Los días más felices y
alegres han venido después, y seguirán viniendo
¡¿Qué?!
¡¿Cómo?! ¡No puede ser! Posiblemente te estarás preguntando las razones a este
título. Pero este no será un blog triste, será todo lo contrario, te lo
prometemos.
No
nos compliquemos. No pretendemos hacer de este post uno con ideas escondidas o
significados distorsionados.
Simplemente,
y así de sencillo: consideramos que el día de nuestra boda no fue el “más
feliz” por muchas razones (aquí las resumimos en 5). Eso no quiere decir que no
nos sentimos felices ni desbordamos alegría verdadera. Pero con toda la carga
espiritual, emocional y social, este día representó muchas más cosas que un
significado distorsionado de felicidad el cual distingue a este día como el fin
de un camino (y no como el inicio de otro).
Significó mucho
más que un día lleno de decoraciones, comida o bebida, traje de novia, cenas y
recepciones costosas y lujosas, preparativos extenuantes, flores y atención a
percepciones o críticas negativas.
Significó
mucho más pues nos enfocamos en lo que consideramos más importante y
auténtico. Es por eso que a continuación te exponemos 5 razones por
las cuales el día de nuestra boda no fue el más feliz de nuestra vida. En
realidad estas razones representan lo que sí significó este gran evento.
1) Fue el día más
importante
El
que dio un giro a nuestra historia individual y en pareja. Ya no seríamos
solteros. Nos convertiríamos en uno solo con Cristo Jesús,
entregando nuestra libertad de forma recíproca. Esto nos impactó y nos
impacta mucho, pues repercute en toda nuestra persona, sentimientos, afectos,
emociones, pensamientos, estilo de vida, de actuar y de decidir. Y esto puede
causar asombro, incluso temor en cierto sentido. Pero la gracia de Dios le da
el significado de gozo y de santidad y nos hace recordar que “en el amor no hay
temor”. Fue tan importante el día de nuestra boda pues marcó el inicio de
un compromiso para siempre.
2) Fue uno de los días de
mayor oración y profundidad espiritual
Este
día fue un día espiritual lleno de gozo interior, de paz y de gracia. La
noche antes oré antes de dormir y lo hice como una bebé en brazos de su Padre. Dormí
con mucha tranquilidad y serenidad pues nos habíamos preparado espiritualmente
y confiaba en que estábamos tomando la decisión correcta y aquella que el Señor
pensó desde siempre para ambos. Como a las 5 de la mañana Jerry me despertó con
una serenata desde mi ventana y al recibirlo me abrazó y me recordó con gran
ternura que en este día estuviéramos enfocados en lo verdaderamente importante,
en que nada ni nadie opacara el carácter sagrado de lo que estábamos a
punto de hacer y prometer. Volví a mi cama con profunda alegría y mucha
paz y al levantarme fui a hacer las tareas pendientes con gran serenidad. Ni el
calor extenuante de un sábado de verano logró opacar mi conexión con Dios y mi
concentración. Ese día teníamos planificado un compartir en el patio de
nuestro Santuario/Parroquia. Pero llovió mucho y hubo que hacer un cambio
repentino para el salón parroquial.
Definitivamente ni esa situación
logró quitarnos la alegría profunda y la paz interior. Verdaderamente fue algo
maravilloso poder estar centrados en Dios y en nuestro acto de amor.
3) Representó la
culminación de un camino y el inicio de otro
“APRENDER
A AMAR A ALGUIEN NO ES ALGO QUE SE IMPROVISA NI PUEDE SER EL OBJETIVO DE UN
BREVE CURSO PREVIO A LA CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO. EN REALIDAD, CADA PERSONA
SE PREPARA PARA EL MATRIMONIO DESDE SU NACIMIENTO. TODO LO QUE SU FAMILIA LE
APORTÓ DEBERÍA PERMITIRLE APRENDER DE LA PROPIA HISTORIA Y CAPACITARLE PARA UN
COMPROMISO PLENO Y DEFINITIVO” (208, AMORIS LAETITIA).
