El motu proprio del Papa
abre esta posibilidad. El hermano Jesús Etayo superior general de la Orden
indica que siempre los pusieron como ejemplo de ‘samaritanos de la
hospitalidad’
Los
hermanos y colaboradores de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, muertos
en Monrovia (Liberia) y Lunsar (Sierra Leona) atendiendo a los enfermos de la
epidemia de ébola, son susceptibles de una apertura del proceso de
beatificación.
Esto
gracias a la nueva normativa aprobada por el papa Francisco para la
Congregación de la causa de los santos, que da una causal más para las
beatificaciones: perder la vida por el prójimo, por amor de Jesús. Criterios
que autorizó el santo padre Francisco a través del Motu proprio, ‘Maiorem
hac dilectionem’ a pedido de la Congregación para la causa de los Santos.
El
hermano Jesús Etayo, superior general de la Orden Hospitalaria san Juan de
Dios, conversó con ZENIT sobre este tema.
“Me
gusta que me llamen hermano aunque soy sacerdote pero somos fundamentalmente
una orden de hermanos”, dice y recuerda que “en Liberia y su capital Monrovia y
en la ciudad de Lunsar, en Sierra Leona, tenemos casas que fueron diezmadas por
la epidemia de ébola”.
Precisó
que en Liberia fallecieron los tres hermanos de la Orden, además de una
religiosa de la comunidad de las misionera de la Inmaculada que colaboraba con
ellos, más cinco colaboradores. En Lunsa falleció un hermano y ocho
colaboradores. “En total 18 personas las que sabían se estaban exponiendo a la
muerte”.
La
epidemia en Libera había iniciado unos meses antes. “El primer hermano conocía
que se podía enfermar pero por así decir a él le pilló más desprevenido. Los
otros en cambio estaban más conscientes del peligro de contagio y antes de
morir supieron que tenían el ébola”. Indicó también que “el material
fundamental para la toma de medidas de precaución lo tuvieron prácticamente con
las ayudas que llegaron del exterior”.
Sobre
la posibilidad de que se les abra un proceso de beatificación, el superior de
la Orden ha señalado que “los hemos puesto como ejemplo. Siempre los llamé
‘samaritanos de la hospitalidad’ o ‘profetas de la hospitalidad’, porque más
allá de la posibilidad de un proceso de beatificación, fueron para nosotros un
testimonio muy fuerte”.
Recordó
que “muchos se podrían haber ido de estos países, en particular los que eran
europeos, y los otros a algún lugar donde no había ébola”. Entretanto todos
ellos “decidieron quedarse con la gente”.
Señala
que cuando se contagiaron “tuvimos que cerrar los hospitales” porque eran
peligrosos en cuanto focos de infección. Sin que por ello cesaran en su
labor, como “los hermanos de Sierra Leona que iban de casa en casas a
llevar comida a la gente que estaba en cuarentena.
“No
se trata solamente de un discurso bonito –asegura el hermano Jesús–
porque tenemos una vocación radical en el sentido de la misión, en
particular por nuestro cuarto voto de hospitalidad, debiendo respetarlo
incluso con peligro de la propia vida. Es una manera de testificar que la vida
religiosa es un proyecto serio que a veces conlleva a la muerte”.
Siempre
sobre la beatificación, el hermano Jesús señala que “al principio como no
estaba dentro de los casos, no lo habíamos pensado” si bien como superior pidió
que recojan “al menos lo que ha sucedido, que se escriba sobre sus personas y
sus vidas, para que sirvan de testimonio”.
“Ahora
con este decreto hablando con el postulador me decía que ellos tienen previsto
un encuentro en la Congregación de la causa de los santos para entender mejor,
entonces sabremos si es posible, o cómo se haría”.
La orden en números
El
padre Jesús señala que “los religiosos entre hermanos y algunos sacerdotes
somos unos 1.100. Estamos en 55 países, con más de 400 centros de servicios,
sanitarios, sociosanitarios y sociales. Nos ocupamos de personas enfermas y
necesitadas. Desde hospitales tecnificados y muy grandes a pequeños centros
para migrantes, para personas con adicciones, enfermos mentales, discapacitados
físicos y psíquicos y las cárceles. Nuestra familia hospitalaria de San Juan de
Dios incluye a unos 60 mil dependientes y unos 20 mil voluntarios”.
Los desafíos de la orden:
“El
primer desafío es mantener vivo el carisma y la misión de la obra, esto implica
la reflexión y discernimiento para decir cuál es el proyecto de Orden que la
Iglesia y el mundo hoy nos demanda. Esta es la clave. A nivel de nuestra vida
consagrada pero también de nuestra misión”. También “si las estructuras
actuales son las más adecuadas para responder a esta llamada que la Iglesia hoy
nos hace”.
Luego
hay otros desafíos, asegura el hermano Jesús: “como el de transmitir los
valores y la filosofía de la Orden a nuestros colaboradores. Tenemos más de 400
centros. A nosotros no nos interesa ser una empresa, una holding, nuestro
objetivo es servir a las personas que sufren. Y por ello es muy importante que
se sientan identificados”.
Esto
asegura “implica información y formación, pero también implicación, testimonio,
transmisión de valores. Tenemos un concepto que llamamos ‘escuela de
hospitalidad’. La hospitalidad para nosotros es el carisma y la misión, o sea
un programa de formación sobre la filosofía de la orden, de transmisión de
valores, con un estilo asistencial propio. Estas existen en todas las
provincias de la orden”.
SERGIO MORA
Fuente:
Zenit