A través de sus homilías, audiencias, discursos, el papa Benedicto XVI ha ofrecido consejos muy concretos que aplicar en la vida diaria para acercarse a Cristo
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Lejos de la imagen del teólogo
desconectado de las realidades de la vida, Benedicto XVI tuvo
una percepción muy clara de las dificultades que aparecen a diario para poder
encontrarse con Cristo. En una homilía de Adviento de 2009, señaló:
«Todos experimentamos que tenemos
poco tiempo para el Señor y también poco tiempo para nosotros. Acabamos
dejándonos absorber por el «hacer».
¿Quién no ha experimentado
períodos en los que la cantidad de cosas por hacer nos abruma y en los que
ya no tenemos tiempo ni disponibilidad mental para lo esencial?
¿Qué es lo esencial? Para
Benedicto XVI, es el encuentro con Cristo.
«Al comienzo de ser cristiano no
hay una decisión ética o alguna gran idea, sino el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona que da a la vida una nueva perspectiva y por
tanto una orientación decisiva«, escribió en su primera encíclica, Deus caritas est.
La fe es ante todo una relación,
un encuentro con Dios. La nueva perspectiva es llegar a ser santo.
Y es frecuentando
regularmente a Cristo, dejándose «contaminar» por su amor, como se avanza en el
camino de la santidad:
«En cuanto te haces amigo de
Dios, todo empieza a cambiar en tu vida. Cuando llegas a conocerlo mejor,
descubres que quieres que tu vida refleje algo de su bondad infinita».
Discurso en la Universidad de
Twickenham, Reino Unido, 17 de septiembre de 2010
Y para hacerse amigo de Dios,
Benedicto XVI recomienda unos consejos totalmente accesibles y fáciles de
implementar.
1. DOS VECES AL DÍA, TEN UN BREVE
CONTACTO CON DIOS
Cualquier relación muere si no se
nutre. Esto es así en la pareja, en la familia, en la amistad, pero
también con el Señor. Por eso Benedicto XVI dijo: «No se debe comenzar ni terminar un día sin tener al
menos un breve contacto con Dios». ¡Un simple «contacto»! No
necesariamente una oración, pues, sino un pensamiento, un impulso del corazón,
una palabra de alabanza o de agradecimiento, al principio y al final del día.
2. CADA MAÑANA, GRACIAS AL SEÑOR
POR EL DON DE LA FE
Durante su última audiencia
general el 27 de febrero de 2013, Benedicto XVI compartió una hermosa y
breve oración y animó a rezarla todos los días por la mañana para expresar el
amor al Señor y agradecerle el don de la fe. Es esta: «Te adoro Dios mío y
te amo con todo mi corazón. Te agradezco por haberme creado, hecho
cristiano«. Para Benedicto XVI, el don de la fe es «el bien más preciado,
¡que nadie nos puede quitar!».
3. TODOS LOS DÍAS, ENCUENTRA UNA
OCASIÓN PARA REGOCIJARTE
«La aspiración a la alegría está
impresa en el corazón del hombre”, dijo Benedicto XVI con motivo de la 27ª Jornada
Mundial de la Juventud en 2012. No satisfacciones inmediatas y
fugaces, sino «el gozo profundo, perfecto y duradero que puede dar ‘gusto’ a la
existencia». Para saborearlo, todavía tenemos que identificar las alegrías
sencillas que el Señor nos ofrece. Benedicto XVI da algunas ocasiones para
alegrarse: la alegría de vivir, la alegría ante la belleza de la naturaleza,
la alegría del trabajo bien hecho, la alegría del servicio, la
alegría del amor sincero y puro. «Y si prestamos atención, hay muchos
otros motivos para alegrarse: los buenos momentos de la vida familiar,
la amistad compartida, el descubrimiento de las propias
capacidades personales y de los propios éxitos, los elogios recibidos
de los demás, la capacidad de expresarse y de sentirse comprendido, el
sentimiento de ser útil a los demás«.
4. CADA DOMINGO, ENCUENTRO CON
CRISTO EN LA EUCARISTÍA
«El pan que yo le voy a dar, es
mi carne por la vida del mundo» (Jn 6,51). Promesa del mismo Cristo, toda celebración
eucarística actualiza sacramentalmente el don que Jesús hizo de su
vida. Por eso, para Benedicto XVI, «es fundamental no dejar pasar nunca un
domingo sin un encuentro con Cristo Resucitado en la Eucaristía; esto no
es un peso extra, sino una luz para toda la semana«.
