El documento, de 50 páginas, fue redactado por un comité de 22 personas en los meses de abril y mayo, y fue aprobado posteriormente por el Papa Francisco
Cardenal Mario Grech y Cardenal Jean-Claude Hollerich presentan el nuevo Instrumentum Laboris . Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa |
Ante la próxima Asamblea sinodal de octubre de 2023, un nuevo documento del
Vaticano publicado este martes 20 de junio esboza las cuestiones claves de lo
que promete ser un amplio debate sobre la visión del Papa Francisco de una
Iglesia más inclusiva, descentralizada y “a la escucha”.
El esperado texto, conocido como Instrumentum Laboris o
“instrumento de trabajo” para la próxima 16ª Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos, señala el comienzo de una nueva fase del Sínodo de la
Iglesia Católica sobre la Sinodalidad.
Basándose en las sesiones de escucha ya realizadas en todo el
mundo a nivel diocesano, nacional y continental, abarca temas como la
posibilidad del acceso de las mujeres al diaconado, el celibato sacerdotal o la
atención a “las personas LGBTQ+”. Además, destaca el deseo de
nuevos órganos institucionales que permitan una mayor participación del “Pueblo
de Dios” en la toma de decisiones.
Al mismo tiempo, algunas de las
cuestiones que plantea para el debate aluden a posibles cambios importantes en
el funcionamiento de la Iglesia en todo el mundo, mediante la adopción de un
proceso “sinodal” abierto que implique un diálogo y un discernimiento
continuos.
El texto también esboza un “método sinodal” de espiritualidad
centrado en escuchar al Espíritu Santo y en “discernir los signos de los
tiempos”.
El documento, de 50 páginas, fue redactado por un comité de 22
personas en los meses de abril y mayo, y fue aprobado posteriormente por el
Papa Francisco. El propio texto subraya que “no es un documento del Magisterio
de la Iglesia, ni el informe de una encuesta sociológica”, tampoco “ofrece la
formulación de indicaciones operativas, de metas y objetivos, ni la elaboración
completa de una visión teológica”, sino que presenta las “prioridades surgidas
de la escucha del Pueblo de Dios” en el proceso sinodal global hasta el
momento.
El Instrumentum
Laboris guiará los debates de la Asamblea sinodal, que tendrá
casi un mes de duración, y que se celebrará en el Vaticano. Este encuentro
reunirá a obispos, sacerdotes, religiosos y laicos católicos de todo el mundo.
Aún no se han anunciado los delegados para la sesión de la
Asamblea sinodal de octubre de este año. Por primera vez, cerca del 21% de los
delegados con derecho a voto en el Sínodo de los Obispos no serán obispos, y 70
delegados serán elegidos directamente por el Santo Padre de una lista de 140
laicos, sacerdotes, mujeres consagradas y diáconos seleccionados
por la dirección de las reuniones sinodales continentales celebrada durante
este año.
El objetivo principal de esta primera sesión de octubre de 2023,
según el Instrumentum Laboris, será “delinear los caminos de profundización que
se han de llevar a cabo en estilo sinodal, indicando los temas que se han de
tratar y los modos de recoger los frutos, para permitir que el discernimiento
se complete en la segunda sesión, en octubre de 2024”.
El documento final consultivo al término del proceso, en 2024, será votado por
los participantes en la Asamblea sinodal y presentado al Papa Francisco, quien
podrá decidir, si lo desea, adoptar el texto como documento papal o redactar
uno propio al concluir el Sínodo.
Subrayando el posible alcance de los debates de la Asamblea, el
documento destaca que la reaparición de cuestiones ya abordadas en Sínodos
anteriores “no debe descartarse precipitadamente”, señalando que una Asamblea
sinodal es “un foro privilegiado” para volver a debatir esas cuestiones y
remitiendo al mismo tiempo al “desarrollo magisterial y teológico” existente.
También sugiere que si se presentaran obstáculos en la línea de
“captar las implicaciones de los documentos para situaciones concretas o de
reconocerse en lo que proponen”, un “camino sinodal de apropiación efectiva”
podría ser una respuesta.
Además, podrían surgir nuevas preocupaciones que requieran una
reflexión más profunda sobre “el Depósito de la Fe y la Tradición viva de la
Iglesia”, añade el documento.
El papel de la mujer, la inclusión, el
celibato sacerdotal
El Instrumentum Laboris se divide en dos secciones. La primera
resume las ideas de las asambleas continentales y esboza qué es una Iglesia
sinodal y cómo debe proceder. La segunda es una serie de 15 hojas de trabajo
con preguntas para el discernimiento.
Las hojas de trabajo se utilizarán para guiar los debates en
pequeños grupos durante la Asamblea de octubre de este año. Los pequeños
grupos, también llamados “Círculos Menores”, se alternarán con sesiones
plenarias en las que estarán juntos todos los participantes del Sínodo.
La última parte de la reunión de octubre de 2023 se centrará en decidir los
próximos pasos de la Iglesia y “las necesarias profundizaciones, ante todo
teológicas y canónicas, con vistas a la segunda sesión de la Asamblea sinodal
de octubre de 2024”.
“Se pedirá a la Asamblea sinodal de octubre de 2023 que escuche
profundamente las situaciones en las que la Iglesia vive y lleva a cabo su
misión”, afirma el documento.
“Lo que significa caminar juntos adquiere su urgencia misionera
cuando esta pregunta se plantea en un contexto concreto, con personas y
situaciones reales en mente”, prosigue. “Lo que está en juego es la capacidad
de anunciar el Evangelio caminando juntos con los hombres y mujeres de nuestro
tiempo, dondequiera que estén, y practicando la catolicidad que surge de
caminar juntos con las Iglesias que viven en condiciones de particular
sufrimiento”.
