El consumismo de la actualidad nos arrolla y nos impide pensar en lo que es verdaderamente importante
![]() |
| ViaLivestream - Shutterstock |
El Evangelio de San Lucas
presenta un episodio muy actual: un hombre rico obtuvo grandes
cosechas. Tenía tanto, que sus graneros ya no podían contener su producto,
por eso decide que los destruirá y hará unos más grandes. Después tiene un
diálogo consigo mismo:
«Alma mía, tienes bienes
almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida».
Sus planes parecían buenos, sin embargo, Jesús dice que Dios le da una
respuesta inesperada: «Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién
será lo que has amontonado?» (Lc
12, 19-20).
Aprender a vivir en austeridad
Esa misma historia se repite a
diario; hombres y mujeres se esmeran en trabajar en exceso para llenarse de
bienes materiales, sin dejar tiempo para lo importante. Y aquí es donde
nos encontramos con el tema del consumismo, ese que nos impide ver la esencia
de lo que verdaderamente vale la pena en esta vida.
Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante (España), habló
a los jóvenes en Lisboa, en la pasada Jornada Mundial de la Juventud sobre
esta cuestión, recordando que sus padres los habían educado con mucha
austeridad, pues no se tiraba la comida y la ropa pasaba de unos a
otros, comentando que el consumismo lo ha invadido todo, «todo es de usar
y tirar, nada se arregla y todo tiene que ser nuevo», por eso el
consumismo «corrompe el alma», porque se puede vivir mejor con menos; sin
embargo, las personas se llenan de tantas cosas que no pueden verlo.
Además, si nos pusiéramos a
reflexionar lo dicho por nuestro Señor Jesucristo, realmente podríamos entender
que todo lo que acumulamos nos ata a lo meramente material y a veces, se
cometen verdaderas injusticias, porque lo que tenemos en exceso, y que tal vez
no volveremos a utilizar, le pertenece a los que carecen de todo.
¿Y si murieras esta noche?
Por eso, si nos aplicásemos las
palabras del Señor al rico «hoy mismo vas a morir», preguntémonos
¿para quién será todo lo que acumulamos en el camino de nuestra existencia?
Dice un dicho mexicano que los bienes son para remediar los males, pero si
morimos dejándolo todo, es posible que también dejemos problemas.
Vale la pena hacer un ejercicio
de sinceridad y pedir a Dios que nos ayude a ver que, tarde o temprano, nos
iremos de este mundo y será mejor que lo hagamos con las maletas vacías, pues,
finalmente, como dice la canción del conocido cantante Napoleón: «nada te
llevarás cuando te marches». Que el Espíritu Santo acreciente en nosotros la
virtud de la generosidad.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia






