mortales.
Bronchalo
cita la imagen bíblica del infierno como un lugar de fuego eterno, donde arden
los gusanos, pero no se queman, y Silva señala que “el infierno no es un
castigo, sino una elección personal”, del mismo modo que el cielo tampoco es un
premio, sino “un don”. “La elección del infierno se toma en cada elección
particular entre el bien y
el mal, entre arrepentirse y no arrepentirse”, advierte Silva, que cita a San Agustín: “Dios, que te
creó sin ti, no te salvará sin ti".
Los
tres sacerdotes insisten en la importancia de la libertad y la responsabilidad.
Silva lamenta, en esta línea que, si los cristianos no nos tomamos esto en
serio, si no rezamos por
la salvación de las almas y no evangelizamos, “podemos estar pecando de
omisión”. Insiste: “Hay vida después de la muerte, y hay que tomársela en
serio, es urgente”
Algunas recomendaciones
El episodio concluye, como es habitual, con algunas recomendaciones. Antonio María Doménech recomienda conocer más sobre los tres pastorcitos de Fátima: Francisco, Jacinta y Lucía, porque invitan “a que recemos por los pecadores, para que nos convirtamos”. Patxi Bronchalo recomienda leer Escatología. La muerte y la vida eterna, de Joseph Ratzinger, para formarse más sobre estos temas, y Jesús Silva, ver la película Resucitado, dirigida por Kevin Reynolds, porque habla del Cristo resucitado.
ACdP / La Antorcha
Fuente: Religión en Libertad