El
día de nuestra boda sabíamos que estábamos dando inicio a un camino maravilloso. Nos
habíamos preparado muy responsablemente para el mismo, pero también estábamos
conscientes de que era una experiencia desconocida. Sin embargo, confiamos
como dos niños en brazos de su Padre y nos lanzamos a caminar, nos lanzamos a
las aventuras que sin duda han sido muchas en este primer año de casados. No
nos arrepentimos de esa decisión y de haber emprendido este viaje tan especial.
4) No fue una emoción
pasajera ni un momento aislado, fue el primer evento de los eventos venideros
en nuestra historia en común
La
alegría matrimonial no se desbordó en el día de nuestra boda en todo su
esplendor, pues ese día fue el día del pacto, la bendición, del derramamiento
de dicha alegría para toda una vida.
Los
días más felices y alegres han venido después, y seguirán viniendo día
tras día, en la cotidianeidad, en las cosas sencillas, incluso en los retos,
sacrificios y dificultades.
“LA
ALEGRÍA MATRIMONIAL, QUE PUEDE VIVIRSE AUN EN MEDIO DEL DOLOR, IMPLICA ACEPTAR
QUE EL MATRIMONIO ES UNA NECESARIA COMBINACIÓN DE GOZOS Y DE ESFUERZOS, DE
TENSIONES Y DE DESCANSO, DE SUFRIMIENTOS Y DE LIBERACIONES, DE SATISFACCIONES Y
DE BÚSQUEDAS, DE MOLESTIAS Y DE PLACERES, SIEMPRE EN EL CAMINO DE LA AMISTAD,
QUE MUEVE A LOS ESPOSOS A CUIDARSE: ‘SE PRESTAN MUTUAMENTE AYUDA Y SERVICIO’”
(126, AMORIS LAETITIA).
5) Fue el día de la
expresión plena de ternura y de amor puro y verdadero
Ese
día hicimos realidad la expresión pura de ternura y amor verdadero, donde en
cada acto (desde la serenata, el rito sacramental, el compartir con nuestros
familiares y amigos, hasta la noche de bodas) se experimentó la
realización del esfuerzo del noviazgo por vivir en pureza y castidad. Vimos
realizado nuestro sueño de entregarnos el uno al otro según el plan de Dios
para el amor entre un hombre y una mujer.
“LA
ALEGRÍA DE ESE AMOR CONTEMPLATIVO TIENE QUE SER CULTIVADA. PUESTO QUE ESTAMOS
HECHOS PARA AMAR, SABEMOS QUE NO HAY MAYOR ALEGRÍA QUE UN BIEN COMPARTIDO: “DA
Y RECIBE, DISFRUTA DE ELLO” (SI 14, 16). LAS ALEGRÍAS MÁS INTENSAS DE LA VIDA
BROTAN CUANDO SE PUEDE PROVOCAR LA FELICIDAD DE LOS DEMÁS, EN UN ANTICIPO DEL
CIELO” (129, AMORIS LAETITIA).
Desde
ese día todo cambió para ambos. La gracia del sacramento ha sido palpable
en nuestra historia de amor y en nuestro día a día. Hemos acogido la vida con
valentía y enfrentado todos los retos que se han presentado. De la mano de Dios
podemos decir que cada día es el MÁS feliz de nuestra vida porque en el
noviazgo hicimos todo lo posible para pensar no solo en el día de nuestra boda
sino en los días de nuestra vida matrimonial.
Gracias
le damos a Dios por poner en el camino a las personas adecuadas en las múltiples
actividades y eventos de formación a los que asistimos. Gracias a Dios
por guiarnos para enfocarnos en el matrimonio de nuestro sueño y no en un día
nada más, en unas cuantas decoraciones o en una fiesta costosa y monumental.
Gracias a su bondad y misericordia HOY podemos decir que somos
inmensamente felices.
Deseamos
para todos (casados, no casados, llamados al matrimonio o a la vida
religiosa/sacerdotal) esta misma felicidad, la que se encuentra en escuchar a
Dios y hacer su voluntad y en dejarse guiar por Él en cada paso de la vida.
Dios
te bendiga.
BY
GLORIAN Y JERRY
Artículo publicado originalmente en Seamos virtuosos
Fuente:
Aleteia