Lleva 34 años en Zimbabue, pero conserva
su acento cordobés como si fuera ayer cuando corría por las
calles de la barriada El Naranjo
Lola
Pérez Carrasquilla ya no es Lola, es Muembe, que significa pájaro en
la lengua de la tribu tonga, con la que comparte risas y angustias. «Me
pusieron ese nombre porque cuando llegué me movía rápido en mi bicicleta,
era la reina del mundo. Igual estaba en el hospital que visitando a la gente
en sus poblados».
Tiene
otro apelativo, Banene, abuela. Así la llaman sus 18 nietos, a los
que cuida en el Hogar del Amanecer.
Si
le preguntas por Rafael, el último huérfano que llegó, se le ilumina la cara:
«¡Mi bombón, mi chocolate, me lo como!», exclama. «Llegó desnutrido y ha
engordado cuatro kilos en tres meses». Ella, enfermera, matrona y la única
española entre un centenar de misioneras zimbabuenses, habla a los pequeños en
español, y les canta hasta los cinco lobitos. «El otro día una chiquilla de
tres años vino y me dijo, en perfecto español: “Banene, guapa, te quiero
mucho”». Lo dice, y se la nota: «Soy muy feliz».
Estuvo
de gira por España para contribuir con su testimonio a la pasada campaña de
Manos Unidas de este año, que alerta sobre las toneladas de alimentos que se
desperdician en el Primer Mundo.
Lola, ¿qué piensas cuando
lees que en Europa tiramos a la basura 89 millones de toneladas de comida al
año?
Lloro de impotencia al ver
a mis niños muertos de hambre mientras nosotros, a este lado del mundo,
desperdiciamos toneladas de comida. En Zimbabue llevamos dos años de sequía, y
hay gente que come una vez al día o ni siquiera come, niños que van a la
escuela sin ningún alimento. Nos llevan a diario niños al hospital que se
desmayan en el colegio por falta de nutrición, así que tenemos un cubo de agua
con azúcar y eso es lo que les damos. Los pobrecitos se animan cuando lo beben.
El 33 % del despilfarro de
alimentos se origina en los hogares. ¿Qué dirías a esa persona que hoy, al
abrir su nevera, va a tirar un par de piezas de fruta pochas o el táper de los
restos de ayer que huelen regular?
Por favor, hay gente que se
está muriendo de hambre. Imaginaos que sois vosotros… Aquí se tira tanto y allí
no da para comer. Un poco de harina de maíz hervida y hierbas hervidas que
cogen del campo, esa es la dieta… cuando hay harina. Un día iba paseando con
una de mis monjas y vimos dos chiquillos gatear hacia los árboles. «¿Qué
hacéis?», les preguntamos. «Estamos comiendo las hojas». Cuando les pedí que me
dejaran probar lo que estaban comiendo vi que andaban chupando las cagadas de
gusano, que estaban dulces. En qué mundo de locos estamos.
El hambre no solo es la
peor enfermedad, que además se puede erradicar, sino que, supongo, afecta al
desarrollo de los niños, el futuro de Zimbabwe.
Así es. El hambre afecta a
su desarrollo, a la inteligencia y al rendimiento escolar en todos los campos.
Nosotras tenemos muchos niños que tienen 10 años y están en 2º de Primaria. La
niña más mayor de nuestro hogar tiene 17 años y está en 2º de Secundaria. Ahora
estamos esperanzados, porque desde hace unos meses hay un nuevo programa
gubernamental en el que dan a los niños en los colegios una papilla que tiene
muchas vitaminas.
¿Y qué hay del virus del
VIH, el asesino silencioso en el país?
Hay gente que nos dice que
no sabe qué es mejor, si morir de hambre o de sida. Recuerdo aún a un hombre
que murió por el virus en el hospital y tenía dos mujeres, a las que hicimos
las pruebas. Una dio negativo, y lloraba desconsolada. Prefería estar enferma
para que en el hospital se la diera de comer. Ahora hay menos muertes, por el
conocimiento de la enfermedad y por la medicación gratuita que da el Gobierno,
pero en nuestra tribu, los tongas, son polígamos y es muy difícil controlarlo.
La evangelización es un trabajo grande y lento, solo hay un 10 % de católicos.
El resto son animistas.
Gracias
a Manos Unidas las misioneras Hijas del Calvario tienen el mejor hospital del
país.
Incluso cuando vienen
presidentes de otros países van a visitar el hospital, que está al lado de las
cataratas Victoria. Zimbabue es un país precioso, pero con unas diferencias
sociales grandísimas.
Que
tiene además el presidente más longevo del mundo…
Mugabe tiene 93 años y
piensa presentarse a las elecciones el año que viene.
Cristina
Sánchez Aguilar
Fuente: Alfa y Omega