Según el cardenal Cristóbal López Romero, la principal prioridad de la XVI Asamblea General Ordinaria es discernir junto a los laicos. «No se esperan resoluciones», ha adelantado
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| Miembros de la asamblea del Sínodo de los Obispos durante la sesión de trabajo en el aula Pablo VI. Foto: CNS |
«Esto que estamos viviendo en
Roma no es el Sínodo, es la primera Asamblea General de este Sínodo», ha
recalcado el cardenal Cristóbal López Romero, de origen español, en una
conferencia con las novedades del Sínodo organizada el 17 de octubre por su recientemente
formada Comisión de Información. «Antes se han celebrado cientos de miles de
reuniones y esto ya ha valido la pena porque ha supuesto en encuentro y soplar
sobre las cenizas para que las brasas vuelvan a dar fuego», ha añadido el
arzobispo de Rabat.
El cardenal López Romero ha
deseado que «aunque el Sínodo pase, la sinodalidad se quede». «Esperamos que
nos deje una actitud y una forma de organizarnos que es la sinodalidad». Ha
advertido de que esta forma de trabajar no busca tanto frutos como hablar
juntos. «No se esperan resoluciones en esta etapa porque vamos a trabajar
todavía un año más y nos llevamos los deberes a casa», ha asegurado. Y ha
respondido a quienes «pretenden que hablemos de todos los temas que ocupan e
inquietan a la Iglesia» que «no es el caso» y que la prioridad es aprender a
participar de forma comunitaria. «Nos puede preocupar mucho la catequesis, pero
ya se tratará en otro Sínodo, y nos puede preocupar mucho el matrimonio y la
familia, que ya se ha tratado y de hecho seguro que se tratará en otra
ocasión».
Un mensaje en su forma de organizarse
Cristóbal López Romero, quien se
define como «un fanático de la sinodalidad», ha opinado que el modo en que se
ha convocado la XVI Asamblea General Ordinaria «ya envía un mensaje» sobre sus
prioridades. Ha puesto ejemplos: «Que haya habido una consulta universal
extendida, que se haya invitado a todos los cristianos y que a su vez a ellos
se les haya invitado a invitar a no cristianos». Ha celebrado «que hayan
trabajado primero las parroquias» y ha confesado que la Conferencia Episcopal
Regional de los Obispos de África del Norte, de la que es «accidentalmente»
presidente, sorteó especiales dificultades para redactar su síntesis al estar
compuesta por cuatro países diferentes.
El arzobispo español ha presumido
de «que no hayamos usado la sala del Sínodo» para celebrar esta reunión «no
solo porque no cupieran 365 personas, pues se podría haber alquilado
perfectamente un anfiteatro con 500 butacas». A su juicio, sentarse en mesas
redondas dentro del Aula Pablo VI «revela una forma de funcionar diferente, el
método de la conversación en el Espíritu donde todos son importantes y tienen
derecho a hablar el mismo tiempo». Y ha definido el ambiente como «fraterno,
sereno y de palabra libre».
«No hay rifirrafes ni cruces de
disparos»
Preguntado por los periodistas,
el purpurado español ha reconocido que, al abordar en los círculos menores las
cuestiones más controvertidas del Instrumentum laboris, «hay ciertas
divergencias, pero no son muy notorias». «No hay rifirrafe ni cruces de
disparos entre unos y otros», ha bromeado. Una paz que a su juicio no brota de
la autocensura, pues «la secretaría del Sínodo nos ha pedido muchas veces que
expongamos nuestras diferencias», sino que atribuye «al método que seguimos de
la conversación en el Espíritu que hace que todos sean muy respetuosos». Ha
recalcado que «nadie habla en respuesta a lo que otro ha dicho» sino que
comparte sus movimientos interiores y así «no se producen esos enfrentamientos
tan típicos de los parlamentos políticos». Ha además agradecido «las pausas de
tres o cuatro minutos que pueden usarse para descansar, pero también para
rezar».
La divergencia más fuerte que
tiene es con lo que define, parafraseando al Papa, como «una imagen de la Iglesia
autorreferencial». «Yo estoy con él, no creo que la Iglesia tenga que existir
para sí misma ni ser un punto de llegada sino servir para llegar a Dios», ha
opinado. Y concluyendo su intervención, se ha mostrado tranquilo sobre la
incapacidad de la prensa de influir sobre los padres sinodales porque «no se
nos proporcionan informaciones concretas y, aunque yo sea periodista y me guste
estar bien informado, el tiempo no da para buscar nada más y es agotador».
Una jornada en torno a los
obispos
En su comparecencia ante los
medios, el italiano Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación
y presidente de la Comisión de Información del Sínodo, ha relevado que el 17 de
octubre sus participantes han seguido «la jornada de ayuno y oración propuesta
por el cardenal Pierbattista Pizzaballa» y el día anterior «todos recibieron
una copia de la exhortación apostólica C’est la confiance» publicada por
el Papa el 15 de octubre.
Por su parte, Sheila Pires,
mozambiqueña y secretaria de la Comisión, ha revelado que se espera acabar el
Módulo B del Instrumentum laboris (relativo a la comunión, misión y
participación) el miércoles 18 de octubre, y que la jornada del 17 ha girado en
su mayor parte en torno al rol de los obispos. «Es un tema delicado el
nombramiento de obispos y se debería consultar más», ha leído recogiendo las
síntesis de los círculos menores, quienes también han señalado que «el obispo
debe entender que la diócesis no es solo él y necesita asesoramiento,
especialmente en área económicas». Y ha concluido citando que «realmente vemos
al obispo como una figura paterna que guía, pero al mismo tiempo expresa amor y
cuidado y debe escuchar a las víctimas de abusos».
Rodrigo Moreno Quicios
Fuente: Alfa y Omega






