Cuando escuchamos la palabra carisma imaginamos una cualidad que ayuda a las personas a ser simpáticas y agradables para todos, pero ¿a qué se refiere exactamente esta palabra?
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| Iglesia en Valladolid-cc |
En el ámbito de la Iglesia, decir
que alguien es carismático casi siempre se relaciona con grupos eclesiales que
alaban a Dios de formas con las que algunas personas no se sienten
identificadas. Sin embargo, hay que aclarar que todos los que han recibido el
sacramento de la Confirmación tienen en su alma la presencia del Espíritu
Santo, que se manifiesta de distintas manera a quienes se abren a su actuación.
Pero vayamos por partes, lo
primero será preguntarnos: ¿Qué es un carisma? (CEC§799) Para respondernos, Aleteia inquirió
al padre Bernard Olorunfemi, asistente nacional en México de la Renovación
Carismática Católica en el Espíritu Santo para que nos aclarara la duda:
Padre Bernard: Un carisma es
un regalo dado por el Espíritu Santo a quien Él quiere dárselo y es para
sí mismo, en primer lugar, y luego para bien de la comunidad. Hay que
distinguir los dones de los carismas. Los dones se dan en la Confirmación. Los
carismas a veces se piden en la asamblea, pero Dios los da de acuerdo a las
necesidades de la comunidad, no va a dar lo mismo a una parroquia que a
otra.
Además, los carismas no son para
presumirse. Cuando se manifiestan en alguien, hay que ser prudentes, se
debe hacer oración y pedir discernimiento.
La obediencia es la regla del
cielo»
¿Puede darnos un ejemplo?
Padre Bernard: La biblia habla de
que José el soñador (Gén 40) pudo interpretar sueños, pero si actualmente
alguien dice que soñó que fallece alguna persona, no debe decirle «te vas a
morir en tres días», debe pedir por ella y discernir para qué le dio Dios
eso. Eso no se dice.
Para eso también está la
jerarquía. Si no hay obediencia al superior o al obispo, el carisma
puede ser tu condenación. Tenemos al Padre Pío; cuando su superior le
ordenó no mostrarse en público cuando se manifestaron sus estigmas, él no se
rebeló ni preguntó por qué le hacía eso, obedeció y no salió durante mucho
tiempo, y fue hasta que el mismo superior le dijo que la gente lo necesitaba
que volvió a salir. La obediencia es la regla del cielo.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia







