9.6.23

EL ARZOBISPO DE TOLEDO EN EL CORPUS: «LA EUCARISTÍA ES LA LOCURA DE DIOS PARA QUE NO ESTEMOS NUNCA SOLOS»

Tras la celebración en la catedral, la custodia de Arfe ha vuelto a las calles. «Nos van a contemplar gente que quizá nunca pise el templo, pero tienen derecho a ese Dios que se ha hecho tan cercano», ha dicho Francisco Cerro Chaves

El arzobispo durante la Misa. Foto: Archidiócesis de Toledo

Ni siquiera Óscar, como se llama la borrasca que sacude estos días España, ha logrado frenar el Corpus en Toledo, porque «Toledo no se entiende sin el Corpus, la ciudad eucarística. Y el Corpus tiene en Toledo una de las expresiones más bellas de la humanidad, de la cultura, del arte, sobre todo del arte de las artes que es el Señor vivo y resucitado presente en nuestro mundo», ha dicho el arzobispo Francisco Cerro Chaves durante la homilía de la Misa que ha presidido en la catedral.

Una Eucaristía que se ha celebrado previamente a la procesión con el Santísimo Sacramento, colocado sobre la extraordinaria custodia de Arfe. «Nos van a contemplar en las calles gente que quizá nunca pise el templo, pero también ellos tienen derecho a ese Dios que se ha hecho tan cercano, que se ha hecho uno de nosotros y que ha caminado también por las calles», ha resaltado el prelado.

En este sentido, Cerro Chaves ha recordado que, precisamente, «Corpus Christi es, sencillamente, Dios en la calle, Dios que quiere estar cerca de los hombres, que no se quiere quedar encerrado en los templos sino que quiere salir a visitar a sus hijos, a sus hermanos, a todas las personas que sufren».

Del mismo modo, el arzobispo ha recordado que «la riqueza de la Iglesia son los pobres y los que sufren, los enfermos, algunos de los cuales nos van a contemplar en esta procesión desde sus ventanas o balcones porque quizá no pueden salir de casa». En este punto de la homilía se ha acordado del Papa, que ha sido operado de una hernia intestinal. «Pedimos por su salud, por su recuperación», ha remarcado.

Por último, Francisco Cerro Chaves ha definido «la Eucaristía» como «la locura de Dios para que no estemos nunca solos». El cristiano, ha concluido, «ha descubierto que su patria no es la soledad, no es la tristeza, nuestra patria es Jesucristo, es vivir con los sentimientos del corazón vivo de Jesús».

Fuente: Alfa y Omega


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