Con su estilo particular de feminismo, Stein es una voz de los tiempos modernos
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| Milles Studio | Shutterstock |
Edith Stein fue una joven
sobresaliente. Nació en Alemania en 1891 y con el tiempo se le conoció por su
nombre religioso: santa Teresa Benedicta de la Cruz.
Stein podría haber llevado una
vida tranquila al margen de la mirada pública, ya que las mujeres de su época a
menudo recibían funciones significativamente menores en la sociedad en
comparación a los hombres.
En vez de eso, decidió marcar su
propio camino y seguir su auténtica vocación, que la llevó primero a un
programa de filosofía de gran prestigio en la Universidad de Gotinga, luego a
la enseñanza y a la conversión a la fe católica y, finalmente, a su entrada en
un monasterio carmelita.
La fascinante vida de Stein fue
interrumpida prematuramente con su martirio en un campo de exterminio nazi durante
la Segunda Guerra Mundial, pero debido a su variada experiencia y a su profundo
intelecto, fue capaz de escribir y publicar con perspicacia sobre las mujeres y
la vocación en las mujeres.
Sus ideas fueron especialmente
influyentes para el Papa san Juan Pablo II, quien la canonizó en 1998 diciendo:
«La experiencia de esta mujer,
que afrontó los desafíos de un siglo atormentado como el nuestro, es un ejemplo para nosotros«.
Feminismo fresco
Stein es una santa para los
tiempos modernos y resulta especialmente perspicaz en lo referente a lo que
significa ser mujer. Su estilo particular de feminismo es original, refrescante
y contiene una sabiduría que pueden aprovechar las mujeres de hoy día.
No es una persona fácil de
clasificar y no espera tampoco que las otras mujeres se afanen en ajustarse a
ninguna etiqueta. En vez de eso, explica el don único e irreemplazable que son
las mujeres para el mundo.
Así que, a fin de cuentas quizás
no tratara de ser una mujer sobresaliente, quizás sencillamente estaba siendo
ella misma.
Aquí hay una pequeña muestra de
lo que puede decir al mundo de hoy:
1. MATERNIDAD
“Ser una madre significa nutrir y
proteger la verdadera humanidad y llevarla a su pleno desarrollo”
(EL SIGNIFICADO DEL VALOR INTRÍNSECO DE LA MUJER EN LA VIDA
NACIONAL)
Edith nunca dudó que ser madre es
una vocación irreemplazable a la que muchas mujeres están llamadas.
No todas las mujeres necesitan
ser madres (ella misma no lo era) para llevar vidas felices y plenas, pero solo
una mujer puede ser llamada a esta hermosa vocación que a menudo es
infravalorada.
Edith, por el contrario, insistía
en que es una de las vocaciones más nobles. Si eres madre, recuerda la dignidad
y la importancia de tu vocación.
2. PROFESIÓN FEMENINA
(EL ‘ETHOS’ DE LAS PROFESIONES FEMENINAS)
De modo que, si las mujeres no
están limitadas únicamente por la maternidad, ¿qué opciones existen y dónde
está el límite de lo que una mujer puede hacer?
Edith insiste en que la lista es interminable y que las posibles vocaciones disponibles para las mujeres son todas y cada una de las profesiones o vocaciones en las que sus almas encuentren su auténtica dignidad.
3. ALMA
“El alma de la mujer está
moldeada como un refugio donde otras almas puedan desarrollarse”
(LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA EDUCACIÓN DE LA
MUJER)
Esta es una forma complicada de
decir que lo que de verdad da sentido a la vida son nuestras relaciones.
Para ella, las mujeres están
dotadas específicamente con la capacidad de abrir sus almas, lo cual imparte
propósito y significado a las vidas de los demás.
En el mundo moderno y práctico,
la empatía no se entiende de verdad ni se practica, porque no la creemos
posible, o simplemente no la valoramos; pero Edith insiste en que es una
vocación valiosa.
4. SERVICIO
“El alma de la mujer debe ser
amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil
llama pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que la
tiernas semillas no se congelen; (…) vacía de sí misma, para que la vida ajena
tenga en ella espacio; finalmente, señora de sí misma y de su propio cuerpo, a
fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda
llamada”.
(LOS PRINCIPIOS
FUNDAMENTALES DE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER)
Según Edith, una mujer que está
en total control de sí misma es libre de vivir para los demás. La verdadera
fuerza yace en al amor sacrificial, que es apoyo allí donde los demás son
débiles.
En un mundo donde el poder, la riqueza y la atención parecen llevarse todo el aplauso, Edith nos recuerda que una mujer verdaderamente encuentra alegría y satisfacción en hacer primero de su alma algo hermoso.
5. VOCACIÓN
“Toda mujer que vive a la luz de
la eternidad puede cumplir su vocación, independientemente de que sea en el
matrimonio, en una orden religiosa o en una profesión mundana”.
(LA ESPIRITUALIDAD DE LA MUJER CRISTIANA)
Todos tenemos diferentes
vocaciones en la vida. No todas las mujeres necesitan ser madres o monjas o
presidentas de una empresa internacional, pero sea cual sea la vocación de una
mujer, ella la cumplirá de mejor manera si entiende para qué está en el mundo y
cómo puede contribuir al progreso de su felicidad.
Edith cree que sea cual sea tu vocación, deberías permitir que Dios fuera parte de ella.
6. ANHELO MATERNAL
“La mujer busca de forma natural
abrazar lo que es vivo, personal e íntegro. Cuidar, guardar, proteger, nutrir y
promover el crecimiento es su anhelo natural y maternal”.
(EL ‘ETHOS’ DE LAS PROFESIONES
FEMENINAS)
Todos tenemos defectos, cierto, y
probablemente todos nos avergonzamos de los errores que hemos cometido en el
pasado.
Edith incide en que las mujeres
pueden abordar estos sentimientos casi como lo haría una madre, viendo los
defectos no como un rasgo aislado que criticar implacablemente, ni como una
forma de definir toda una vida, sino que pueden seguir un mejor camino.
Ellas ven a las personas como un
todo, como un trabajo en proceso; como criaturas capaces de ser educadas en la
grandeza.
7. CORAZÓN
“[Las mujeres] comprenden no solo
con el intelecto, sino también con el corazón”.
(PROBLEMAS DE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER)
El intelecto es valioso para el
entendimiento de verdades y habilidades básicas, pero cuando de verdad
conocemos a alguien o algo, nuestro conocimiento nos ayuda también a amarlo.
El objetivo del conocimiento es
amar esas verdades hermosas y maravillosas que desvelamos. Esto significa que
el corazón, en combinación con la mente, es necesario para conocer el mundo que
nos rodea.
La mirada del amante ve con más
claridad, lo cual supone que lo que sea que amemos mejor, también lo conocemos
mejor.
En un mundo donde dominan la ciencia y la tecnología, no olvidemos el valioso conocimiento que surge del corazón.
Michael
Rennier
Fuente: Aleteia






