13.3.17

EL ÁNGEL DEL MEDITERRÁNEO: “YO NO VEO UN TERRORISTA, VEO UN HERMANO NECESITADO”

La historia de Sor Ángela Bipendu, mujer, religiosa, médico, quien atiende el ‘grito de ayuda’ de los refugiados en el mar Mediterráneo

Existen voces críticas contra el Papa, la Iglesia y quienes ayudan a los migrantes porque consideran se está apoyando una invasión en Europa de musulmanes y de posibles terroristas.
“Yo en ese momento no veo un terrorista. Yo en ese momento no veo un invasor. En ese instante de dificultad veo una persona humana que tiene necesidad de la vida.  Una persona ante la que me debo arrodillar para ayudar. Por lo demás, lo que será después yo no lo sé. No sé qué pasará en el corazón de las personas”. Es la voz del Ángel del Mediterráneo, como ya se le conoce.

Sor Ángela Bipendu, 43 años, congoleña, religiosa es médico voluntario de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de Malta. Ella nos atendió al teléfono desde el buque “Ubaldo Diciotti” (CP941) de la Marina Italiana que patrulla el mar Mediterráneo para rescatar a los supervivientes de las chalupas sobrecargadas en dirección a Europa. Lleva tres meses consecutivos embarcada.
¿Terroristas? “Nosotros estamos ahí para salvar primero las vidas humanas. No podemos dejar esa chalupa que está hundiéndose con 140, 150 personas jóvenes. Mujeres, niños que pueden morir. Antes salvamos las vidas. Como la vida es un derecho para cada uno de nosotros, luego son ellos los que deciden como comportarse…”.
“Trabajamos como una cadena humana para atender los brazos extendidos y abiertos de quien nos pide ayuda”, dice Sor Ángela, quien es religiosa de la Congregación de las hermanas Discípulas del Redentor en la Comunidad Cristianos en el Mundo, pertenece a la diócesis de Luiza (R.D. Congo).
Sor Ángela, tras 25 años de haber tomado los hábitos religiosos, es médico y graduada en la Universidad de los Estudios de Palermo, Italia.  La Congregación la envía en misión al ‘bel paese’ y termina ayudando a los más necesitados y desesperados: los prófugos y refugiados que arriesgan sus vida en el intento de atravesar el Mediterráneo desde el África y el Oriente Medio en “búsqueda de paz y serenidad, no riquezas”.
Una mujer, un médico, una religiosa que combina su profesionalidad con su espiritualidad y vocación. “En primer lugar, yo encuentro a Jesús en estas personas desesperadas. Lo primero que hago es intentar tranquilizarlas, aportarles una palabra de consuelo, de ayuda, busco siempre de hacerlas olvidar de esas 24, 48, 72 horas de navegación. Busco siempre de estar cerca a ellos, hacerlos cantar a veces, buscar a los que pueden rezar con nosotros”.
El mar ahora es su casa y su templo para encontrar a Dios. Su jornada inicia a las 5 de la mañana. Reza durante una hora. Luego inicia su labor humanitaria. Este es el cuarto año desde que se embarcó como médico voluntario. Cuando está en tierra firme trabaja en la unidad de cardiocirugía de un hospital en Palermo.
Ella reza con los que puede en medio a esa tragedia. No importa sin son personas musulmanas. “¡Sí rezamos, hay musulmanes que rezan con nosotros! Rezamos juntos. Eso significa que somos una sola cosa. En ese momento, en esa lancha de la Guardia Costera, no somos ni judíos, ni cristianos, ni musulmanes, somos una única cosa. También ellos mismos dicen, en esta situación todos somos una misma cosa. No somos musulmanes o cristianos. Algo que da mucho gusto. Cada uno reza en su propio idioma, como quiere. Pero rezamos y agradecemos a Dios por la salvación”.
¿Cuál es la situación actual de la emergencia?
Hay tantos desembarcos desde enero hasta hoy. En el último salvamento llevamos a 750 personas, 120 de ellas muy graves de salud al puerto de Vibo Valentia (Calabria, Italia).
¿Cuáles son las primeras medidas de auxilio que se toman?
Actuamos con rapidez para detectar las personas más débiles. Llegan en estado de hipotermia, de cansancio, de frío, de hambre. Así, intervenimos para prestar las primeros auxilios.
Ellos viajando en estas chalupas  (embarcaciones pequeñas) que son medios de transporte muy peligrosos y ocupados hasta el límite; embarcan agua. Hacemos un Triage (Triaje), método de selección y clasificación de pacientes para detectar enfermedades infecciosas y verificar quien está sano y comunicar con el Ministerio (de Salud) y el Puerto de destino.
Desde aquí vemos las imágenes ¿Es verdad que entre ellos hay muchas mujeres embarazas y niños? 
¡Sí, es verdad! Tantísimas mujeres encintas, niños, menores no acompañados. Por ende, yo estoy allí a atender a las mujeres, a ver si está encinta, en qué mes, si está ya en el noveno mes. Entonces se adoptan medidas urgentes. Entre el 30% o 40% son mujeres y niños.
¿De dónde vienen la mayoría de estas personas? 
Del África subsahariana (países africanos que no limitan con el mar Mediterráneo), luego de Siria y de Marruecos, Túnez, Libia, la zona del Magreb.
Ahí hay varias historias…
Una reciente es la de una mujer embarazada, en el noveno mes, que tenía contracciones. Yo tenía que acompañarla a Lampedusa (Isla de Sicilia) en una lancha patrullera estábamos a 60 millas de Libia, 120 millas hasta llegar a Italia.
