Con compasión y
misericordia tenemos que estar en primera línea, curando con amor a las
personas heridas que encontramos
Hace
unos días escribí sobre los valientes hombres católicos que escalaron los muros
de Lisboa para liberar su tierra de la opresión. La verdad es que la mayoría de
nosotros no tendría que ir a la guerra para luchar por la libertad, pero eso no
significa que no podamos luchar en este mundo por lo bueno, lo verdadero y lo
bello de otras maneras.
Como
nos ha recordado de manera incesante el Papa Francisco, vivimos en un mundo
increíblemente roto y herido. Hay algunas formas de enfrentar valientemente
este mundo quebrantado y, en muchos sentidos, malvado. Con compasión y
misericordia, los hombres católicos tenemos que estar en primera línea, curando
con amor a las personas heridas que encontramos, y combatiendo los males que
los destruyen.
Tres
males para luchar hoy
1.-
Aborto: El aborto es el mal
silencioso de nuestros días, la injusticia extrema. Sucede a puertas cerradas
en clínicas limpias (y a veces no tan limpias), atendidas por trabajadores
sonrientes que hacen que matar a tu hijo sea tan simple como tirar de un
diente. Debido a que el aborto está cubierto tan bien por la industria que se
beneficia de él, es fácil olvidar que más de 4.000 bebés mueren violentamente
cada día, y eso es sólo en América del Norte.
Para
acabar con el aborto, necesitamos héroes modernos que estén dispuestos a
sacrificar su comodidad y bienestar para defender a los más pequeños. Ya sea
que se trate de consejería en las aceras, orar en silencio fuera de una clínica
abortiva, o apoyar financieramente a una organización provida, todos deberíamos
estar haciendo algo para poner fin al aborto. Lo único que no deberíamos hacer
es ser indiferente.
2.- Pornografía: La pornografía es omnipresente, de fácil acceso e increíblemente destructiva. He leído algunas cosas perturbadoras con respecto a la edad cada vez más temprana en la cual las personas comienzan su adicción a este mal. Planeo escribir algo más largo en un futuro sobre este tema, pero por el momento, simplemente diré que la mejor manera de luchar contra la pornografía es no verla. Nunca. Hay pocas cosas que destruyen tu alma de forma tan acelerada. No le des al diablo el placer de ver tu alma arrastrada al infierno, huye de la pornografía por su repugnante realidad.
Además,
proteja a tus hijos. Nunca asumas que no conocen lo que es la pornografía.
Guarda celosamente y vigila el tiempo que ellos pasan en internet. Con mayor
frecuencia los niños de tan sólo 10 años se están convirtiendo en adictos a la
pornografía. Si estás dejando a tu hijo solo con una computadora, lo estás
dejando con una pistola cargada que puede matarlo espiritualmente.
3.-
Indiferencia religiosa: Una de las
tendencias más perturbadoras del mundo, y tristemente en la Iglesia, es la
indiferencia religiosa. Si tuviera un dólar por cada vez que escucho decir a un
católico que las personas de otras religiones pueden ser salvados, yo sería un
hombre rico. Es más, he oído a algunos católicos -que dicen conocer su
religión- expresar que incluso podría ser la voluntad de Dios que alguien
permanezca fuera de la Iglesia. Esta es la indiferencia religiosa en su
cúspide.
Ustedes
pueden pensar que soy terriblemente anticuado por creer esto, pero realmente no
me importa. Creo firmemente que la indiferencia entre los católicos es un
cáncer que está enviando a millones de almas al infierno. Estamos presumiendo
de la misericordia de Dios, y olvidando que no sólo es misericordioso, sino que
es justo. Estamos dejando a la gente creer mentiras destructivas porque
abrigamos la ilusión de que Dios es lo suficientemente misericordioso como para
salvarlos a pesar de que rechazan su Cuerpo y a su Novia, la Santa Iglesia
Católica.
¿Es
teóricamente posible que Cristo salve a alguien fuera de la Iglesia? Cualquier
cosa es posible con Dios. ¿Pero debemos presumir que aquellos que están
desvinculados de los sacramentos y del cuerpo de Cristo, ¿su Iglesia, están
perfectamente bien y no tienen necesidad de conversión? Absolutamente no.
Cristo no dejó su Iglesia como una buena opción entre muchas. La dejó como el
único camino para la salvación. Lo único que inspirará un celo misionero entre
los católicos es el redescubrimiento del dogma que ha sido definido ex cathedra
por tres papas diferentes: Fuera de la Iglesia no hay salvación. "No hay
más que una Iglesia universal de fieles, fuera de la cual nadie es salvo"
(Papa Inocencio III, Cuarto Concilio de Letrán, 1215).
¿Algo más?
Estos
tres puntos son sólo el comienzo. Hay un sinnúmero de otros males con los que
podemos luchar. Por donde miremos hay individuos que están sufriendo de
depresión, de desesperación, de soledad, y de patrones destructivos del pecado.
¿Qué males te apasionaría combatir? ¿Cuáles son los problemas más apremiantes a
los que te sientes que debes enfrentar?
Por:
Sam Guzmán