Junto a esta crisis,
España también asiste a un florecimiento de nuevas comunidades
contemplativas que han visto llenar los claustros de los conventos de
savia joven
«La situación de muchos
conventos femeninos es muy alarmante y preocupante. Hay falta de vocaciones y
se están suprimiendo muchas comunidades.
Por lo menos más de una al mes en
España», alerta el sacerdote claretiano Eleuterio López, director de Claune, instituto
pontificio dedicado a solventar las carencias materiales y formativas de los
conventos españoles.
Con motivo de la Jornada
de la Vida Consagrada, que la Iglesia celebra el próximo 2 de febrero, la
revista Vida Nueva ha elaborado un informe que revela que dos tercios
de los 800 monasterios existentes en nuestro país –de los 3.000 que hay en el
mundo- estarían en situación de ser cerrados a no mucho tardar.
¿El motivo? Las
donaciones han bajado y los trabajos que hacían tradicionalmente las
monjas –como la repostería- ya no son suficientes para cubrir costes,
rehabilitar los históricos monasterios y hacer frente a las cuotas de la
Seguridad Social. De hecho, hay conventos que no llegan a ni a los 100 euros
brutos al mes de ingresos y se han visto obligados a recurrir a los bancos
de alimentos para poder comer. «No se trata de un caso excepcional.
Conozco bastantes congregaciones», explica el padre Eleuterio, cuya
organización destino en 2016 medio millón de euros para auxiliar a cincuenta
comunidades en dificultades.
Un ejemplo de este
invierno vocacional es el monasterio de las monjas capuchinas de la localidad
gaditana de San Fernando. Ayer abandonaban el convento las cuatro últimas
religiosas –todas ellas octogenarias-, después de 128 años de presencia en La
Isla, para trasladarse a la sede que su congregación tiene en El Puerto de
Santa María. Los planes del Obispado de Cádiz pasan por realojar en San
Fernando a un nuevo instituto religioso.
A través de la reciente
constitución apostólica Vultum Dei quarere, el Papa Francisco ha buscado
ofrecer nuevas herramientas en manos de los conventos de clausura para intentar
revitalizarlos o, siendo esto inviable, poner todos los medios a su alcance
para dignificar el cierre.
Junto a esta crisis,
España también asiste a un florecimiento de nuevas comunidades
contemplativas que han visto llenar los claustros de los conventos de
savia joven. Es el caso de las más de doscientas religiosas que pertenecen al
instituto Iesu Communio –con conventos en Lerma y la Alguilera
(Burgos)- o las Carmelitas Samaritanas del Sagrado Corazón –presentes en
Valladolid y Valdediós (Asturias)-. Igualmente destaca la Familia monástica de
Belén, de la Asunción de la Virgen y de San Bruno, presentes en Sigena (Huesca)
y Jerez de la Frontera (Cádiz).
«Las nuevas expresiones
de vida contemplativa son un regalo para la Iglesia, pero hemos de esperar a
que se aquilaten en la fidelidad humilde y discreta que siempre granjea el paso
del tiempo», asegura Mons. Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo y responsable
de la vida contemplativa en la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada.
Fuente: Vida Nueva