Mar Dorrio nos presenta a una familia numerosísima con las puertas abiertas: "Nosotros llegamos a la acogida llenos del cariño de nuestros hijos"
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Quiero
presentaros a un matrimonio excepcional, el de José Manuel Trigo y Clara Rosón.
Un matrimonio con diez hijos naturales, que además son familia de acogida. Por
su hogar han pasado hasta seis niños con situaciones difíciles.
Ellos son mis superhéroes en una sociedad a la que cada vez le
cuesta más darse. Superhéroes en dar amor sin recompensa, dispuestos a todo por
hacer la vida más fácil, más amable, y más bonita, a personas que ni siquiera
conocen.
– ¡Muy buenas, Clara! ¿Cómo surge esta
idea? ¿Cómo una familia de diez hijos decide convertirse en familia de acogida?
Pues la decisión de acoger brotó de una chispa por parte de uno de
nuestros hijos. Después de haber perdido yo a dos bebés en dos embarazos muy
seguidos, uno de mis entonces seis hijos comentó: «Como esos dos hermanitos no
llegaron a tener vida, podríamos adoptar».
Pero ése no era el momento, la adopción no entraba en nuestros
cálculos familiares. De hecho, a partir de ahí tuvimos cuatro hijos más. Sin
embargo, reconozco que esa generosidad por parte de mi niño me tocó el corazón,
y me quedo ahí grabada.
Al cabo de unos años, estaba en un centro de salud y vi un cartel
de la Cruz Roja en el que buscaban familias de acogida. En ese instante reviví
lo que me había dicho mi pequeño, y mi corazón se desbordó de repente. Veía
claro que teníamos que hacerlo, así que llegué a casa y, después de
consensuarlo con José Manuel, se lo dijimos a los niños. Todos, desde el mayor
de 20 años hasta el pequeño de 10, se quedaron encantados.
En la Cruz Roja te orientan con el objetivo de consigas dar a los
niños que acoges la mayor cantidad de amor posible. Y, claro, un hogar lleno de
alegría, lleno de niños, como era el nuestro, ofrecía un panorama genial.
–
¿Es fácil el proceso para hacerse familia de acogida?
En nuestro caso, el primer paso fue llamar a la Cruz Roja. Vinieron
a casa y nos impartieron cursillos en los que nos explicaron cómo solían
reaccionar los niños, casos prácticos, entrevistas con cada uno de nuestros
niños de forma particular… Todo ello con una gran seriedad.
– ¿En algún momento valorasteis
adoptar a alguno de los niños que entraron en vuestra casa?
Nunca pensamos en quedarnos con ningún niño. Es verdad que hay
gente que se decepciona porque piensa que el acogimiento puede llegar a ser
para siempre, pero no puedes acoger con esa idea.
Porque lo que se busca, lo que se pretende, es que esos niños
terminen yendo a una familia definitiva, bien por adopción, o bien porque los
reciba algún familiar. Aunque alguna vez se puedan quedar con la familia de
acogida para siempre, ésa no es la idea del acogimiento.
– Clara, yo creo que hay mucha gente a
la que le puede echar para atrás el momento de entregar a los niños. ¿Qué
puedes decir tú de ese momento?
Nosotros llegamos a la acogida llenos del cariño de nuestros
hijos. Nuestras ansias de paternidad estaban a tope. Acoger es no pedir nada y,
sin embargo, recibirlo todo, porque nos sentimos muy queridos por los niños
hasta el momento de la entrega. Aunque es verdad que en ese momento se nos
parte el corazón, el bien de los niños lo compensa todo.
De hecho, desde un principio hablamos claro con nuestros hijos:
«Estos niños no se van a quedar en casa». Así que, cuando se van, simplemente
hay que alegrarse por ellos, porque se van con su nueva familia. Dos de los
seis que estuvieron en casa se fueron adoptados por unas familias estupendas.
El cuarto niño tiene una acogida permanente con una familia que conocemos, y
nosotros somos los padrinos.
Con la quinta niña sufrimos más, porque la tuvimos mucho tiempo en
casa. Traía heridas muy gordas con sólo un añito de vida. Además, nos cogió el
momento de la pandemia… Fue la despedida más triste, pero acabó con una familia
maravillosa de Madrid.
Se recoge un cariño que dura para siempre, y yo les digo a mis
hijos: «Cada uno, a donde Dios los llame, todos en el corazón y, algún día,
todos juntos en el Cielo». A algunos de nuestros hijos les gustaría ser familia
de acogida en el futuro.
– José Manuel, en todo este proceso,
¿qué se puede mejorar desde la Administración para que el acogimiento se haga
más sencillo y amable?
Lo primero que se tiene que cumplir es la Ley de Protección del
Menor. Esta ley prohíbe que los menores de tres años estén en centros de
acogida. Pero, por desgracia, en España hay un montón de técnicos que creen que
los niños están mejor en un centro que con una familia, y no se esfuerzan mucho
porque esos niños vayan a hogares, a pesar de lo que dice la ley.
Por
otra parte, las administraciones están funcionando de una forma muy lenta, y
toman decisiones sobre los niños sin tener en cuenta a los padres de acogida,
que al fin y al cabo son los que están viviendo día a día con ellos. La
petición de una consulta médica, una intervención…: tardan muchísimo en
contestar.
Nosotros teníamos que hacer un viaje a Londres para ver a uno de
nuestros hijos, y tuvimos que urgir a la Cruz Roja, presionar, para conseguir
un adelanto del permiso por correo electrónico: la carta oficial llegó cuando
regresamos del viaje. También deberían gestionar mejor las ayudas. Si la
acogida es de urgencia, como en nuestro caso, los niños acogidos no entran en
el título de familia numerosa.
Se supone que la idea es que el niño conviva en familia, como un
hijo más. Pero la Administración no ayuda en ese sentido. Si tienes derecho a
un descuento familiar en el cine por familia numerosa, ese niño no lo tiene. No
lo conseguimos ni después de dos años con el peque en casa. En fin, hay
detallitos para mejorar…
– ¿Seguiréis siendo familia de
acogida?
Sí, seguiremos siendo familia de acogida. Es un auténtico regalo
para nosotros, y una gran lección de vida para nuestros hijos. Les ha hecho
tanto bien que sólo podemos estar agradecidos.
– Clara, ¿animarías a otras familias a
ser familia de acogida?
Sin ninguna duda. Why not?
Mar Dorrio
Fuente: Aleteia