La hermana Astorga en la
localidad argentina Neuquén, trabaja sin dejar su convento
El
papa Francisco envió por correo electrónico un mensaje animando en su labor a
la monja carmelita de clausura Mónica Astorga, que realiza en Argentina desde
hace 11 años una labor junto a personas transexuales para que abandonen la
prostitución y las adicciones.
“A
vos y al convento los tengo cercanos a mi corazón, como también a las personas
con las que trabajan”, escribió el Pontífice, indicándole que se lo podía decir
a ellas.
Este
es parte el mensaje que el Santo Padre le envió y que ha sido publicado ayer
por el diario LmNeuquén.com, de la ciudad de Neuquén en el sur de
Argentina.
El
Papa le escribió, indica el periódico, “al conocer el proyecto de construcción
de 15 viviendas para mujeres transexuales, en el barrio Confluencia de esta
ciudad”, indica el periódico, y “de la apertura de un hogar de ancianos que
será llevado adelante por personas de este colectivo”.
El
periódico señaló que anteriormente Francisco le escribió a la religiosa:
“En la época de Jesús los leprosos eran rechazados. Ellas son los leprosos de
la actualidad. No dejes el trabajo de frontera que te tocó”.
La
hermana Mónica Astorga, nacida en Buenos Aires, 50 años, vive en un convento en
Neuquén. A los 7 sintió su vocación religiosa a pesar de la oposición de
su familia.
“No
salgo del monasterio, este es mi lugar, desde aquí puedo sostener y empujar a
quienes lo necesitan. Desde aquí surge mi trabajo social”, aclara la
religiosa de clausura, en una declaración anterior hecha al mismo
medio de información.
A
ellos la hermana Mónica señala que al convento había llegado una chica que
quería dar el diezmo. Interrogada sobre su trabajo, ella indicó que se
prostituía porque debido a su condición de travesti no conseguía otro
empleo. “Le preguntaron si necesitaba ayuda y fue ahí que el padre Ítalo
(Varvello) y la hermana Mariucha (Dambroggio) se contactaron conmigo y me
preguntaron si podía ayudarla”, explica al medio.
Esta
chica le pidió ayuda para dejar la prostitución y la hermana Mónica le preguntó
si conocía a otras personas que querían dejar la calle. “Me respondió
‘todas’”. Entonces le dije que las vaya a buscar. Ella se puso a reír y me
contestó: ‘Son como 70’”.
Cuando
llegó esta chica con un primer grupo de transexuales, lo primero que hizo la
religiosa fue invitarlas a la capilla para rezar, “para poner toda su vida en
manos de Jesús y poder fortalecer sus vidas”. Una de ellas le preguntó
cómo podían rezar a Dios si habían sido rechazadas por sus padres y familiares.
“Les pedí que tengan fe porque, si no, estaban muertas. Después les consulté
sobre qué querían hacer de sus vidas, qué sueños querían cumplir”, dijo la
religiosa.
Con
ayuda de la Cáritas diocesana y de otras personas les ayudaron a abrir una
peluquería, un centro de costura etc. La religiosa indicó que no logra entender
que haya hombres que paguen por estar con ellas. “Es indignante porque esos
hombres las levantan en la calle, las maltratan y las usan como si fueran la
basura de la humanidad”, declaró al mismo diario.
Fuente:
Zenit