Presente en la celebración
una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, enviada por su
beatitud Bartolomeo
El
papa Francisco ha bendecido en la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo,
los palios destinados a los arzobispos metropolitanos nombrados durante el
presente año.
El
palio, una vestidura que se pone entorno al cuello y sobre el busto, será
después impuesto a cada arzobispo metropolitano por el nuncio o representante
pontificio, en la respectiva sede metropolitana.
Después
del rito de la bendición de los palios, el Papa presidió la celebración
eucarística con los cardenales, incluidos los cinco elevados ayer, con los
arzobispos metropolitanos y con los obispos y sacerdotes.
Como
es costumbre en ocasión de la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
patronos de la Ciudad de Roma, estaba presente en la celebración una delegación
del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, enviada por su beatitud Bartolomeo
y guiada por su eminencia Job, arzobispo de Telmessos, acompañado por los
sacerdotes Ambrosios Chorozidis y Agathanghelos Siskos.
Después
de la lectura del Evangelio, el Papa pronunció su homilía en la que invitó a
interrogarse “si somos cristianos de salón, de esos que comentan cómo van las
cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que
confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón”.
Recordó
también que incluso hoy en día, en varias partes del mundo, a veces en un clima
de silencio no sin complicidades, muchos cristianos son marginados,
calumniados, discriminados, víctimas de una violencia incluso mortal.
El
Santo Padre señaló también que “la oración nos hace sentir amados y nos permite
amar. Nos hace ir adelante en los momentos más oscuros, porque enciende la luz
de Dios. En la Iglesia, la oración es la que nos sostiene a todos y nos ayuda a
superar las pruebas”.
Y
concluyó señalando que el Señor, que desea ardientemente ver a todo su rebaño
reunido, bendiga y proteja también a la delegación del Patriarcado Ecuménico, y
al querido hermano Bartolomé, que la ha enviado como señal de comunión
apostólica.
Fuente:
Zenit