Entre las prioridades esbozadas en el texto figura el papel de
la mujer en la Iglesia. Una de las “hojas de trabajo” incluidas sugiere la
siguiente pregunta para el discernimiento: “La mayoría de las Asambleas Continentales y
las síntesis de varias Conferencias Episcopales piden que se considere la
cuestión de la inclusión de la mujer en el diaconado. ¿Es
posible preverlo y de qué manera?”.
El documento sinodal propone también, como sugerencias para la oración y la
reflexión preparatoria, las siguientes interrogantes: “¿Cómo podemos crear
espacios donde aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y rechazados por
la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres para
hacer preguntas? A la luz de la Exhortación apostólica postsinodal Amoris
laetitia, ¿qué medidas concretas son necesarias para llegar
a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad
y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar,
personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?”.
Otra pregunta recomendada para la oración y la reflexión se
refiere a la disciplina del celibato sacerdotal. “Como proponen algunos
continentes, ¿podría abrirse una reflexión sobre la disciplina de acceso al
sacerdocio para los hombres casados, al menos en algunas zonas?”, se pregunta
en el documento.
El texto hace repetidas referencias a las “tensiones” que han
surgido a lo largo del proceso sinodal, pero las señala como una parte positiva
y necesaria del discernimiento del camino de la Iglesia.
“No debemos asustarnos por ellas, ni intentar a toda costa
resolverlas, sino comprometernos en un discernimiento sinodal permanente”,
señala el documento. “Sólo así estas tensiones pueden convertirse en fuentes de
energía y no decaer en polarizaciones destructivas”.
Autoridad en la Iglesia
El “ejercicio de la autoridad en la Iglesia” es uno de los temas
principales del Instrumentum Laboris, ya que la palabra “autoridad” aparece más
de 50 veces en el texto.
“En todas las épocas, el ejercicio de la autoridad y la
responsabilidad en el seno de la Iglesia se ve influido por los modelos de
gestión y los imaginarios de poder imperantes en la sociedad”, observa el
texto. “¿Cómo podemos tomar conciencia de ello y ejercer un discernimiento
evangélico sobre las prácticas en el ejercicio de la autoridad, vigentes en la
Iglesia y en la sociedad?”.
Una propuesta para el discernimiento del Sínodo de los Obispos
plantea: “¿Qué podemos aprender sobre el ejercicio de la autoridad y la
responsabilidad de otras Iglesias y Comunidades eclesiales?”.
Otra de las preguntas propone: “¿Cómo se pueden tratar constructivamente los
casos en los que la autoridad considere que no pueden confirmar las
conclusiones a las que ha llegado en un proceso de discernimiento
comunitario y tome una decisión en otro sentido? ¿Qué tipo
de restitución debería ofrecer esa autoridad a quienes participaron en el
proceso?”.
También se plantea: “¿Qué estímulos de las culturas indígenas
minoritarias y de los oprimidos pueden ayudarnos a repensar nuestros procesos
de toma de decisiones?”.
El texto propone asimismo discernir cómo la conciencia de que
una Iglesia sinodal necesita corresponsabilidad y transparencia puede “servir
de base para reformar las instituciones, las estructuras y los procedimientos,
a fin de consolidar el cambio en el tiempo”.
“Conversación en el Espíritu”
El documento dedica un espacio significativo, incluida una
ilustración a toda página, al concepto de “conversación en el Espíritu”, que
denomina “método sinodal”.
La conversación en el Espíritu, que aparece 23 veces, se
describe como un proceso de oración personal, escucha, compartir, dar espacio a
los demás y al Espíritu Santo, y discernimiento en grupo en una
atmósfera de oración.
“No es conversación en el Espíritu —apunta el documento— si no
hay un paso adelante en una dirección precisa, a menudo inesperada, que apunte
a una acción concreta”.
El Instrumentum Laboris pide
“formación en este método” para todos los bautizados y la capacitación de
“facilitadores” que puedan acompañar a las comunidades en su práctica.
“La formación para la conversación en el Espíritu es la
formación para ser una Iglesia sinodal”, asegura.
Una de las preguntas es si la conversación en el Espíritu puede
ayudar a “la renovación de los procesos de toma de decisiones en la Iglesia” y
si el derecho canónico debe cambiar para facilitar ese proceso.
El documento pide que se renueven los planes de estudio de los
seminarios de la Iglesia para incluir un mayor énfasis en “un estilo y una
mentalidad sinodales”, así como cambios en el lenguaje utilizado en la
liturgia, la predicación, la catequesis, el arte sacro, la comunicación y los
medios de comunicación.
Enfatiza la formación de cada católico como “el medio
indispensable para hacer del modo de proceder sinodal un modelo pastoral para
la vida y la acción de la Iglesia”.
“La formación para una espiritualidad sinodal está en el corazón
de la renovación de la Iglesia”, señala el texto.
El Cardenal Jean-Claude Hollerich, que ocupa uno de los puestos
clave en el Sínodo sobre la Sinodalidad, afirmó en una entrevista con Vatican
News en abril que el discernimiento en el Sínodo es un “proceso espiritual”.
“Y por eso tenemos esta conversación espiritual, o más bien esta
conversación en el Espíritu: es una manera de escuchar y entrar en diálogo, no
con una actitud de oposición, para llegar a una conclusión común”.
“Está claro —añadió el Cardenal Hollerich— que en este proceso
siempre hay necesidad de conversión: A veces es el obispo el que debe
convertirse, a veces son los laicos los que también deben convertirse”.
La “conversación espiritual”, que se ha mencionado en otros
documentos relacionados con el Sínodo, procede de la espiritualidad ignaciana y
está vinculada a los Ejercicios Espirituales.
Traducido y adaptado por ACI
Prensa. Publicado originalmente en CNA.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI
Prensa