Durante el rezo regina coeli ha pedido ayuda humanitaria para los afectados por el ciclón Mocha entre Myanmar y Bangladesh
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Unas 15.000 personas han acompañado al Papa este domingo durante el Regina Coeli. Foto: Vatican Media |
Tras presidir la celebración
por la
solemnidad de Pentecostés, el Papa no ha faltado a su cita con fieles y
peregrinos de todo el mundo para rezar juntos el regina coeli. En su catequesis
previa a la oración mariana, ha reflexionado sobre cómo el Espíritu Santo es
capaz de liberar del miedo.
Primero ha evocado la venida del
Espíritu sobre los apóstoles invadidos por la angustia que los mantenía
encerrados y escondidos. «La muerte de Jesús les había desanimado, sus sueños
se habían hecho añicos, sus esperanzas se habían desvanecido. Y se habían
encerrado», ha dicho Francisco asegurando que esto mismo puede suceder a
cualquier persona. «¿Cuántas veces, por alguna situación difícil, por algún
problema personal o familiar, por el sufrimiento que padecemos o por el mal que
respiramos a nuestro alrededor, corremos el riesgo de caer poco a poco en la
pérdida de la esperanza y nos falta el valor para seguir adelante?», se ha
preguntado el Papa. En ese tipo de circunstancias, tendemos a encerrarnos en
nosotros mismos y ese encerrarse se produce porque el miedo nos controla.
«Donde hay miedo, hay cerrazón»
El Pontífice también ha dicho que
el miedo nos bloquea, paraliza y nos aísla: «Pensemos en el miedo hacia el
otro, al extranjero, al diferente y al que piensa distinto. E incluso puede
haber miedo a Dios: a que me castigue, a que se enfade conmigo… Si damos
espacio a estos falsos miedos, se cierran las puertas: las del corazón, las de
la sociedad, ¡e incluso las puertas de la Iglesia! Donde hay miedo, hay
cerrazón. Y eso no está bien».
Pero hay un antídoto a ese miedo
y es el Espíritu Santo. El ejemplo de su efecto que ha propuesto el Papa es el
de los propios apóstoles que cuando reciben el Espíritu salen al mundo para
proclamar el Evangelio. Porque el Espíritu Santo abre puertas, «nos hace sentir
la cercanía de Dios y así su amor echa fuera el temor, ilumina el camino,
consuela y sostiene en la adversidad». Por ello, Francisco ha invitado a
invocar el Espíritu Santo para cada uno, para la Iglesia y para el mundo
entero, «para que un nuevo Pentecostés ahuyente los miedos que nos asaltan y
reavive el fuego del amor de Dios».
Por solidaridad humana y eclesial
Tras el rezo de la oración
mariana, Francisco ha recordado especialmente la situación de calamidad
provocada por el
ciclón Mocha entre Myanmar y
Bangladesh. La tormenta ha golpeado especialmente los campos de refugiados de
los rohinyá. El Papa ha lamentado las devastadoras consecuencias del fenómeno
y, sobre todo, ha pedido a las autoridades que favorezcan el acceso a la ayuda
humanitaria, «por sentido de solidaridad humana y eclesial para socorrer a
estos hermanos y hermanas». Tampoco este domingo el Papa se ha olvidado
del «martirizado
pueblo ucraniano» y de todos aquellos pueblos que anhelan la paz.
Ángeles Conde Mir
Fuente: Alfa y Omega