23 – Mayo. Lunes de la VII semana de Pascua
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Evangelio según
san Juan 17, 1-11a
Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He
manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y
tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que
todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las
palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido
verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te
ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque
son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido
glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo,
mientras yo voy a ti.
Comentario
Al dirigirse al
Padre, Jesús se refiere a sus discípulos como aquellos que “han guardado” la
palabra de Dios (cfr. Juan 17, 6). En efecto, hacía ya tres años que los
apóstoles habían empezado a oír las palabras divinas que venían de los labios
de Jesús. «Sobre tu palabra echaré las redes» (Lucas 5,5) le dijo un día Pedro
a Jesús, y gracias a esa confianza milagrosamente pudo sacar sus redes repletas
de peces. Los apóstoles habían sido atraídos hacia el Maestro por la fuerza de
su palabra y así se les abrió un mundo nuevo, lleno de esperanza.
Nosotros
también queremos ser de esos que guardan la palabra de Dios. Aquellos que no se
conforman con una visión superficial del mundo, del hombre y su destino.
Cuidamos la palabra cuando meditamos sobre ella en nuestra oración personal y
nos preguntamos: ¿qué me quiere decir Jesús con el pasaje de la Misa de hoy?
¿qué me dice con ese comentario que me hizo un amigo y que no me dejó
indiferente? ¿qué me sugiere a través de las oportunidades y problemas que
encuentro en mi familia?
Las palabras de
Jesús también nos cuidan. Si dejamos que crezcan en nuestro corazón se
convierten en un árbol cuya sombra nos ofrece refugio y descanso. Cada uno
puede tener un elenco de frases de la Escritura que le gustan especialmente:
frases de los Salmos, de los Evangelios, de las cartas de san Pablo, etc. Esas
frases nos sirven para hacer nuestra oración personal, recobrar ánimo en medio
de las dificultades, pedir luz para juzgar problemas, etc.
Si guardamos
las palabras de Jesús podemos permanecer en el mundo sin miedo, porque sabemos
que todo fue hecho por Él mismo, el Verbo Divino. Nos damos cuenta de que todo
tiene un sentido, y que nuestro camino se dirige hacia «la libertad gloriosa de
los hijos de Dios» (Romanos 8,21).
Rodolfo Valdés