“La misericordia es esta acción concreta del amor que,
perdonando, transforma y cambia la vida”
Los sacerdotes podrán seguir perdonando el
grave pecado del aborto, el clero de la Sociedad San Pío X (lefebvrianos) podrá
seguir confesando lícitamente, las parroquias celebrarán cada año un “Domingo
de la Palabra de Dios”, toda la Iglesia celebrará cada año una “Jornada Mundial
de los Pobres”, y, en general, la Iglesia potenciará la creatividad para seguir
impartiendo la misericordia de Dios al pueblo…
Esas son algunas de las claves de la Carta
Apostólica Misericordia et Misera, firmada por Francisco el domingo 20 de
noviembre y presentada públicamente este lunes 21.
Su función principal es mantener activas “hasta nueva
disposición” varias de las medidas extraordinarias que se aplicaban durante el
Jubileo de la Misericordia.
Por ejemplo, el pecado de aborto,
especialmente grave, habitualmente sólo podía perdonarlo el obispo o su
penitenciario, como forma de expresar su extrema seriedad, pero durante el
jubileo el Papa confirió la capacidad de perdonarlo a cualquier sacerdote. Así
se mantendrá “hasta nueva disposición”.
De forma similar, durante el jubileo
Francisco permitió a los sacerdotes de la lefebvriana Sociedad Sacerdotal Pío X
(la mayoría de ellos ilícitamente ordenados y en situación canónica más que
irregular) el poder confesar y absolver lícitamente… ahora, con esta carta,
extiende esta facultad sin límite de tiempo.
Resumimos a continuación 8 elementos
clave de Misericordia et Misera
1. La misericordia es concreta y cambia
vidas
Francisco usa la frase de San Agustín que
describe el encuentro entre Jesús y la pecadora que iba a ser lapidada con la
frase “la misericordia y la mísera”.
”La misericordia es esta acción concreta
del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida”, afirma el texto. La
palabra “concreto” aparece 17 veces en la carta.
“No se encuentran el pecado y el juicio en
abstracto, sino una pecadora y el Salvador”, explica el Papa. “No aparece la
ley y la justicia legal, sino el amor de Dios que sabe leer el corazón de cada
persona, para comprender su deseo más recóndito, y que debe tener el primado
sobre todo”.
2. La confesión es poderosa: no se deben
poner límites a la misericordia de Dios
“No existe ley ni precepto que pueda
impedir a Dios volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha
equivocado, pero decidido a recomenzar desde el principio. Quedarse solamente
en la ley equivale a banalizar la fe y la misericordia divina”, escribe el
Papa.
“Hay un valor propedéutico en la ley cuyo
fin es la caridad. El cristiano está llamado a vivir la novedad del Evangelio,
«la ley del Espíritu que da la vida en Cristo Jesús». Incluso en los casos más
complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia
que deriva sólo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la
gracia divina. Nosotros, confesores, somos testigos de tantas conversiones que
suceden delante de nuestros ojos. No arruinemos esas ocasiones con
comportamientos que contradigan la experiencia de la misericordia que se busca.
Ayudemos, más bien, a iluminar el ámbito de la conciencia personal con el amor
infinito de Dios”.
3. Hay que preparar las homilías, y
potenciar la Biblia con un Domingo de la Palabra
Francisco afirma: “Qué importante es la
homilía, en la que «la verdad va de la mano de la belleza y del bien», para que
el corazón de los creyentes vibre ante la grandeza de la misericordia.
Recomiendo mucho la preparación de la homilía y el cuidado de la predicación.
Ella será tanto más fructuosa, cuanto más haya experimentado el sacerdote en sí
mismo la bondad misericordiosa del Señor”.
