El Pontífice subrayó que
“los párrocos son la fuerza de la Iglesia en Italia”
El
Papa Francisco animó al clero a seguir el ejemplo del sacerdote italiano don
Primo Mazzolari quien “vivió como un sacerdote pobre, no como un pobre
sacerdote” y a quien situó como “predecesor de la Iglesia en salida”.
En
la primera parada de su peregrinación a las tumbas de los sacerdotes don Primo
Mazzolari, en Bozzolo (Diócesis de Cremona), y de don Lorenzo Milani, en
Barbiana (Diócesis de Florencia), el Santo Padre ofreció un discurso en el que
reflexionó sobre algunas claves de la vida de los sacerdotes. El
primero está en proceso de beatificación.
Tras
haber orado unos instantes ante la tumba de don Primo Mazzolari, el Pontífice
subrayó que “los párrocos son la fuerza de la Iglesia en Italia”, y puso de
ejemplo a este sacerdote italiano por su compromiso pastoral.
“Don
Primo Mazzolari fue considerado como ‘el párroco de Italia’”, destacó. “Como
decía el Beato Pablo VI: ‘Caminaba adelante con un paso largo, y con frecuencia
no se le podía seguir el ritmo. Y así sufrió él y hemos sufrido también
nosotros. Es el destino de los profetas’”.
El
Papa meditó sobre el mensaje de don Primo Mazzolari, “para lo cual, me sitúo
simbólicamente ante los tres escenarios que cada día llenaron sus ojos y su
corazón: el río, la granja y la llanura”.
El río
“Don
Primo desempeñó su ministerio a lo largo del río, símbolo del poder de la
gracia de Dios que va recorriendo incesantemente a lo largo del mundo”,
explicó.
“Su
palabra, predicada o escrita, dibujaba un pensamiento y una fuerza persuasiva
clara de la fuente de la Palabra del Dios vivo: el Evangelio meditado y rezado
ante el Crucifijo y ante los hombres, celebrando con gestos sacramentales que
jamás redujo a un puro rito”.
El
Papa señaló que “don Mazzolari, párroco en Cicognara y en Bozzolo, no abandonó
nunca el río de la vida, del sufrimiento de la gente, que le formó como pastor
contundente y exigente, en primer lugar consigo mismo. A lo largo del río
aprendía a recibir cada día el don de la verdad y del amor, para hacerse
portador fuerte y generoso”.
“Su
profecía se realizaba en el amar el propio tiempo, en el vincularse a la vida
de las personas que conocía, en el aprovechar cada oportunidad de anunciar la
misericordia de Dios. Don Mazzolari no era alguien que se lamentara por la
Iglesia del pasado, sino que trataba de cambiar la Iglesia y el mundo por medio
del amor apasionado y de la dedicación incondicional”.
La granja
El
Santo Padre explicó el simbolismo de la granja, la cual “en tiempos de don
Primo, era una ‘familia de
familias’ que vivían juntos en este fértil campo, también sufriendo injusticias
y miserias, a la espera de un cambio que, a su vez, se tradujo en un éxodo a
las ciudades”.
“La
granja, la casa, nos dice la idea de Iglesia que guiaba a don Mazzolari.
También él pensaba en una Iglesia en salida”. Don Mazzolari “era un párroco
convencido de que ‘el destino del mundo se madura en las periferias’, e hizo de
la propia humanidad un instrumento de la misericordia de Dios”.
Recordó
que se le definía como “el párroco de los lejanos”, pues en su acción pastoral
se preocupaba por los que estaban lejos, y trataba de poner en práctica “un
método de apostolado válido para todos”.
“Esta
mirada misericordiosa y evangélica sobre la humanidad le llevó a dar valor
también a la necesaria gradualidad. El sacerdote no es alguien que exija la
perfección, sino que ayuda a cada uno a dar lo mejor de sí”.
La llanura
Por
último, se refirió a la llanura como un ámbito de evangelización ineludible.
“Quien ha acogido el ‘Discurso de la montaña’ no teme avanzar, como caminante y
testigo, en la llanura que se abre sin límites”.
“A
la caridad pastoral de don Primo se abrían diferentes horizontes en la compleja
situación que debió afrontar: la guerra, los totalitarismos, las luchas
fratricidas, la crisis de la democracia, la miseria de su gente”.
En
este sentido, animó a los sacerdotes a “escuchar el mundo y a los que viven y
trabajan en él para hacerse cargo de cada situación sin miedo a cruzar los
desiertos y las zonas de sombra. Así podemos hacernos Iglesia pobre con los
pobres, la Iglesia de Jesús”.
Don
Primo Mazzolari nació en Cremona el 13 de enero de 1890 y falleció el 12 de
abril de 1959. Su ministerio sacerdotal se caracterizó por su cercanía a los
fieles y su compromiso evangélico con los más desfavorecidos. Asimismo, se
caracterizó por su oposición sin complejos al fascismo y al comunismo. Se
encuentra en proceso de beatificación
Por Miguel Pérez
Pichel
Fuente:
ACI Prensa