Por lo tanto, a las 2 de la mañana con la oscuridad, yo he tenido que hacer bajar la señora y el marido. Mientras estábamos en navegación las contracciones se acentuaban.  Apenas haber llegado a Lampedusa, la señora ha dado a  la luz un niño. Me ha impresionado la dignidad que ha mantenido la señora en medio a los dolores del parto hasta el final.
Quizá que emoción…
Luego, están los niños que te dicen una cosa, pero mirando el mar ves en sus ojos el miedo. Nosotros y los Guardacostas damos juguetes a los niños. Ellos no olvidan inmediatamente. Nos esforzamos por hacerles olvidar lo que pasan.
El papa Francisco habla de la Globalización de la indiferencia y ha pedido en varias ocasiones para que quien tiene la autoridad pueda ayudar a estas personas desesperadas. ¿Usted que está en primera línea como comenta este llamamiento?
¡Cierto! Siendo seres humanos, todos estamos llamados a ayudar a otro ser humano. No podemos ser indiferentes al grito de quien lo necesita. Jesús mismo ha dicho: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Por lo tanto, ¿quién es mi prójimo? Mi prójimo es aquel que en ese momento extiende los brazos, pide algo. Eso que busca es la paz, la serenidad. 
Yo no pienso que todo el que escapa, viene a (Europa) a buscar el bienestar. ¡Basta solo la paz! Vemos quien muere, quien escapa y busca sólo la paz. El Papa tiene razón. No debemos jamás ser indiferentes. Abrir nuestras puertas, nuestros corazones al grito de quien nos pide ayuda.
Parecería obvio y en cambio no lo es… ¿Hasta que punto están desesperadas estas personas al arriesgar sus vidas junto a las de sus familias al enfrentar la mar hostil y el pleno invierno europeo?
Buscan la serenidad. Cuando yo hablo con ellos, les pregunto: ¿Por qué? ¿No ven que es peligroso? ‘Hermana, nosotros no lo soportamos más. En África tenemos gobernantes que no piensan en el pueblo abandonado; únicamente piensan en sí mismos. Nosotros escapamos y vamos donde hay paz’. Esto es lo que me dicen.
Entrando en la política, hay quien me dice nosotros hemos sido siempre esclavizados por los grandes poderes. Los recursos se los llevan donde quieren. Nosotros no queremos vivir así.
El papa Francisco ha pedido que el flotador de una niña de 4 años muerta en el mar, que le ha regalado un rescatista en medio de las lágrimas, sea expuesto en la oficina del nuevo dicasterio sobre Desarrollo Humano. ¿Qué opinión tiene de esa preocupación del Papa por los refugiados y sus varios llamados para mejorar su situación?
No podemos olvidar que el papa es una persona como todos nosotros. Quien tiene humanidad, no puede ver a otro ser humano sufrir. Por eso, es que él combate para hacernos entender de ayudar a nuestros hermanos.
Él no podrá quedar indiferente ante esa problemática, es él el motor, el papa es el padre de nuestra Iglesia. Por ende, si él es indiferente como tantas otras personas, entonces el sentido de la Iglesia, el sentido de la vida católica, cristiana, no será más lo que pensamos. En primer lugar es el Papa que nos debe dar ese ejemplo y nosotros debemos seguirlo.
El apóstol Santiago dice: Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. ¿Cómo interpreta en su vida este paso del Evangelio? 
Yo hago ver lo que soy, no sólo a través de la profesionalidad, aportando también la humanidad a estas personas. Pero son ellos que me enriquecen. Yo les doy algo, pero recibo mucho más de lo que doy yo. En este sentido, interpreto este paso del Evangelio.
¿Cómo trabaja con los socorristas italianos?
Somos una familia. Hacemos una cadena humana para atender a los brazos abiertos de las personas que nos piden ayuda. He visto jóvenes lanzarse al mar para acudir a alguien que se ahoga.
Padres de familia, voluntarios, que dejan a sus pequeños y vienen a hacer jugar a los niños que salvamos, como si fueran de ellos. Un trabajo de dedicación, de amor, jamás visto.
Hombres y mujeres de la Guarda Costa italiana que están dispuestos a sacrificar sus vidas para salvar otras. Las grandes olas, la tempestad, el viento fuerte, nada los detiene. Tantas personas no lo saben.  Son personas normales que corren riesgos para rescatar vidas e incluso cadáveres en el mar abierto. Ellos me dan alegría. No sé que sentimiento probar: amor, ternura, alegría…
Existen algunos  partidos o políticos que ganan votos explotando el miedo de las personas. ¿Qué opinión les merece?
Yo respondo con las palabras de san Juan Pablo II: “¡No tengan miedo! ¡Abran – aún más – abran de par en par las puertas a Cristo!”. No debemos jamás cerrarnos. Somos personas humanas. Cuándo Jesús vino al Mundo no vino por una determinada población. Ha venido por todos nosotros. Vino a salvarnos a todos sin distinción. ¿Por qué nosotros debemos distinguir, quien puede y quien no? Porque no podemos ayudar a quien tienen necesidad, sin ver de dónde es, por lo tanto, la autoridad debe ayudar los débiles, quien tiene necesidad. El inmigrante que toca a la puerta. No se deben cerrar las puertas. Como Jesús dijo Vengan a mí, todos los que están cansados.
¿Cómo la gente puede ayudarles? 
Pueden pedir a la Orden de Malta lo que se necesita. En estos momentos, necesitamos cobijas, bolsas plásticas, juguetes, pañales, vestidos. Cualquier cosa es de ayuda….
ARY WALDIR RAMOS DÍAZ
Fuente: Aleteia


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