Un
predicador tiene que estar siempre en camino sin buscar “un seguro de vida”
quedándose quieto
El
Evangelio se anuncia con humildad, venciendo la tentación de la soberbia. Esta
es la exhortación del papa Francisco en la misa de este martes en la Casa Santa
Marta, en la fiesta de San Marco Evangelista. A la celebración tomaron parte
los cardenales consejeros del C9 reunidos hasta el miércoles.
“Hoy
–dijo el Papa al inicio de la misa– es San Marcos evangelista, fundador de la
Iglesia de Alejandría. Ofrezco esta misa por mi hermano papa Tawadros II,
patriarca de Alejandría de los Coptos, pidiendo la gracia de que el Señor
bendiga nuestras dos Iglesias con la abundancia del Espíritu Santo”.
El
Santo Padre reiteró que los cristianos tienen que “salir para anunciar” y que
un predicador tiene que estar siempre en camino sin buscar “un seguro de vida”
quedándose quieto.
Papa
centró su homilía en el Evangelio de san Marcos que señala el mandato del Señor
a los discípulos, precisando que “el Evangelio se proclama siempre en camino,
nunca sentados”.
“Es
necesario salir donde Jesús es desconocido, donde es perseguido, o donde es
desfigurado, para proclamar el verdadero Evangelio”, dijo.
Invitó
así a “salir para anunciar” sea “en camino físico que espiritual, o en un
camino de sufrimientos” como lo hacen “tantos enfermos que ofrecen su dolor por
la Iglesia, por los cristianos, pero siempre salen de si mismos”.
Pero
cuál es el estilo de este anuncio, se interroga el Papa. “San Pedro que
justamente ha sido el maestro de Marcos -responde- es muy claro al describir
este estilo”, o sea que “el Evangelio es anunciado con humildad, porque el Hijo
de Dios se humilló y se rebajó. El estilo de Dios es este” y “no hay otro”.
Porque “el anuncio del Evangelio no es un carnaval, una fiesta”.
“El
Evangelio -indicó el Papa- no puede ser anunciado con el poder humano, no puede
ser anunciado con el espíritu de trepar y subir”. Porque “Dios se resiste a los
soberbios y da gracia a los humildes”.
El
Santo Padre advirtió de una tentación al anunciar el Evangelio: “la tentación
del poder, de la soberbia, de la mundanidad, de tantas mundanidades que existen
y que llevan a predicar o a fingir”.
Y
reiteró que no es predicar el difundir “un Evangelio aguado, sin fuerza, sin
Cristo crucificado y resucitado”.
Y
si un cristiano asegura que anuncia el Evangelio, pero que ‘nunca es tentado’,
significa que “el diablo no se preocupa” porque “estamos predicando un
evangelio que no sirve”.
Fuente:
Zenit