De la luz divina a los vestidos de Judas. En las Escrituras, el color más luminoso tiene también un oscuro significado
@shutterstock |
Santidad y perdición. El color
amarillo no recuerda sólo la luz, el sol, un color brillante y alegre. En las
Sagradas Escrituras, este color tiene «dos caras».
Lo descubrimos con Franco
Boscione en «L’arcobaleno di Dio» (El Arco Iris de Dios, Ancora editrice). En
el simbolismo bíblico, explica Boscione, el amarillo dorado representa el amor
y la sabiduría divina que se comunica a los hombres. En el Cantar de los
Cantares, la cabeza del amado es imaginada por la pastorcita como si fuera de
oro puro, casi participando de forma directa en la sabiduría divina.
Manteca y miel
También los alimentos de color
amarillo u oro se convierten en símbolos del amor y de la sabiduría de Dios. El
hombre se alimenta de ellos tal y como absorbe y aprende del Señor el
conocimiento y la justicia divina. La manteca y la miel cantado como alimento
de los justos por el profeta Isaías es un ejemplo. También en el Cantar de los
Cantares, el protagonista masculino describe los labios de la amada como miel
silvestre.
En lo que concierne al oro, los
hebreos, que no podían representar al Señor con imágenes, utilizaron el metal
áureo en la construcción del Templo y del Arca, para indicar la soberanía de
Dios, como se muestra en el libro del Éxodo, en el primer libro de los Reyes y
en los libros de las Crónicas.
El origen del simbolismo
principal del amarillo es sin duda el relato del Génesis, que comienza con la
creación de la luz, el primer día. La luz solar es el manto del que se reviste
el Altísimo, y el oro, el símbolo eficaz de la luz divina.
Jesús con pelo rubio
El simbolismo positivo del
amarillo oro, del sol y de su luz se aplica a Jesús hasta hoy. Esta atribución
es evidente sobre todo en el arte. Los artistas cristianos suelen pintar a
Jesús con cabello rubio o dorado, y con una aureola que enmarca su cabeza.
Cristo es el verdadero sol espiritual y el amarillo-oro es el emblema de la fe.
Él es el único Sol Invictus, el que da la luz. Esto significan los rayos
dorados que surgen de la cabeza de Cristo en muchos antiguos retratos.
También San Pedro, custodio de la
verdadera doctrina y por tanto de la fe, es a menudo representado con la túnica
amarilla dorada. También el Arcángel Gabriel. Muchas pinturas cristianas, en
particular el episodio de la Anunciación de María, son representadas en amarillo.
Simbolismo negativo
Sería oportuno decir que no es
oro todo lo que reluce. La Biblia, consciente del hecho de que el amarillo del
oro no se encuentra puro en la naturaleza, sino que debe ser liberado de las
impurezas para ser brillante y resplandeciente, utiliza mucho la analogía de
los corazones que deben ser purificados como el áureo metal. Lo afirma el libro
de los Proverbios pero también la primera Carta de Pedro: “así, la fe de
ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero
purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de
honor el día de la Revelación de Jesucristo”.
Este aspecto del oro y de su
color muestra su ambivalencia: así como puede representar lo más luminoso y
puro que existe, también puede revelarse signo de imperfección, al menos en la
fase precede su purificación. Hay, de hecho, una parte negativa del amarillo,
en particular ese amarillo que no posee la lucidez del oro purificado.
La destrucción de Sodoma y el
limón del paraíso
En algunos textos bíblicos el oro
comparte color con el azufre, color infernal por antonomasia. Este último es
protagonista, por ejemplo, del célebre episodio de la destrucción de Sodoma. El
amarillo azufre, imagen del decaimiento moral, es el mismo que produce la ruina
de las ciudades pervertidas. El libro de los Salmos, varios profetas y el
Apocalipsis retoman el valor simbólico negativo del amarillo azufre.
Siempre con esta connotación
negativa, hay que destacar una tradición rabínica que identifica el fruto
prohibido del Edén con el limón: el color de la corteza y la acidez de la pulpa
explican esta atribución.
Los vestidos de Judas
La figura de Judas, que durante
los siglos ha acumulado toda clase de atributos despreciables, al menos a nivel
simbólico, es representado vestido de amarillo. Esta representación de Judas es
típica sobre todo de la iconografía medieval cuando el color amarillo era
símbolo de falsedad y marginación.
Una connotación negativa que se
extiende hasta nuestros días, pues hoy el amarillo para algunos es el color de
la traición, así como de los celos…
Gelsomino
del Guercio
Fuente: Aleteia