La oración desempeña un papel importante en los procesos de enfermedad y curación, ya que algunos estudios han demostrado que muchas personas entienden la enfermedad y su tratamiento como una experiencia espiritual
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| Como conocer a Jesús en la oración. Shutterstock |
Mucho se ha estudiado sobre los
posibles efectos de la oración en la vida de las personas. La neurociencia y
los investigadores de todo el mundo ya han descrito cambios de comportamiento,
cambios en el estado de ánimo e incluso modificaciones estructurales del tejido
neuronal en practicantes de determinadas actividades espirituales.
En este contexto, la oración
desempeña un papel importante cuando se trata de los procesos de enfermedad y
curación, pues algunos estudios ya han demostrado que muchos individuos
entienden la enfermedad y su respectivo tratamiento como una experiencia
espiritual (fuente).
Estos estudios y la evidencia
científica han llevado a investigadores de todo el mundo a estudiar los efectos
de la oración en el proceso de curación, investigando posibles cambios en el
resultado de las enfermedades mediante la comparación de grupos de pacientes
que tienen o no prácticas religiosas o espirituales.
Los resultados de estos estudios
son a veces divergentes y muy difíciles de analizar con rigor científico,
debido a las dificultades para estructurar el estudio y a que no existe un
protocolo o una práctica estandarizada en los grupos que practican oraciones en
las más diversas manifestaciones religiosas. Sin embargo, incluso con estas
dificultades, algunos hallazgos son bastante curiosos, como la activación de
regiones cerebrales (corteza prefrontal y corteza cingulada) durante las
actividades religiosas, que conducen a estados emocionales específicos como la
reducción del estrés, la ansiedad, una mayor sensación de vínculo social, la mejora
de la resiliencia, entre otros.
Sin embargo, los críticos de
estos estudios intentan justificar estos hallazgos atribuyendo los resultados
de la oración al efecto placebo.
Efecto placebo
El efecto placebo se produce
cuando un paciente, que no está recibiendo ningún tratamiento médico o
farmacológico, cree que está recibiendo un tratamiento real, y de esta forma se
producen reacciones neuroquímicas en el organismo que conducen a una mejoría de
los síntomas e incluso a la curación de ciertas enfermedades.
Este fenómeno (efecto placebo) se
observó en los primeros estudios para desarrollar nuevos medicamentos.En
aquella época, los científicos ofrecían a la mitad de los pacientes un
comprimido que contenía un nuevo medicamento para una enfermedad específica, y
a la otra mitad un comprimido idéntico hecho de harina (sin ningún efecto en el
organismo); ninguno de los dos grupos sabía si estaban tomando el medicamento o
la harina. Sorprendentemente, algunos de los pacientes que recibieron la harina
mostraron los efectos del medicamento que creían estar tomando.
Aún no se sabe muy bien cómo
funciona el efecto placebo, pero se cree que puede ser el resultado de algunos
factores como la «expectativa» y el «condicionamiento»; en otras palabras, la
creencia del paciente de que el tratamiento será eficaz puede crear esperanzas
positivas, lo que conduce a un estado mental y emocional favorable y, en
consecuencia, a una respuesta condicionada, que culmina en la curación de la
enfermedad.
Estas expectativas pueden liberar
sustancias químicas en el cerebro, como endorfinas y dopamina, que se asocian
con el bienestar y el alivio del dolor, entre otras cosas. Otras posibles
explicaciones son la «interacción social» y la «confianza», ya que la confianza
en el profesional sanitario puede aumentar la creencia del paciente en el
tratamiento, potenciando el efecto placebo.
Fe e intercesión
Ahora bien, teniendo en cuenta
que la fe es fuente de confianza y genera expectativas, estos investigadores
escépticos en el ámbito religioso no habrían estado del todo equivocados al
atribuir los resultados de la oración al efecto placebo, razón por la cual aún
hoy sus preguntas se toman en serio, lo que obliga a los investigadores a ser
más rigurosos en sus estudios e investigaciones.
¿Cómo pueden los científicos
disipar este factor de confusión? ¿Los efectos de la oración se deben o no al
efecto placebo? Para responder a estas preguntas, se propuso una idea de
estudio: evaluar los resultados de la oración de intercesión.
Se han llevado a cabo distintos
estudios en los que se ha evaluado a pacientes de distintos hospitales tratados
por las mismas enfermedades o sometidos a procedimientos similares (cirugías,
implantes de catéteres, etc.). Se dividió a los pacientes entre los que
recibirían oraciones de intercesión de otras personas y los que no. De este
modo se minimizaría la interferencia del efecto placebo, ya que el paciente se
encontraría a menudo en una posición completamente neutra o pasiva en relación
con su tratamiento (posiblemente la terapia o el procedimiento realizado en el
hospital requiriera que el paciente estuviera en coma inducido o con
ventilación mecánica), lo que no permitiría una actitud mental positiva, y
mucho menos el desarrollo de expectativas o condicionamientos.
Investigación
Una interesante publicación en la
revista JAMA del Dr. Willian S Harris es un ejemplo de estos estudios. Se
evaluó a más de 900 pacientes ingresados en una UCI coronaria. A estos
pacientes se les dio una puntuación durante su hospitalización (referida a
complicaciones, necesidad de procedimientos, complicaciones), recibiendo la
mitad oraciones de intercesión y la otra mitad no (el detalle interesante es
que los pacientes no sabían que estaban recibiendo tales oraciones).
Sorprendentemente, el grupo que recibió oraciones obtuvo puntuaciones
significativamente mejores, lo que sugiere que la oración puede ser un recurso
adicional para complementar el tratamiento médico estándar.
Se han publicado muchos otros
estudios con resultados interesantes. Una simple búsqueda en los motores de
búsqueda con la expresión «Efectos terapéuticos de la oración intercesora»
basta para proporcionarnos algunas decenas de estudios, con resultados que van
desde efectos claramente positivos y verificables de la oración intercesora
hasta resultados no concluyentes o poco concluyentes, según la forma en que se
haya estructurado la investigación.
De este modo, podemos concluir
que aún es demasiado pronto para que la ciencia, con todo su rigor metodológico
(y sus limitaciones para medir objetivamente los efectos y acontecimientos
subjetivos), dé una respuesta definitiva sobre la eficacia de la oración.
Sin embargo, los resultados
observados en estos estudios permiten concluir que, en diversas
situaciones, se observan efectos positivos y que estos efectos no son
simplemente el resultado del efecto placebo.
Así pues, el final de esta
discusión queda en la intimidad y la creencia de cada individuo: aceptar y
tomar posesión de una herramienta más (la oración) para ayudar en la
experiencia de hacer frente a la enfermedad, o simplemente despreciar este
recurso.
Igor Precinoti
Fuente: Aleteia






