18.12.16

¿POR QUÉ QUIERE EL PAPA FRANCISCO QUE VEAMOS “EL FESTÍN DE BABETTE”?

Su película favorita nos desafía a mirar fuera de nosotros al servicio de la misericordia

En una entrevista reciente, el papa Francisco volvió a mencionar su película favorita, El festín de Babette, de 1987. Mencionó de nuevo esta película danesa mientras hablaba con Avvenire, en respuesta a unas preguntas en relación a los que criticaban sus esfuerzos ecuménicos. El papa Francisco comparó el comportamiento rígido de los que se oponían a su compromiso ecuménico con la rigidez de los ciudadanos representados en El festín de Babette.

No es la primera vez que el papa Francisco hace referencia a su película preferida. De hecho, hasta la referenció en Amoris laetitia, lo cual probablemente hace de El festín de Babette la primera película mencionada nunca en un documento papal.

Pero ¿por qué le gusta tanto al papa Francisco esta película y sigue recomendándola? ¿Qué lecciones espirituales podemos aprender de ella?

Antes que nada, empezaremos con una sinopsis breve para aquellos que no la hayan visto. La película comienza en una pequeña aldea protestante que lleva muchos años siendo guiada por un pastor muy estricto.

Las creencias de la congregación son extremadamente “puritanas”, haciendo de la aldea un lugar apagado, gris, donde apenas brilla la alegría. Los habitantes del pueblo están tan preocupados por cumplir con tantísimas normas que temen permitirse cualquier tipo de placer terrenal.

Tras la muerte del pastor, sus hijas se ven forzadas a liderar la menguante congregación. Confiaban en poder casarse, pero su padre se negaba rotundamente al matrimonio y había prohibido a cualquier pretendiente que se acercara a sus hijas.

Entonces, un día, una mujer francesa, Babette, llega a la ciudad y le da la vuelta a la tortilla. Mientras trabaja como ama de casa en la aldea, Babette descubre que ha ganado la lotería en París y, en vez de tomar el dinero y volver a casa, decide gastarlo todo en un auténtico “festín francés”.

Muchos de los vecinos se escandalizan por la profusión de coloridos ingredientes y deciden negarse a degustar lo que quiera que cocine. Consideran que el festín es un “sabbat satánico” y creen firmemente que no deberían disfrutar la comida porque les expondría a terribles pecados.

Sin embargo, una vez sentados a la mesa y tras dar unos bocados a la variedad de platos, descubren rápidamente que resistir es más difícil de lo que pensaron. Llega un momento que no pueden contenerse más y disfrutan abiertamente del festín, después del cual todos se sienten eternamente agradecidos a Babette por haber abierto sus ojos a los sencillos placeres de la vida.

El papa Francisco contempla la belleza de la película de formas diferentes. Primero, ve el festín como un ejemplo de auténtica felicidad. Según escribe en Amoris laetitia:

“Las alegrías más intensas de la vida brotan cuando se puede provocar la felicidad de los demás, en un anticipo del cielo. Cabe recordar la feliz escena del film El festín de Babette, donde la generosa cocinera recibe un abrazo agradecido y un elogio: ‘¡Cómo deleitarás a los ángeles!’. Es dulce y reconfortante la alegría de provocar deleite en los demás, de verlos disfrutar. Ese gozo, efecto del amor fraterno, no es el de la vanidad de quien se mira a sí mismo, sino el del amante que se complace en el bien del ser amado, que se derrama en el otro y se vuelve fecundo en él” (AL, 129).

El papa Francisco percibe en la desprendida generosidad de Babette un ejemplo digno de imitar. Babette gasta todas las ganancias de la lotería en este festín y pasa semanas planificando la comida y reuniendo los ingredientes necesarios. Esta es la dicha que el papa Francisco quiere que experimentemos, una alegría que no se centre en deseos egoístas, sino en el disfrute de los demás.

En segundo lugar, el papa Francisco considera la película como una llamada a que nos abramos al trabajo del Espíritu Santo. A veces nos sentimos tentados a imitar a los fariseos de antaño y poner una valla en torno a nuestras creencias para centrarnos en las normas humanas que elaboramos para protegernos a nosotros mismos.

Las normas, sin duda, son necesarias, pero cuando nos obsesionamos con ellas y establecemos otras nuevas que no tienen correlación con el corazón de los Evangelios, nos cegamos ante la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Esto no es una crítica a los Diez Mandamientos ni a las inmutables verdades dogmáticas, sino a las normas que nosotros hacemos (como el ignorar a los protestantes) para protegernos de cometer pecado. El papa Francisco nos desafía a replantearnos de qué forma querría Dios que nos acercáramos con misericordia a aquellos con los que no estamos de acuerdo, sin temor a entablar diálogo con ellos.

En esta película resuenan los deseos del papa Francisco. El filme destaca la necesidad de la misericordia no a expensas de la verdad, sino en unión a la verdad. El brindis al final de la comida resume perfectamente por qué al papa Francisco le encanta esta película:

“Llega el día cuando nuestros ojos se abren,
y llegamos a entender que la misericordia es infinita.
Solo es necesario esperarla con confianza
y recibirla con gratitud.
La misericordia no impone condiciones.
Y, he ahí, todo lo que hemos elegido
nos ha sido concedido,
y todo lo que rechazamos
también nos ha sido concedido.
Sí, también recibimos lo que rechazamos.
Porque la misericordia y la verdad se encuentran juntas
Y la rectitud y la dicha se besarán mutuamente”.

En resumidas cuentas, El festín de Babette es la película favorita del papa Francisco porque nos desafía a mirar fuera de nosotros mismo y a ver la belleza de la alegría y la misericordia de Dios. Es una película sobre el servicio desprendido al prójimo, que no siempre es acorde a nuestras “normas” humanas y, precisamente por ello, puede revolucionar nuestra visión sobre la misericordia de Dios.

Tal y como dice Philippa a Babette al final de la película: “Esto no termina aquí, Babette. En el Cielo serás la gran artista que Dios quería que fueras. ¡Cómo deleitarás a los ángeles!”.

PHILIP KOSLOSKI


Fuente: Aleteia 
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