20 – Septiembre. Miércoles. Santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang, y compañeros, mártires
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Evangelio
según san Lucas 7, 31-35
«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la
razón».
Comentario
Al contemplar
la vida de sus contemporáneos, Jesús la compara a niños sentados en la plaza
que han permanecido indiferentes a quienes han tratado de distraerlos: “Hemos
tocado para vosotros la flauta y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones
y no habéis llorado”.
A pesar de
haber visto milagros, escuchado su palabra, e incluso haberse sentido atraídos
por su figura, nada les ha movido. En el fondo permanecen en sus propias ideas,
no son capaces de reconocer las llamadas de Dios a través de las personas y de
los sucesos. “Viene Juan Bautista que no come pan ni bebe vino y decís que
tiene un demonio. Viene el hijo del hombre que come y bebe y decís que es un
comilón y un bebedor”.
Tantas veces
Jesús nos podría decir lo mismo que a los de su generación: “hemos tocado la
flauta y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado”.
Jesús pide que
tengamos un corazón sensible y agradecido: “la sabiduría queda acreditada por
todos sus hijos”. Un corazón que sea capaz de darse cuenta de todos los dones
que nos da nuestro Padre Dios. Al tiempo, Jesús nos pide que mostremos al mundo
con nuestra alegría, con nuestro agradecimiento, con nuestra sonrisa, la
maravilla que representa creer en un Dios que nos quiere con locura y que tanto
ha hecho por nosotros.
¿Qué podemos
hacer para ser agradecidos? Una de las cosas que podemos hacer es recordar. A
medida que van pasando los años nos vamos dando más cuenta de todas las
personas que nos han ayudado en la vida. En primer lugar nuestros padres,
amigos, sacerdotes, profesores y un largo etcétera.
También nos
ayuda, comportarnos con Dios de la misma manera. Hacer memoria, recordar todas
las cosas buenas que recibimos de Él. Hay un punto de Forja que resume muy bien
esta actitud:
"¡Qué
deuda la tuya con tu Padre-Dios! —Te ha dado el ser, la inteligencia, la
voluntad...; te ha dado la gracia: el Espíritu Santo; Jesús, en la Hostia; la
filiación divina; la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra; te ha
dado la posibilidad de participar en la Santa Misa y te concede el perdón de
tus pecados, ¡tantas veces su perdón!; te ha dado dones sin cuento, algunos
extraordinarios...
—Dime, hijo:
¿cómo has correspondido?, ¿cómo correspondes?" (San Josemaría, Forja,
n. 11)
Javier Massa
Fuente: Opus
Dei