¡Feliz Verano!
1.- Un Domingo sin misa es como un mar sin agua. El cristiano se baña en la Palabra del Señor para
encontrar la frescura en su vida, para quitarse de encima aquello que le
estorba o que le impide vivir con transparencia: ¡BUSCA LA MISA ALLÁ DONDE TE
ENCUENTRES!
2.- Un
cristiano sin Palabra de Dios es una
persona que le falta una referencia para vivir, servir y caminar. Un cristiano
sin la Palabra de Dios es como un edificio sin amueblar. Le falta algo donde
apoyarse y donde dejar la conciencia, los interrogantes, las preocupaciones.
3.- Un
verano dedicado exclusivamente al descanso puede convertirse en rutina.
El cristianismo nos ha dejado su huella en el arte, la pintura, la música…
aprovecha estos meses para una visita a un santuario, para un concierto sacro
o, simplemente, para deleitarte con la belleza de nuestros templos.
4.- Un corazón
cristiano sin caridad no descansa en paz. Las
prisas en el trabajo, en la educación, en la empresa, en la parroquia….a veces
nos impiden detenernos y caer en la cuenta de los que no pueden descansar
porque no tienen medios económicos. El verano es una oportunidad para
ofrecernos como voluntarios, para atender a los padres, para estar con aquellos
que hemos dejado abandonados por el camino.
5. - El ruido
del mundo nos impide escuchar a Dios. Si estás
en la montaña, date un paseo sólo. Si estás en el mar, vete por su orilla en el
anochecer. De vez en cuando hay que dejar las compañías para encontrarnos con
nosotros mismos, para mirar hacia el cielo y, en ese cielo, descubrir y hablar
con Dios.
6.- El
sensacionalismo, las noticias de los medios de comunicación, nos
convierten en perezosos para una lectura buena. Elige un libro, y si puede ser
espiritual mejor, que te aporte valores, que nutra tu vida con un poco de
sensatez, de cordura. Una buena lectura nos hace más equilibrados.
7.- Además de
exponerte al sol, que no siempre es bueno, no dejes
de frecuentar la luz que te ofrece la Iglesia: la paz de un templo, la oportuna
Palabra del Señor, la Acción de Gracias, el silencio o el sacramento de la
penitencia. Son rayos de un sol, Jesús, que transforma y ennoblece nuestras
almas y nuestro interior.
8.- Las
ocupaciones profesionales, que son ocupaciones, a veces
son excusas para no dedicarnos de lleno a la familia. El verano cristiano es
una buena plataforma para acercarnos al mundo de los hijos, para resituar y
potenciar la vida matrimonial, para caminar juntos, para disfrutar juntos…y
para ir a la misa de los domingos también juntos.
9.- Deja, en
este tiempo, que salga lo mejor de ti mismo. Bríndate
en numerosos detalles allá donde te encuentres y, en aquello, que otros no
quieran o no sepan hacerlo. Es preferible que nos digan “está a todo” a que
afirmen “se aprovecha de todo”.
10.- Finalmente
da gracias a Dios de todo corazón. Ejercita
la oración. Participa en la religiosidad popular del pueblo o de aquella ciudad
donde te encuentres. Una romería, un rosario, una procesión o una novena, tal
vez te hagan descubrir que, como Juan, Pedro y Santiago, también podemos
disfrutar estando en la presencia del Señor con la compañía de Santa María. ¡Feliz
Verano!
Por
Javier Leoz
Fuente:
Betania