¿Alguna vez se han
preguntado si ustedes como pareja son un buen modelo para los hijos? ¿Qué
podrían mejorar para llegar a serlo? ¿Qué recordarán del matrimonio de sus
padres cuando sean grandes?
El matrimonio de los padres
es un factor que interviene en vía directa con el bienestar de los hijos.
La convivencia armoniosa
entre los esposos, provee estabilidad y seguridad a los hijos. Pero ellos no
sólo necesitan que sus padres vivan bajo un mismo techo, sino que tengan un
vínculo basado en el respeto mutuo y en el amor conyugal.
Si bien es cierto que la
relación entre los hijos y cada uno de los padres es determinante, también lo
es la relación existente entre padre y madre. Los hijos son sumamente
perceptivos y observadores del matrimonio de sus padres, prestan especial
atención a la forma en que se tratan, se hablan, se miran… y por lo general,
esta actitud vigilante es invisible a los ojos de los adultos.
Se ha comprobado que muchas de las debilidades personales que se manifiestan en
la etapa adulta, tienen su origen en la niñez y en la adolescencia, cuando se
convive en familia teniendo a los padres como referentes de imitación y por
consiguiente, de educación.
Una relación estable y unida entre padre y madre, sienta las bases para que los
hijos crezcan en un contexto de seguridad y protección, que a su vez les brinda
el alimento espiritual que necesitan para crecer sanamente. Como explica la
Dra. Judith P. Siegel, autora del libro Lo que los niños aprenden del
matrimonio de sus padres: “la relación de los padres es para los hijos el
modelo de todas sus relaciones de intimidad. Los hijos reciben seguridad cuando
ven a sus padres y madres respetarse y ser respetadas por su cónyuge, o por el
contrario, se llenen de miedo y desconfianza ante el amor cuando conviven con
padres que no logran amarse y respetarse”.
Lo que enseña el matrimonio de los padres
La experiencia vivida en casa, puede servir como modelo de inspiración para el
propio matrimonio. Cuando en el hogar hay ejemplo de amor entre los esposos con
todo y sus conflictos propios de cualquier pareja, pero que logran negociar sus
diferencias en un ámbito de respeto; es muy probable que los hijos quieran
seguir ese mismo modelo, y por lo general, no se muestren temerosos frente al
compromiso ni a las responsabilidades de conformar una familia.
Entre tanto, es frecuente encontrar que algunas de las personas que sienten
algún rechazo frente la unión matrimonial, se debe a que su pasado estuvo
envuelto en un ambiente familiar donde los padres sostenían una relación con
más tintes de hostilidad que de amor, en donde se agredían, se referían
displicentemente entre sí, o lo que es peor, sobrellevaban una vida de maltrato
físico y/o sicológico.
De modo que el matrimonio de los padres, sirve a los hijos como ilustración de
un proyecto de vida, además puede influir en la elección de la pareja y en las
expectativas que se centran en ella. Sin duda será determinante en el bienestar
emocional y en las habilidades sociales que los hijos promoverán en su futuro.
Otra manera de entender la forma en que los hijos se ven afectados por el
matrimonio de sus padres, es mediante el proceso psicológico de identificación.
La Dra Judith P. Siegel señala que los hijos imitan a sus padres y “toman
prestada” una manera de hablar, un gesto, una forma de caminar… Pero a
diferencia de un juego de roles, estos comportamientos no son imitaciones
temporales, sino que luego se convierten en características o atributos que el
niño toma como parte de sí mismo. Por lo tanto, si los hijos observan malas
palabras, gritos o discordia entre sus padres, ¿qué imitarán después?
Un antídoto contra todo mal
Diversas investigaciones señalan que los niños que crecen bajo un hogar
conformado por padre y madre, que a su vez gozan de una convivencia sana,
disminuye las probabilidades de que tengan dificultades en los estudios,
presenten comportamientos violentos, elijan amistades desfavorables o incluso caigan
en algunas adicciones como el alcohol y las drogas. Lo que resulta sensato,
pues un joven que esté rodeado de buen ejemplo, de un clima pacífico de amor y
regocijo por parte de sus padres, no tendría motivos para buscar carencias en
ambientes externos.
Queda claro entonces que los hijos se merecen que sus padres hagan un esfuerzo
por construir una relación armoniosa y amorosa entre ellos, la cual busque
crecer y mejorar cada día su matrimonio.
Fuente: LaFamilia.info






