En su mensaje con ocasión de la celebración de la Ascensión del Señor, Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba (España), aseguró que esto nos muestra cuál es “nuestra casa definitiva”
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Fragmento de fresco de Gebhard Fugel sobre la Ascensión del Señor. |
Mons. Fernández señaló que “la fiesta de la ascensión del Señor a los
cielos marca un hito en la historia de la primera comunidad y de la Iglesia de
todos los tiempos”.
“Jesucristo resucitado se hizo
presente a los discípulos de múltiples maneras para cerciorarles de su resurrección”,
recordó, y añadió: “A los cuarenta días de su resurrección los reunió y delante
de ellos ascendió al cielo, marcándoles la hoja de ruta”.
El prelado español indicó que
“por un lado, él sube a los cielos, a la casa del Padre, a su casa desde donde
vendrá de nuevo glorioso al final de los tiempos para llevarnos con él”.
“Y por otra parte, encarga a su
Iglesia la misión de ir al mundo entero y hacer discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y
enseñándoles a guardar todo lo que él nos ha enseñado”.
El Obispo de Córdoba subrayó
luego que “la ascensión de Jesucristo al cielo nos señala a todos cuál es
la meta de nuestra vida, el cielo”.
“No tenemos morada permanente
aquí en la tierra, por mucho que queramos afincarnos, por muy buena casa que
nos construyamos. Nuestra casa definitiva es el cielo”, resaltó.
“Por eso, mirar al cielo, desear
el cielo, esperar el cielo son actitudes propias de quien mira a Jesús en la
fiesta de hoy, que nos ha abierto el camino”, dijo.
Mientras que “el marxismo dice
que la mirada al cielo nos ‘aliena’, nos desentiende de la tierra, de los
problemas de la historia, del compromiso por transformarla”, el prelado resaltó
que “no es así”, pues “los santos son los que más y mejor han transformado la
historia y ellos han tenido su corazón en el cielo y los pies muy en la
tierra para llenarla del amor de Dios”.
Para Mons. Fernández, “no crecerá
nuestro compromiso con los problemas de este mundo porque nos desentendamos del
cielo. Al contrario, la esperanza firme de la vida eterna en el cielo nos da
una fortaleza mayor que cualquier motivación terrena a la hora de transformar
este mundo para llenarlo de amor”.
Además, resaltó, “la ascensión de
Jesús al cielo pone a la Iglesia en estado de misión. El mandato misionero está
dirigido a toda la Iglesia, a todos los cristianos”.
“No se trata de proselitismo, ni
de comer el coco a nadie. Se trata de anunciar con valentía y entusiasmo
nuestro encuentro con el Señor y ser testigo de ello ante nuestros
contemporáneos”, precisó.
Por David Ramos
Fuente: ACI Prensa