Cuando nos reconciliamos
con Dios, somos liberados de los vínculos del mal y podemos ser testigos de que
hemos recibido misericordia
El
santo padre Francisco rezó este jueves, solemnidad de san Pedro y san Pablo, la
oración del ángelus desde su estudio que da hacia la plaza de San Pedro, donde
le esperaban miles de fieles y peregrinos.
A
continuación el texto de las palabras del papa Francisco
«Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Los
Padres de la Iglesia amaban comparar a los santos Apóstoles Pedro y Pablo con
dos columnas, sobre las cuales se apoya la construcción visible de la Iglesia.
Ambos han confirmado con su propia sangre el testimonio dado a Cristo con la
predicación y el servicio a la naciente comunidad cristiana. Este testimonio es
puesto en evidencia en las Lecturas bíblicas de la liturgia hodierna, Lecturas
que indican el motivo por el cual su fe, confesada y anunciada, ha sido luego
coronada con la prueba suprema del martirio.
El
Libro de los Hechos de los Apóstoles (Cfr. 12, 1-11) narra el evento de la
reclusión y de la consiguiente liberación de Pedro. Él experimentó el rechazo
del Evangelio ya en Jerusalén, donde había sido encerrado en la prisión por el
rey Herodes, «su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo» (v. 4). Pero
fue salvado de modo milagroso y así pudo llevar a termine su misión
evangelizadora, primero en la Tierra Santa y después en Roma, poniendo todas
sus energías al servicio de la comunidad cristiana.
También
Pablo ha experimentado hostilidad de las cuales ha sido liberado por el Señor.
Enviado por el Resucitado en muchas ciudades con poblaciones paganas, él
encontró fuertes resistencias sea de parte de sus correligionarios que de parte
de las autoridades civiles. Escribiendo al discípulo Timoteo, reflexiona sobre
su propia vida y sobre su propio recorrido misionero, como también sobre las
persecuciones sufridas a causa del Evangelio.
Estas
dos “liberaciones”, de Pedro y de Pablo, revelan el camino común de los dos
Apóstoles, los cuales fueron enviados por Jesús a anunciar el Evangelio en
ambientes difíciles y en ciertos casos hostiles. Ambos, con sus acontecimientos
personales y eclesiales, demuestran y nos dicen a nosotros, hoy, que el Señor
está siempre a nuestro lado, camina con nosotros, no nos abandona jamás.
Especialmente en el momento de la prueba, Dios nos extiende la mano, viene en
nuestra ayuda y nos libera de las amenazas de los enemigos.
Pero
recordémonos que nuestro verdadero enemigo es el pecado, y el Maligno que nos
empuja a ello. Cuando nos reconciliamos con Dios, especialmente en el
Sacramento de la Penitencia, recibiendo la gracia del perdón, somos liberados
de los vínculos del mal y aliviados del peso de nuestros errores. Así podemos
continuar nuestro recorrido de gozosos anunciadores y testigos del Evangelio,
demostrando que nosotros en primer lugar hemos recibido misericordia.
A
la Virgen María, Reina de los Apóstoles, dirigimos nuestra oración, que hoy es
sobre todo por la Iglesia que vive en Roma y para esta ciudad, de los cuales
Pedro y Pablo son sus patronos. Ellos le obtengan el bienestar espiritual y
material. La bondad y la gracia del Señor sostengan a todo el pueblo romano,
para que viva en fraternidad y concordia, haciendo resplandecer la fe
cristiana, testimoniado con intrépido ardor por los santos Apóstoles Pedro y
Pablo.
Fuente:
Zenit