5. TODOS LOS DÍAS, NOTA UNA SEÑAL
DE DIOS
Benedicto XVI habló en 2009 de la
idea de bullet journal, un diario en el que anotar las señales que
Dios nos envía. Se trata de tomar conciencia y registrar cuán atento está
Dios a cada una de sus criaturas y cuánto nos ama. «Los acontecimientos de
cada día son gestos que Dios nos dirige, signos de su atención por cada uno de
nosotros. ¡Cuán a menudo nos hace percibir Dios un poco de su amor! Escribir
—por decirlo así— un «diario interior» de este amor sería una tarea hermosa y
saludable para nuestra vida«, invitó.
6. CONTEMPLA OBRAS DE ARTE
Músico y melómano, Benedicto XVI
experimentó la belleza que lleva a Dios. Confiesa, en una audiencia general
en agosto de 2011, cuánto le había conmovido un concierto de Bach, en
Munich: «Al concluir el último fragmento, en una de las Cantatas, sentí,
no por razonamiento, sino en lo más profundo del corazón, que lo que había
escuchado me había transmitido verdad, verdad del sumo compositor, y me
impulsaba a dar gracias a Dios.» La via pulchritudinis, el
«camino de la belleza», es uno de los que pueden conducir a Dios y ayudarnos a
encontrarlo.
Una pieza de música sacra a
través de la cual «nuestra alma habla más fácilmente con Dios»
«Hay expresiones artísticas que
son verdaderos caminos hacia Dios, la Belleza Suprema, y que incluso ayudan a
crecer en nuestra relación con Él, en la oración», afirma Benedicto
XVI. «Estas son las obras que nacen de la fe y que expresan la fe». A
nosotros nos toca levantar la mirada hacia las catedrales que «atraen hacia
arriba nuestra mirada y nuestro espíritu», o escuchar una pieza de música sacra
a través de la cual «nuestra alma habla más fácilmente con Dios».
7. TOMAR EL LADO DIVERTIDO DE LA
VIDA
En una entrevista bastante personal con vistas a la
preparación de su viaje apostólico a Baviera en septiembre de 2006, Benedicto
XVI subrayó la importancia de no tomarse demasiado en serio y de saber saborear
las pequeñas alegrías de la vida: «No soy el tipo de hombre que siempre tiene
una historia divertida que contar. Pero creo que es muy importante saber recoger
el lado divertido de la vida y su dimensión alegre y no tomárselo todo
trágicamente». Y para concluir: «Un escritor dijo que los ángeles pueden
volar porque no se toman a sí mismos demasiado en serio. Y nosotros,
quizás podríamos volar un poco más, si no nos diéramos siempre grandes aires».
8. INVOCAR MÁS A LOS SANTOS
Benedicto XVI tenía una gran
devoción y una gran confianza en los santos, «aquellos hombres y mujeres que
con su fe, con su caridad, con su vida han sido faros para tantas generaciones,
y lo son también para nosotros», aseguró. Desde la misa inaugural de su
pontificado, el 24 de abril de 2005, se confió a la gran cohorte de los santos:
«La tropa de los santos de Dios me protege, me sostiene y me lleva». E
invita a todos los bautizados a hacer lo mismo, y más precisamente a «seguir su
ejemplo, recurrir a su intercesión, entrar en comunión con ellos». Porque,
cita, «la comunidad con los santos nos une a Cristo de quien brotan, como de su
fuente y de su cabeza, todas las gracias y la vida del mismo Pueblo de Dios» (Lumen gentium).
9. TOMARSE UN TIEMPO DE SILENCIO
A pesar del frenesí de la vida, Benedicto XVI nos invita a tener tiempos regulares de silencio, un camino real para encontrar a Dios, un espacio para dejar hablar «la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento», un tiempo imprescindible «para discernir lo importante de lo inútil o accidental». «No hay por qué sorprenderse de que, en las diferentes tradiciones religiosas, la soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las personas no sólo a encontrarse a sí mismas, sino también a encontrar la Verdad que da sentido a todas las cosas», señaló en su mensaje para la 46ª Jornada Mundial de las Comunicaciones en mayo de 2012. «Si Dios habla al hombre también en el silencio, así el hombre descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios».
Mathilde
De Robien
Fuente: Aleteia






