“El Señor Jesús debe
inspirar cada vez más nuestro modelo de vida, y nosotros debemos tratar de comportarnos
como Él se comportó”
“Cuando
sufrimos por hacer el bien estamos en comunión con el Señor", aseguró el
Papa Francisco en la catequesis de la
Audiencia General del miércoles en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Pocos
días antes del comienzo de la Semana Santa, el
Santo Padre quiso explicar el sentido del sufrimiento en el contexto de la
esperanza cristiana. La enseñanza del Pontífice estuvo centrada en la
meditación sobre la esperanza cristiana “Dar razón de la esperanza que está en
nosotros”, de la primera epístola de San Pedro.
“San
Pedro afirma que ‘es mejor sufrir por hacer el bien que por hacer el mal’. Esto
no quiere decir que sea bueno sufrir, pero que cuando sufrimos por hacer el
bien, estamos en comunión con el Señor, el cual ha aceptado ser clavado en
la cruz por
nuestra salvación”, explicó el Obispo de Roma.
Francisco
explicó el sentido de aceptar el sufrimiento como una forma de entregarse a los
demás: “Cuando nosotros, en situaciones más pequeñas o más grandes en
nuestra vida, aceptamos sufrir
por el bien, es como si sembrásemos en torno a nosotros semillas de
resurrección y de vida, y como si hiciésemos resplandecer en la oscuridad la
luz de la Pascua”.
“Es
por eso por lo que el Apóstol nos exhorta a responder siempre buscando el bien.
La bendición no es una formalidad, no es sólo un signo de cortesía, sino un
regalo grande que nosotros hemos recibido en primer lugar, y que tenemos la
posibilidad de compartir con los hermanos. Es el anuncio del amor de Dios, un
amor desmesurado que no se agota, que nunca va a menos, y que constituye el
verdadero fundamento de nuestra esperanza”.
Esta
carta de San Pedro “logra ofrecer gran consuelo y paz, haciendo percibir como
el Señor está siempre a nuestro lado y no nos abandona nunca, sobre todo en los
momentos más delicados y difíciles de nuestra vida”.
“El
secreto está en el hecho de que este escrito tiene sus raíces directamente en
la Pascua, en el corazón del misterio que estamos por celebrar haciéndonos así
percibir toda la luz y la alegría que surge de la muerte y la resurrección de
Cristo”.
El
Papa explicó que “Cristo resucitó realmente, está vivo y habita en cada uno de
nosotros. Y por ello San Pedro nos invita con fuerza a adorarlo en nuestros
corazones. En ellos, el Señor ha establecido su morada en el momento de nuestro
Bautismo, y desde ese momento continúa renovando nuestra vida, colmándola de su
amor y de la plenitud de su Espíritu”.
Además,
afirmó que “la esperanza no es un concepto, no es un sentimiento. Es una
Persona. Es el Señor Jesús que reconocemos vivo y presente en nosotros y en
nuestros hermanos. Comprendemos, entonces, que de esta esperanza no se tiene
que tomar de forma teórica, con las palabras, sino con el testimonio de la
vida”.
Esa
forma de vivir la esperanza “debe estar en el interior de la comunidad
cristiana, pero también de los que están fuera de ella. Si Cristo está vivo y
habita en nosotros, en nuestro corazón, entonces debemos también permitir que
se haga visible y que actúe en nosotros”.
“Esto
significa –continuó– que el Señor Jesús debe inspirar cada vez más nuestro
modelo de vida, y que nosotros debemos tratar de comportarnos como Él se
comportó”.
Por
lo tanto, “la esperanza que habita en nosotros no puede quedar oculta en
nuestro interior, en nuestro corazón, sino que debe, necesariamente,
transmitirse al de fuera, tomando la forma inconfundible de la dulzura, de la
bondad con el prójimo, llegando tan lejos como para personar al que nos hace
mal. Sí, porque así es como lo hizo Jesús, y como continúa a hacerlo por medio
de aquellos que le han hecho espacio en el corazón y en su vida, en el conocimiento
de que el mal no se vence con el mal, sino con la humildad, con la misericordia
y con la dulzura”.
Por Miguel Pérez
Pichel
Fuente: ACI Prensa