El cambio es lingüístico... aunque no es realmente un cambio, sino al revés: es la reversión de un cambio inapropiado (que se prolongó durante casi medio siglo) para volver a la forma original
Este
domingo, primero de Cuaresma (y por tanto ya en las misas celebradas el
sábado por la tarde), entra en vigor la 3ª edición del misal romano
postconciliar en castellano, presentada por la conferencia episcopal el
pasado 7 de octubre.
Sigue a las ediciones de 1970 y 1988 y fue aprobada el 21
de abril de 2010 por la asamblea plenaria de los obispos españoles y el 8 de
diciembre de 2015 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos.
"La nueva edición no cambia nada sustancialmente", explica el obispo de Segovia, César
Franco, en su carta de esta semana: "Incorpora la traducción
de la Biblia de la Conferencia Episcopal, y ha revisado la traducción vigente
hasta ahora de la edición latina, ajustándola a un criterio de mayor
literalidad.
Hay un cambio, sin embargo, que los fieles notarán por
tratarse de las palabras de la consagración del cáliz, cambio que se debe a
una decisión de Benedicto XVI antes de su renuncia. En las palabras de Jesús
sobre el cáliz, el misal actual dice que su sangre es derramada «por vosotros
y por todos los hombres para el perdón de los pecados». Sin embargo, en Mateo
y Marcos, no se dice «por todos», sino «por muchos»".
Por tanto, donde actualmente se dice "será derramada por vosotros y
por todos los hombres para el perdón de los pecados" pasará a
decirse "será derramada por vosotros y por muchos para el
perdón de los pecados".
Diez años de recorrido
Es el último paso de un camino que inició el cardenal Francis Arinze,
entonces prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el 17 de
octubre de 2006. Con tal fecha dirigió una carta a los
presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo con
instrucciones para que introdujesen esa modificación en las nuevas
traducciones del misal.
La recepción de esa orden varió según países, con algunos episcopados, como
el húngaro, muy rápidos en aplicar la orden y otros (como el italiano o el
alemán) renuentes a ella. Por ese motivo, el 14 de abril de 2012
Benedicto XVI dirigió una severa carta al entonces presidente
de los obispos germanos, Robert Zollitsch, arzobispo de
Friburgo, para urgir tanto su aplicación como su adecuada explicación a los
fieles.
Desde el punto de vista teológico, el asunto no presenta dificultad.
Jesucristo murió por todos los hombres, algo que "forma parte
de las certezas básicas de nuestra fe", como afirmaba en la carta el
Papa Ratzinger. Pero no todos los hombres se salvan, como definió, entre
otros, el Papa Benedicto XII en 1336: "Definimos que... las
almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual inmediatamente
después de su muerte bajan al infierno".
"Pro multis" es "por muchos", sin interpretación posible
La cuestión pertenece más bien al orden lingüístico-sacramental. Tanto la
misa tradicional como el nuevo rito de la misa que Pablo VI promulgó en 1969
mantenían la fórmula de la consagración del vino: "Qui pro vobis et pro
multis effundetur", esto es, "que será derramada por vosotros
y por muchos".
Fragmento de la Constitución Apostólica Missale Romanum de 1969, tal como aparece en la
página web de la Santa Sede: el texto original dice "pro
multis".
¿Por qué "por muchos"? El Catecismo Romano, promulgado por San Pío
V en 1566 tras el Concilio de Trento, explicaba que "con gran sabiduría
obró [Nuestro Señor] no diciendo 'por todos', puesto que entonces solo
hablaba de los frutos de su Pasión, la cual solo para los escogidos produce
frutos de salvación".
Sin embargo, con sorprendente unanimidad, todas las traducciones a lengua
vernácula convirtieron ese "por muchos" en "por todos los
hombres".
"No fue una traducción pura, sino una interpretación", denunciaba
Benedicto XVI en su carta de 2012. Interpretación, añade, que se basó en un
"consenso exegético que quebró: ya no existe". Y, de hecho, dedica
la mayor parte de la carta a desmenuzar por qué, exégesis en mano, "por
muchos" y "por todos" no son intercambiables.
En sentencia lapidaria de Santo Tomás de Aquino, "la Pasión de
Cristo fue suficiente para todos y de su eficacia se aprovecharon muchos".
En consecuencia, pedía Benedicto XVI, "en la nueva traducción del misal
las palabras pro multis deben ser traducidas, y no
interpretadas. La simple traducción 'por muchos' debe sustituir a la
interpretativa 'por todos'".
Lo que importa es lo que Jesús dijo
Es una cuestión de fidelidad a la Palabra de Dios, concluía el hoy Papa
emérito: "La Iglesia tomó esta formulación de la narrativa de la
institución en el Nuevo Testamento. La plegaria eucarística dice 'por
muchos' por respeto a la Palabra de Jesús, para permanecer fiel a Él también
en la Palabra".
De hecho, en su carta de 2006, el cardenal Arinze recordaba a los
destinatarios que "las palabras [de la narración de la institución] se
han traducido fielmente de este modo ['por muchos'] en la mayoría de las
versiones bíblicas modernas" y "que las anáforas de los
diversos ritos orientales, ya sea en griego, siríaco, armenio, idiomas
eslavos, etc., contienen en sus respectivas lenguas el equivalente del latín pro
multis".
Por tanto, el cambio del "por todos los hombres" al "por
muchos" no es ninguna novedad teológica, pues ambas cosas son verdad,
una en un sentido, la otra en otro. El cambio es lingüístico... aunque no es
realmente un cambio, sino al revés: es la reversión de un cambio
inapropiado (que se prolongó durante casi medio siglo) para volver a la
forma original.
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