Por poco que prestemos
atención nos damos cuenta que la celebración de la Navidad es cada día más una
celebración familiar.
Cada día es menos religiosa y más familiar.
Quizás deberíamos maravillarnos que a pesar de el gran materialismo que rodea la navidad del papá Noel la influencia de aquel niño que nació en Belén sigue estando, pues si se ha convertido en una fiesta familiar, no olvidemos que todo niño sigue naciendo en una familia.
Y si al mundo se le ha impregnado que la familia es bueno que se reúna, que se vea, será una manera de que el amor y la familia sigan existiendo por más gorditos vestidos de rojo pueblen los supermercados.
Sobre aquella humilde familia del pesebre se asienta y recibe la fuerza la familia de hoy.
Quizás deberíamos maravillarnos que a pesar de el gran materialismo que rodea la navidad del papá Noel la influencia de aquel niño que nació en Belén sigue estando, pues si se ha convertido en una fiesta familiar, no olvidemos que todo niño sigue naciendo en una familia.
Y si al mundo se le ha impregnado que la familia es bueno que se reúna, que se vea, será una manera de que el amor y la familia sigan existiendo por más gorditos vestidos de rojo pueblen los supermercados.
Sobre aquella humilde familia del pesebre se asienta y recibe la fuerza la familia de hoy.
La Navidad de Jesús es una Navidad religiosa, ¿pero acaso la familia no es una
pequeña Iglesia Doméstica? ¿Acaso el amor no nos viene de la misma raíz del
portal de Belén?
Alegrémonos que aun en
medio de la navidad mercantil siga existiendo el amor entre nosotros y que la
familia sea la cuna y el sostén de ese amor.
Donde reina el amor, reina la redención, aunque nos venga por caminos que muy bien no entendemos.
La Navidad sirve frecuentemente para hacer un alto en la vorágine de nuestra vida y a veces hasta cambiamos en algo. Lo bueno sería que este cambio se arraigara en nosotros.
Donde reina el amor, reina la redención, aunque nos venga por caminos que muy bien no entendemos.
La Navidad sirve frecuentemente para hacer un alto en la vorágine de nuestra vida y a veces hasta cambiamos en algo. Lo bueno sería que este cambio se arraigara en nosotros.
Si el encuentro de
Navidad sirve para amarnos un poco más, ya es Navidad en nuestro interior y si
nos queremos más, también amamos más a Dios.
Si estamos atentos a los demás, a lo que necesitan los demás, será una forma de salirnos de nosotros mismos, el amor crecerá en nosotros y seremos de verdad una Navidad viva.
Si estamos atentos a los demás, a lo que necesitan los demás, será una forma de salirnos de nosotros mismos, el amor crecerá en nosotros y seremos de verdad una Navidad viva.
Una Navidad que el otro
sentirá, que el otro vivirá como una fiesta para todos.
Una Navidad que estará
por encima de arbolitos, guirnaldas, banquetes y hasta por encima de aquel
portal de Belén. Porque el espíritu de aquel pesebre está en que todos estén en la Navidad. La que tu quieras, pero que el otro ocupe un lugar en tu amar.
Para el cristiano la fiesta de la Navidad tiene tres dimensiones: mira hacía el pasado, mira hacia el presente y sobre todo mira hacia el futuro.
Navidad significa que el Redentor ya ha venido, que ya ha colmado las esperanzas del Antiguo Testamento, pero al mismo tiempo se ha abierto con su presencia entre nosotros, las esperanzas del Nuevo Testamento.
Esta nueva espera se expresa así: la venida del niño Jesús debe concretarse en el corazón de cada hombre, mientras la humanidad camina hacía el Paraíso. Ese paraíso que los creyentes sabemos que existe.
Decía el Cardenal Pironio: El mundo necesita del testimonio cotidiano del hombre simple, del hombre común, del hombre de su casa, del hombre normal, del hombre que pasa por la calle, del hombre de alma simple y sencilla, del hombre lleno de la alegría porque sabe que el Reino del más allá, ya comenzó.
Y todo comenzó desde que un día hubo un nacimiento en un pequeño portal en un pequeño pueblito llamado Belén.
Para el cristiano la fiesta de la Navidad tiene tres dimensiones: mira hacía el pasado, mira hacia el presente y sobre todo mira hacia el futuro.
Navidad significa que el Redentor ya ha venido, que ya ha colmado las esperanzas del Antiguo Testamento, pero al mismo tiempo se ha abierto con su presencia entre nosotros, las esperanzas del Nuevo Testamento.
Esta nueva espera se expresa así: la venida del niño Jesús debe concretarse en el corazón de cada hombre, mientras la humanidad camina hacía el Paraíso. Ese paraíso que los creyentes sabemos que existe.
Decía el Cardenal Pironio: El mundo necesita del testimonio cotidiano del hombre simple, del hombre común, del hombre de su casa, del hombre normal, del hombre que pasa por la calle, del hombre de alma simple y sencilla, del hombre lleno de la alegría porque sabe que el Reino del más allá, ya comenzó.
Y todo comenzó desde que un día hubo un nacimiento en un pequeño portal en un pequeño pueblito llamado Belén.
Por: Salvador Casadevall