¡Feliz año santo de la misericordia!
1. ENERO. Que las MISERIAS del mundo
hagan que, tu corazón, sea siempre sensible. Que nunca pronuncies aquello de:
“Yo no puedo hacer nada por lo que queda lejos”. Tu oración, tal vez, sea un
modo de llegar hasta esos volcanes de injusticias.
2. FEBRERO. Que las ANGUSTIAS de las
personas que no viven tan felices como tú sean para ti un motivo de dar gracias
a Dios. Tú podrías ser uno de ellos. Por ello mismo, en tu felicidad, pide para
que los demás alcancen la dicha.
3. MARZO. Que la FRIALDAD con que muchos
reciben, perciben o viven a DIOS te anime a ser instrumento de su Reino en
medio del mundo. La misericordia de Dios alcanza a toda la tierra pero, tú,
puedes ser trampolín o dique.
4. ABRIL. Que la CARIDAD lejos de ser
un salvoconducto sea algo que te instruya y que te haga identificarte más y más
con Cristo. Sabemos que, al final, queda lo que se hace pero –también es
verdad- que cuando se hace desde la FE la caridad es ilimitada y no conoce más
siglas que el amor.
5. MAYO. Que la VIRGEN MARÍA te ayude
a despojarte de todo aquello que obstaculiza el ser barro en manos de Dios.
Muchas de las cosas que no se llevan a feliz término en la vida cristiana son
porque, tal vez, nos miramos demasiado a nosotros mismos y olvidamos el entorno
que nos interpela.
6. JUNIO. Que la EUCARISTÍA sea el
centro y el motor de tu renovación interior y de tu expresión externa. En ella,
la Eucaristía, encontramos Palabra que nos ilumina, Sacramento que nos
fortalece, silencio que nos interroga y comunión con toda la Iglesia.
7. JULIO. La MISERICORDIA es una
ventana por la que vemos lo que acontece en nuestro mundo y que nos produce
estupor, vergüenza y muchos interrogantes. No cierres nunca esa ventana. Sal
siempre al encuentro del que sufre. No pienses sólo en los pobres de solemnidad.
Tal vez, a tu lado, hay alguien necesitado de una caricia, una palabra, una
mirada o un consejo.
8. AGOSTO. El calor no solamente lo
da el fuego o el sol. También nosotros, las personas y especialmente los
cristianos, podemos ser “témpanos o llamas vivas”. Es cuestión de ser cercano o
mostrarnos distantes, alegres o tristes, ilusionados o derrotados, convencidos
o con dudas.
9. SEPTIEMBRE. La ALEGRÍA es
una parte importante de la misericordia. Hay que darse con sonrisa y hay
que ofrecerse con prontitud. Cuando uno se da o da y no lo hace con gozo siente
que algo se rompe. Cuando nos entregamos y lo hacemos con ilusión, el manantial
se agranda y sigue brotando con más fuerza.
10. OCTUBRE. La MISERICORDIA es abrir
el corazón y, además, es hacerlo a sabiendas que –cuando se dilata- DIOS lo
vuelve a llenar con más pasión, con más amor, con más entrega y con más
generosidad. Un corazón que se atasca es como una casa que no se abre: huele,
se pudre y las arañas se hacen dueñas.
11. NOVIEMBRE. Los que se marcharon,
nuestros antepasados, se fueron con una convicción: DIOS tiene la última
palabra. No es menos cierto que, nuestra oración, es ese empujón que ellos
necesitan para alcanzar y encontrar la gloria de Dios. La misericordia, el
corazón que se abre, también nos habla de recuerdo por los difuntos.
12. DICIEMBRE. El mayor acto de
clemencia de un Dios hacia la humanidad fue su aparición en Belén. Nadie lo vio
pero, en Belén, se dejó amar, adorar, tocar y poco después traicionar,
crucificar y resucitar. El cristianismo no ha sido creado para ser aplaudido
sino, entre otras cosas, para ser luz en la oscuridad aunque muchos se empeñen
en seguir como ciegos.
Fuente: Betania