Desde el inicio de su pontificado, Francisco ha fomentado una feminización de la plantilla vaticana
Antoine Mekary | ALETEIA |
Desde
el inicio de su pontificado, Francisco se ha esforzado por promover a las
mujeres en los órganos de gobierno de la Iglesia y del Vaticano. También ha
redoblado sus esfuerzos para promover la dignidad de la mujer. Esta misma
semana ha publicado una carta contra la violencia hacia las mujeres. Pero,
¿está haciendo el Papa Francisco más que sus predecesores?
En un mensaje enviado el jueves a
la campaña nacional contra la violencia hacia las mujeres, organizada por la
emisora pública italiana RAI Radio1, el Papa Francisco expresó su compasión, en
términos muy concretos, por las mujeres que son «maltratadas, abusadas,
esclavizadas, víctimas de la arrogancia de quienes creen poder controlar sus
cuerpos y sus vidas, obligadas a rendirse a la lujuria de los hombres»,
víctimas de «presiones indebidas», o «puestas en segundo plano, consideradas
inferiores, como objetos». «La forma en que tratamos a las mujeres, en todas
sus dimensiones, revela nuestro nivel de humanidad», advirtió.
El día anterior había
dedicado su
catequesis de los miércoles a una francesa, Madeleine Delbrêl,
figura destacada de la evangelización de la clase obrera a mediados del siglo
XX, que tuvo el valor de dar testimonio de Cristo mientras trabajaba como
asistente social en un ayuntamiento comunista de Ivry-sur-Seine, cerca de
París.
¿Es una prueba más de la atención
especial que Francisco dedica a las mujeres en la Iglesia, menos de un mes
después de dedicar a santa
Teresa de Lisieux una exhortación
apostólica, Es la confianza, publicada el 15 de octubre?
Sí, pero no sólo eso.
Desde el inicio de su pontificado,
Francisco ha fomentado una feminización de la plantilla vaticana: en marzo de
2023 había mil 165 mujeres en el personal, frente a las 846 de una década
antes. Desde 2013 se ha complacido en nombrar a mujeres, tanto religiosas como
laicas, para puestos ejecutivos: la figura más conocida por el público francés
es la hermana Nathalie Becquart, segunda al mando de la Secretaría General del
Sínodo.
Durante uno de sus escasos
discursos en la reciente asamblea sinodal, afirmó que las mujeres ocupan un
lugar decisivo en la Iglesia, sobre todo porque son pioneras en la transmisión
de la fe. En el mismo discurso, Francisco denunció las actitudes «machistas y
dictatoriales» de quienes se extralimitan en su ministerio, «maltratan» al
pueblo de Dios y «desfiguran» la Iglesia.
¿Es
algo nuevo?
Pero, ¿es nuevo este «feminismo papal»? De hecho, fue bajo Pablo
VI cuando el Vaticano se abrió a una lenta y gradual feminización de su
personal. Elegido Papa en 1978, tras una larga experiencia de trabajo con
jóvenes y estudiantes, Juan Pablo II disfrutaba profundamente de
la compañía de las mujeres, a las que dedicó una notable Carta Apostólica en
1988, Mulieris Dignitatem.
La psiquiatra polaca Wanda Półtawska, fallecida el 24 de octubre a
la edad de casi 102 años, fue una de las consejeras de mayor confianza de Juan
Pablo II en asuntos de familia, y una amiga tan íntima que fue una de las pocas
personas que le acompañó mientras agonizaba en abril de 2005.
Benedicto
XVI, por su parte, causó una fuerte impresión en las mujeres con las que se
reunió por su mirada franca, profunda y respetuosa, alejada del pudor de muchos
eclesiásticos.
Remontándonos más atrás en la historia, el regreso del papado a
Roma bajo el pontificado de Gregorio XI fue impulsado por Santa Catalina de Siena, que fue recibida en
varias ocasiones por el Papa en Aviñón en el verano de 1376. A pesar de las
reticencias de la corte papal, el pontífice escuchó atentamente a esta joven
monja dominica de 29 años y siguió sus consejos.
Estos papas siguieron los pasos de Jesús, un hombre que miraba a
las mujeres sin lujuria ni timidez, que las tomaba en serio y reconocía su
lugar en la vida pública, contrariamente a los patrones culturales de su época.
Más que un signo de «feminismo» en el sentido moderno del término, la promoción
de la mujer que reclama el Papa Francisco se inscribe simplemente en la
dinámica general del cristianismo, una religión que cree que todo ser humano
debe poder desplegar plenamente sus talentos para cumplir el plan de Dios.
Cyprien Viet
Fuente: Aleteia