Religiosa Carmelita, 13 de
julio
Martirologio Romano: En la ciudad de Los
Andes, en Chile, santa Teresa de Jesús de los Andes, virgen, que, siendo
novicia en la Orden de Carmelitas Descalzas, consagró, como ella misma decía,
su vida a Dios por el mundo pecador, muriendo de tifus a los veinte años de
edad (†1920).
También conocida como Santa Teresa de
los Andes.
También conocida como Santa Teresa Fernándes Solar.
Etimológicamente: Teresa = Aquella
que es experta en la caza, es de origen griego.
Fecha de canonización: 21 de marzo de 1993
por el Papa Juan Pablo II.
Breve Biografía
Teresa
de Jesús de Los Andes (Juanita Fernández Solar) es la primera chilena y la
primera carmelita americana que ha alcanzado el honor de los altares. Nació en
Santiago de Chile el 13 de julio de 1900, en el seno de una familia acomodada,
muy cristiana.
Desde
los 6 años asistía con su madre casi a diario a la santa misa y suspiraba por
la comunión, que recibió por primera vez el 1 de septiembre de 1910. Desde
entonces procuraba comulgar diariamente y pasar largo rato en diálogo amistoso
con Jesús.
También
desde su niñez vivió una intensa vida mariana, que fue uno de los grandes
cimientos de su vida espiritual. El conocimiento y amor de la Madre de Dios
vivificó y sostuvo todos los momentos de su camino en el seguimiento de Cristo.
Hizo
sus estudios en el colegio del Sagrado Corazón. Profundamente afectiva, se
creía incapaz de vivir separada de los suyos. Sin embargo, asumió generosamente
la prueba de estudiar en régimen de internado los tres últimos cursos, como
entrenamiento para la separación definitiva, que se consumaría el 7 de mayo de
1919, ingresando en las Carmelitas Descalzas de Los Andes.
Se
había sentido llamada al Carmelo a los 14 años. Y, mediante la lectura de los
santos carmelitas y la frecuente correspondencia con la priora de Los Andes,
fue preparándose, de suerte que es admirable la clarividencia con que, desde
sus 17 años, expone el ideal de la carmelita y el ardor con que defiende su
vida contemplativa. Ella la abrazó ilusionada por verdadero amor al mundo; para
serle más útil como testigo de la dimensión espiritual del hombre, y para
contribuir con su sacrificio a que la sangre de Cristo se derrame sobre la
humanidad y la purifique.
No
alcanzando a vivir ni un año entero en el convento, murió el 12 de abril de
1920. Las religiosas aseguraban que al entrar ya era santa. De modo que, en tan
corto tiempo, pudo consumar la carrera a la santidad que había iniciado muy en
serio mucho antes de su primera comunión: “Cristo, ese loco de amor, me ha
vuelto loca”, decía.
Estaba
siempre dispuesta a servir y a sacrificarse por los demás, sobre todo para que
reinaran la alegría y la felicidad, para hacer amable y atractiva la virtud. Su
vida fue enteramente normal y equilibrada.
Alcanzó
una envidiable madurez integrando en la más armoniosa síntesis lo divino y lo
humano: oración, estudios, deberes hogareños... y deporte -al que era muy
aficionada- destacando en natación y equitación.
Su
santuario, visitado por más de cien mil peregrinos cada mes, se ha convertido
en uno de los centros espirituales más concurridos de Chile.
Fue
beatificada por el Papa Juan Pablo 11 en Santiago de Chile el 3 de abril de
1987, y canonizada en la basílica de San Pedro el domingo 21 de marzo de 1993.
Por:
P. Ángel Amo