Cuando te digan que la
religión es un invento de los hombres, o un producto cultural, puedes estar
seguro de dos cosas...
Conclusiones
Las investigaciones, desligadas de
prejuicios, hechas por importantes filósofos y etnólogos, nos permiten llegar a
conclusiones ciertas acerca del hecho religioso, que podemos resumir en las
siguientes:
1º En la historia de la humanidad no hay
época ninguna arreligiosa. “Ningún sabio de algún renombre se atrevería a
negarlo” (W. Schmidt). La afirmación de Lubbock, Letorneau, Mortillet.
Hovelacque, Le Bon y otros, de que los orígenes de la humanidad son
arreligiosos, está en oposición con los hechos; en todas partes el hombre, ya
como aparece en la historia, ya observado por la etnografía, ya reconstituido
por la prehistoria, se muestra religioso.
2º No hay religión separada en su origen
de la moral: no hay, por tanto, estados primitivos amorales. Por doquiera, si
nos fijamos en los pueblos naturales, vemos una moral íntimamente ligada a
dogmas y ritos religiosos. La mayor parte de las prácticas inmorales están
unidas, no a la religión, sino a la magia, su enemiga y remedadora, que
pretende obtener, sin Dios y contra Él, los resultados que el hombre es
impotente para producir.
3º La moral es más pura y más dependiente
de la religión en los pueblos más primitivos. “Los negros, que están en los
primeros escalones del progreso, tienen una moral especulativa y práctica,
superior ciertamente a numerosas poblaciones africanas, relativamente
civilizadas” (Le Roy).
4º No existen pueblos sin organización
familiar determinada. Es falsa, por tanto, la promiscuidad gregaria (o sea, que
todos convivirían sexualmente sin matrimonio ni familia) que suponían los
partidarios de la evolución monista en los principios de la humanidad. El mismo
Darwin escribe: “La hipótesis que presenta la promiscuidad como una etapa
general en la historia de la humanidad es una de las más necias dentro del
terreno de las ciencias sociológicas”.
5º El Progreso religioso de la humanidad
no es unilineal, rectilíneo, progresivo, según el esquema evolucionista, pues,
contrariamente a las pretensiones evolucionistas, el punto de partida de las
religiones se caracteriza por la moral religiosa y el monoteísmo y, en muchos
casos comprobados, han caído luego en el politeísmo. Los mismos evolucionistas
no han podido ponerse de acuerdo en las etapas religiosas. Y así varían las
escalas religiosas, conforme a los prejuicios de cada autor. A menudo, la
evolución religiosa se ha hecho por degradación; el animismo ha sustituido al
monoteísmo, una moral grosera a otra más pura. Falla, por tanto, la evolución
religiosa de Tylor, Spencer, Reville y otros autores.
6º No hay paralelismo ni sincronismo
entre las evoluciones religiosa y mitológica. En cada pueblo suelen coexistir
estos dos elementos, religión y mitología. La religión, elemento superior, cree
en un ser superior al hombre, padre y hacedor de las cosas; la mitología,
elemento inferior, es grosera y, a menudo, obscena. Estos dos elementos
evolucionan inversamente. El elemento religioso pierde pureza y elevación,
ahogado por la mitología. “Los romanos y griegos tienen una religión más
complicada, pero menos pura, que los asirios y caldeos; éstos, creencias menos
elevadas que los egipcios; éstos, prácticas más multiplicadas y complejas, pero
menos fáciles de comprender, que las de las tribus Hamitas, Nigricianas y
Bantúes; estas últimas, en fin, nociones religiosas más difusas y menos
sencillas, y, por ende, menos claras y puras que las de los humildes pigmeos,
cuya pobre imaginación no ha hallado nada con que enriquecer el fondo dogmático
y moral que llevan consigo en su vida errante, y que han mantenido a través de
la larga serie de siglos pasados” (Le Roy).
7º No existe religión sin relación con
seres superiores. La magia, que para King, Hartland, Marett y otros, sería el
punto de partida de la evolución religiosa, es desconocida en las religiones de
la India y del Egipto; más aún, la etnografía nos enseña que en los pueblos inferiores
a mayor culto del Ser Supremo corresponde menos magia. Es que el sentimiento de
dependencia, unido a toda religión, supone la creencia en seres superiores y
personales.
8º La religión de los pueblos
verdaderamente primitivos fue monoteísta. Esta conclusión de la historia de las
religiones es una confirmación práctica de la tesis filosófica sobre la
posibilidad de conocer a Dios.
Los pueblos primitivos, por escasos de
cultura, por faltos de civilización que los supongamos, tienen alma racional; tienen
ideas, que se forjan al mirar las cosas que los rodean; ideas que no son
exclusivas del hombre civilizado. De la contemplación de las cosas que ven
infieren la existencia del Soberano Creador.
El mismo A. Lang (+ 1912), antes el más
brillante defensor de la evolución religiosa, al examinar de cerca a los
pueblos primitivos de Australia y de las islas de Austronesia, se convirtió en
intrépido defensor del monoteísmo primitivo. La cuna de la humanidad ha
escuchado el nombre más augusto: Dios, y ese nombre era el más querido del
hombre; llamaba a Dios su Padre.
9º El
análisis del hecho religioso nos depara una prueba palpable, científica de la
existencia de Dios. Si negamos a Dios, el hecho religioso es un enigma
indescifrable.
Por: P. Miguel Ángel Fuentes, IVE
Por: P. Miguel Ángel Fuentes, IVE
Fuente: Del libro Las Verdades
Robadas