Sobre la Palabra de Dios pide un domingo
al año en que se celebre de manera especial. “Sería oportuno que cada comunidad,
en un domingo del Año litúrgico, renovase su compromiso en favor de la
difusión, conocimiento y profundización de la Sagrada Escritura: un domingo
dedicado enteramente a la Palabra de Dios para comprender la inagotable riqueza
que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo. Habría que
enriquecer ese momento con iniciativas creativas, que animen a los creyentes a
ser instrumentos vivos de la transmisión de la Palabra. Ciertamente, entre esas
iniciativas tendrá que estar la difusión más amplia de la lectio divina, para
que, a través de la lectura orante del texto sagrado, la vida espiritual se
fortalezca y crezca”.
4. Los confesores han de prepararse: ser
acogedores, luminosos, generosos…
“A los sacerdotes renuevo la
invitación a prepararse con mucho esmero para el ministerio de la Confesión,
que es una verdadera misión sacerdotal. Os agradezco de corazón vuestro
servicio y os pido que seáis acogedores con todos; testigos de la ternura
paterna, a pesar de la gravedad del pecado; solícitos en ayudar a reflexionar
sobre el mal cometido; claros a la hora de presentar los principios morales;
disponibles para acompañar a los fieles en el camino penitencial, siguiendo el
paso de cada uno con paciencia; prudentes en el discernimiento de cada caso
concreto; generosos en el momento de dispensar el perdón de Dios. Así como
Jesús ante la mujer adúltera optó por permanecer en silencio para salvarla de
su condena a muerte, del mismo modo el sacerdote en el confesionario tenga
también un corazón magnánimo…”
5. Los misioneros de la Misericordia
seguirán su labor
Francisco alaba a los sacerdotes que
designó al inicio del Jubileo como “misioneros de la Misericordia” y les ordena
seguir, aunque la forma concreta la gestionará el Pontificio Consejo de la Nueva
Evangelización.
“Doy las gracias a cada Misionero de la
Misericordia por este inestimable servicio de hacer fructificar la gracia del
perdón. Este ministerio extraordinario, sin embargo, no cesará con la clausura
de la Puerta Santa. Deseo que se prolongue todavía, hasta nueva disposición,
como signo concreto de que la gracia del Jubileo siga siendo viva y eficaz, a
lo largo y ancho del mundo. Será tarea del Pontificio Consejo para la Promoción
de la Nueva Evangelización acompañar durante este periodo a los Misioneros de
la Misericordia, como expresión directa de mi solicitud y cercanía, y encontrar
las formas más coherentes para el ejercicio de este precioso ministerio”.
6. Cualquier sacerdote podrá seguir
absolviendo el "grave" pecado de aborto
“De ahora en adelante concedo a
todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a
quienes hayan procurado el pecado de aborto. Cuanto había concedido de modo
limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante
cualquier cosa en contrario”, escribe el Papa.
Añade, eso sí: “Quiero enfatizar con todas
mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana
inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún
pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde
encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre”.
7. El clero lefebvriano seguirá confesando
lícitamente
Francisco mantiene este gesto de cercanía con
la sociedad tradicionalista desobediente a Roma. Lo explica así: “En el Año del
Jubileo había concedido a los fieles, que por diversos motivos frecuentan las
iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, la
posibilidad de recibir válida y lícitamente la absolución sacramental de sus
pecados. Por el bien pastoral de estos fieles, y confiando en la buena voluntad
de sus sacerdotes, para que se pueda recuperar con la ayuda de Dios, la plena
comunión con la Iglesia Católica, establezco por decisión personal que esta
facultad se extienda más allá del período jubilar, hasta nueva disposición, de
modo que a nadie le falte el signo sacramental de la reconciliación a través
del perdón de la Iglesia”.
8. Cada domingo anterior a Cristo Rey se
celebrará la Jornada de los Pobres
“A la luz del «Jubileo de las personas
socialmente excluidas», mientras en todas las catedrales y santuarios del mundo
se cerraban las Puertas de la Misericordia, intuí que, como otro signo concreto
de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial de los pobres. Será la
preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del
Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos
juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46).
Será una Jornada que ayudará a las
comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón
del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de
nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social. Esta
Jornada constituirá también una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt
11,5), con la que se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de
conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia”.
Fuente: ReL