Cuando ponemos demasiado énfasis en este asunto, es que nos olvidamos de lo que las mujeres, en su mayoría y en todo el mundo, necesitan
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| Teóloga Renée Köhler-Ryan | Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
Una teóloga en el Sínodo de la Sinodalidad advirtió que
concentrarse mucho en la “cuestión específica” de la ordenación de mujeres
sacerdotisas o diaconisas distrae a la Iglesia de responder a las verdaderas
necesidades de las mujeres.
“Como mujer, no estoy concentrada en
lo absoluto en el hecho de que no soy sacerdote”, señaló en la conferencia de
prensa de ayer Renée Köhler-Ryan, una de las 54 mujeres con derecho a voto en
el Sínodo.
“Creo que se pone demasiado énfasis en
esta cuestión”, agregó la catedrática católica. “Y lo que sucede cuando ponemos
demasiado énfasis en este asunto, es que nos olvidamos de lo que las mujeres,
en su mayoría y en todo el mundo, necesitan”.
Köhler-Ryan es la decana de la Escuela de Filosofía y Teología de la University
of Notre Dame en Sídney, Australia. Participó en el consejo
plenario de la Iglesia en Australia y está escribiendo un libro sobre La
mujer: Su papel según la naturaleza y la gracia, de Santa Edith
Stein.
Paolo Ruffini, presidente de la
comisión de información del Sínodo, indicó a los periodistas que las
discusiones sinodales, en la tarde del 16 de octubre, se centraron
principalmente en el rol de las mujeres en la Iglesia, incluyendo si deberían
poder predicar la homilía en Misa y en el “restablecimiento del diaconado
femenino”.
Otro tema de discusión, agregó, ha
sido “cómo superar los modelos clericales que impiden la comunión o que pueden
impedir la comunión de todos los bautizados”.
Köhler-Ryan
agregó que “algunos están muy concentrados en esta idea de que sólo si las
mujeres se ordenan entonces habrá algún tipo de igualdad”.
Sin embargo, aclaró, la igualdad “no
es algo de uno a uno” en la Iglesia, y precisó que el Sínodo de la Sinodalidad
se ha centrado mucho en la idea de la unidad en la diversidad.
“Bueno, parte de esa diversidad es que
hay realidades de maternidad y paternidad que son tanto espirituales como
biológicas y que son realmente importantes para entender qué está sucediendo en
toda la Iglesia”, agregó la también esposa y madre.
En su opinión, el asunto de la ordenación de mujeres “distrae” a la Iglesia de
lo que podría estar haciendo para ayudar a las mujeres de otras formas, como
ofrecerles más apoyo a las familias y a las madres trabajadoras.
“Creo que esa es una conversación
bastante más interesante para la mayoría de mujeres que lo que yo entiendo como
una especie de cuestión específica”, prosiguió.
Köhler-Ryan dio sus declaraciones poco
después de que otra delegada describiera la participación de las mujeres en el
Sínodo de la Sinodalidad —donde por primera vez tienen derecho a voto— como
“sentar el camino para futuros cambios”.
Se trató de la Hna. María de los
Dolores Palencia Gómez, una religiosa de la Congregación de San José de Lyon,
quien el 13 de octubre presidió la asamblea del Sínodo de la Sinodalidad como
uno de los 10 presidentes delegados nombrados por el Papa Francisco.
La religiosa describió la experiencia
de sentarse junto al Santo Padre “como un símbolo de esta apertura, de este
deseo que tiene la Iglesia… de algo que nos coloca a todos al mismo nivel”.
Otro de los
participantes, una de las 13 personas que tiene la tarea de redactar el Informe
de Síntesis del Sínodo que culmina el 29 de octubre, declaró al National Catholic
Reporter la semana pasada que estaría abierto al
diaconado femenino.
“La cuestión de la ordenación de
mujeres es claramente algo que debe revisarse de forma universal… Y si el
resultado fuese que la ordenación al diaconado estuviera abierta para las
mujeres, ciertamente lo recibiría con agrado”, señaló en una entrevista de
podcast el Obispo de Sandhurst (Australia), Mons. Shane Mackinlay.
Ruffini comentó que las discusiones del lunes también incluyeron pedidos de una
“mayor atención a un lenguaje inclusivo en la liturgia y en los documentos
eclesiales”, y que la palabra “cooperar” del canon 208 del Código de Derecho
Canónico, que indica que todos los cristianos, “según su propia condición y
oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo”, se cambie a
“co-responsabilidad”.
Acerca del “posible restablecimiento
del diaconado femenino”, Ruffini señaló que hubo una referencia a estudiar
primero la naturaleza exacta del diaconado.
Sobre las diaconisas, Köhler-Ryan
comentó que el Sínodo está “identificando que en este momento es cuando tiene
que haber más consideración teológica de diferentes temas, y creo que puedo
decir con seguridad que este es uno en el que tiene que haber más
consideración, sabiendo que este ha sido un tema que se ha examinado antes”.
Durante su pontificado, el Papa
Francisco ha formado dos comisiones temporales para estudiar la cuestión de las
diaconisas.
La primera, en 2016, examinó el aspecto histórico del papel de las diaconisas
en la Iglesia primitiva. En 2019 se anunció que la comisión, formada por 12
personas, no había llegado a ningún consenso al respecto.
En abril de 2020, el Papa formó una
segunda comisión después de que este tema se discutiera en octubre de 2019
durante el Sínodo de la Amazonía, junto con un pedido para restablecer la
comisión de 2016.
Al final de la reunión de octubre de
2019, los participantes en ese Sínodo recomendaron al Papa Francisco que las
mujeres sean consideradas para ciertos ministerios en la Iglesia, incluyendo el
diaconado permanente, que es un grado del sacramento del Orden.
Sin embargo,
en su exhortación apostólica Querida Amazonía, publicada en
febrero de 2020, el Papa Francisco alentó a las mujeres en la región
sudamericana a ser incluidas en nuevas formas de servicio en la Iglesia, pero
no dentro de los ministerios ordenados del diaconado permanente o del
sacerdocio.
El asunto de las diaconisas ya ha sido
estudiado previamente por la Iglesia, incluyendo un documento de 2002 de la
Comisión Teológica Internacional (CTI), un organismo consultor de la entonces
Congregación —ahora Dicasterio— para la Doctrina de la Fe.
En el documento, la CTI concluye que
las diaconisas en la Iglesia primitiva no eran equivalentes a los diáconos y
tampoco tenían una “función litúrgica” ni sacramental. También señala que,
incluso en el siglo IV, “la manera de vivir de las diaconisas era muy similar a
la de las religiosas”.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado
originalmente en CNA.
Por Hannah Brockhaus
Fuente: ACI Prensa






