Artem es uno de los miles de menores ucranianos que han sido deportados a Rusia. Y es uno de los 96 que ha rescatado la ONG Save Ukraine. Pero aún quedan otros 19.393 niños sin volver a casa
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| Natalya posa con su hijo después de recuperarlo de las autoridades rusas. Foto: Save Ukraine |
«Mamá, ven a buscarme». A Natalya le dio un vuelco el
corazón. Llevaba semanas sin saber nada de su hijo Artem, de 15 años, desde que
un día de septiembre viajó solo desde su aldea al colegio, en Kupyansk
(Járkov). Soldados rusos lo habían subido a camiones militares con 14
compañeros, el más pequeño de 7 años. Los llevaron a territorio ocupado. Un
día, logró que el director de su colegio le dejara el móvil y llamó a casa.
Natalia le prometió que iría en cuanto pudiera, pero no sabía cómo iba a poder
cruzar el frente sola. La misma incertidumbre invadió a Denys y su mujer, de
Jersón, cuando sus hijos Dayana, Yana y Nikita no volvieron del campamento al
que los habían enviado. Son algunos de los 96 niños ucranianos llevados a Rusia
o los territorios que controla y que la ONG Save Ukraine ha ayudado a
recuperar.
Un mundo para sus familias, pero una gota en el océano
de los 19.393 menores que, según el Gobierno ucraniano, han sido deportados. Su
Oficina Nacional de Información no ha respondido a este semanario sobre si son
únicamente niños solos o también evacuados con
sus padres. Varios miles son huérfanos, seguramente destinados a la adopción.
Es uno de los motivos por los que en marzo la Corte Penal Internacional emitió
una orden de arresto por crímenes de guerra contra Vladimir Putin y Maria
Lvova-Belova, comisaria presidencial para los Derechos de los Niños y cabeza de
este entramado.
En cifras
744.000 niños han sido trasladados desde Ucrania, según
las autoridades rusas
350 han sido adoptados y un total de 1.000 están a
la espera
4 meses tiene el más pequeño de
los deportados, según la Universidad de Yale
El Laboratorio de Investigación Humanitaria de la
Facultad de Salud Pública de la Universidad de Yale publicó en febrero un
informe analizando 6.000 casos de niños —de 4 meses a 17 años— trasladados a
Crimea o Rusia. Una parte estaba al cuidado de instituciones ucranianas y
«Rusia los considera huérfanos». Algunos tienen padres, pero «están en
instituciones porque sus familias pasan por circunstancias difíciles». Estos
traslados empezaron días antes de la invasión con 500 niños del Dombás.
La mayoría de los casos, sin embargo, eran menores de
zonas ocupadas llevados a campamentos, a veces en Siberia o en el extremo
oriental de Rusia. A algunas familias les atraía sacar a sus hijos de la guerra
y enviarlos a unas vacaciones pagadas. Otras dudaban, pero aceptaron al
sentirse presionadas por una invitación de los invasores. Les hacían firmar
autorizaciones muy amplias, a veces sin saber a nombre de quién, y hasta les
pedían el certificado de nacimiento de los niños.
Olga Yerokhina, portavoz de Save
Ukraine, explica que los niños cuentan que allí «les enseñaban a la
fuerza» cultura rusa para desucrainizarlos.
«Casi cada día les decían que para sus padres eran unos inútiles, que no había
futuro en Ucrania, y que solo podían tener uno bueno en Rusia». Al tiempo, «los
compraban con ropa, aparatos», y dejándoles hacer lo que querían, algo efectivo
«con los adolescentes». Según el informe de Yale, en algunos campamentos —como
en Chechenia— los chicos recibían adiestramiento militar y aprendían sobre
armas y a «manejar equipamiento militar y conducir camiones».
Vacaciones que
no acaban
Al terminar las vacaciones, muchos
volvían sin más percances. Pero no todos. Sin avisar, el regreso se retrasaba o
se suspendía con el pretexto de la guerra. Por ejemplo, cuando se liberó Járkov
las autoridades rusas retuvieron a 300 niños de la región. «Una madre de Jersón
fue a Crimea a recoger a su hija, solo para descubrir que la habían trasladado»
a Rusia. Además del traslado de niños tutelados y de los campamentos, Yerokhina
enumera que han desaparecido niños «a los que evacuaron de sus colegios; otros
fueron secuestrados», y algunos más estaban en una situación incierta al haber
perdido a sus padres en la guerra.
En algunos casos, Rusia ofrece devolverlos, siempre
que sus padres vayan a recogerlos. Pero los varones no pueden salir del país y
muchas madres no pueden permitírselo. Save Ukraine organiza para ellas
expediciones de miles de kilómetros desde su lugar de origen hasta Kiev, y de
allí a Rusia pasando por Polonia y Bielorrusia. Las ayudan a obtener los
documentos necesarios y les ofrecen atención psicológica y abogados disponibles
las 24 horas durante el rescate. También documentan todo para llevar los casos
ante los tribunales nacionales y la Corte Penal Internacional.
Ucrania
Población:
6,9 millones menores de 15 años
En la guerra:
480 niños muertos y 967 heridos
Desplazados:
1,2 millones de niños
Pero su labor es claramente insuficiente. Lvova-Belova
se ha negado a publicar una lista con todos los niños que custodian las
autoridades rusas, alegando que «si la entregaba, la juzgarían», relata
Yerokhina. Se pregunta «cómo puede alguien confiar en ella». En este contexto,
«damos la bienvenida a cualquier ayuda», asegura sobre la petición que el primer ministro
ucraniano hizo al Papa Francisco el 27 de abril y de la que
este afirmó volviendo de Hungría «creo que se puede conseguir». «Tiene una
autoridad indiscutible», por lo que la portavoz de la ONG sugiere que «podría
proponer la creación de un grupo internacional que llegue hasta nuestros niños
para comprobar su estado». El Gobierno ucraniano tiene la intención de
convocarlo, pero ha sugerido que necesitaría un intermediario. Luego vendrían
las «negociaciones sobre su regreso».
María Martínez López
Fuente: Alfa y Omega






