En el Credo de los Apóstoles, los católicos profesamos que Jesús luego de morir, “descendió a los infiernos”. ¿Qué sucedió en ese momento? Una gran beata mística tuvo una visión y esto fue lo que “se le reveló”
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Crédito: Dominio Público - Wikimedia Commons / Crédito: Dirk Ingo Franke (CC BY 3.0) - Wikimedia Commons |
Cabe precisar que lo que la Beata
Ana Catalina Emmerick (1774-1824) contó sobre este hecho no es dogma
de fe.
En la web de santos corazones.org, administrado por las Siervas de los
Corazones Traspasados de Jesús y María, se dan algunos extractos de las
visiones. La Beata Emmerick señala que cuando Jesús murió en la cruz, vio que
el alma del Señor, en forma luminosa, entró en la tierra. Lo acompañaban el
Arcángel Gabriel y muchos otros ángeles.
En un lugar especial, que
describe como tres mundos, estaban los patriarcas que precedieron a Abraham y,
en otra parte, los que vivieron desde Abraham hasta San Juan Bautista. Jesús
era llevado triunfante por los ángeles y se dirigió hasta donde estaban Adán y
Eva. De acuerdo a la visión, Cristo conversó con “los primeros padres” y ellos
lo adoraron felices.
Según el relato de la beata, el
Señor fue luego a ver a los patriarcas antes de Abraham, quienes tenían poco
conocimiento del Mesías. Los ángeles mandaron a abrir las puertas y los malos
espíritus que atormentaban a algunos de ellos fueron encadenados. Cristo se dio
a conocer ante las almas de este lugar y lo alabaron.
Luego todos ellos se fueron con
Jesús al lugar de Abraham. Allí se mostró ante los santos de Israel, entre
ellos los patriarcas, jueces, reyes, profetas y Moisés. Asimismo, Cristo vio a
sus parientes: Joaquín, Ana, José, Zacarías, Isabel y Juan. La felicidad se
tornó indescriptible.
Después, indica la beata vidente,
toda esa gran multitud se fue con Cristo a la zona de los “paganos piadosos”,
quienes tuvieron “un presentimiento de la verdad y la desearon”. Estaban junto
a malos espíritus quienes los habían engañado con ídolos. Entonces, aquellas
almas adoraron al Señor.
Posteriormente, continúa el
relato, Jesús puso un rostro severo y se fue al abismo del infierno, donde
reina la ira, la desesperación, la injuria, el sufrimiento, el disgusto y el
terror. Ejércitos enteros de demonios fueron arrojados en este lugar. Además,
todos los enemigos tuvieron que adorar a Cristo con mucho suplicio. Lucifer
terminó encadenado en el centro del infierno.
La Beata Emmerick concluye este
relato señalando que vio a muchas almas salir del purgatorio e ir al cielo.
También dice que Cristo fue a diversos lugares, como liberando a toda la
creación, mientras que los demonios huían y se iban al abismo.
Además, cuenta que Jesús fue al
sepulcro de Adán, que quedaría debajo del Gólgota, lugar donde se elevó la
Cruz. Asimismo, observó que Cristo explicó con cariño el cumplimiento de la ley
a las almas de muchos profetas y del rey David.
Lo que enseña el Catecismo
El Catecismo de la Iglesia
Católica, entre sus numerales 631 y 637 explica lo que quiere decir que
Jesús bajó a los infiernos y que guarda cierta relación con lo contado por la
Beata Emmerick.
En resumen, el Catecismo señala
que “Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada
de los muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido”.
Por Abel Camasca
Fuente: ACI Prensa