"La
Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue
ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se
asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y
vencedor del pecado y de la muerte". (Conc.
Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59)
En
1954 el Papa Pío XII, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al
coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa
también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y
realeza de María, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).
El
pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de
reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso:
Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo
creado, de los hombres y aún de los ángeles.
San Juan
Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del
universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en
que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a
atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior
reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las
criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del
mundo entero".
El
Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su
realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa
simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión.
(...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su
abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".
"La
Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada
uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le
permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce
todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las
pruebas de la vida".
NATURALEZA DEL REINO DE
MARÍA
El
reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de
Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y
universal: -"Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y
de paz" (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).
a)
Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá fin (cfr. Lc. 1,33) y,
es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos (cfr.
Fil. 2,10-11).
b)
Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al mundo, para dar
testimonio de la verdad (cfr. Jn. 18,37) y para dar la vida sobrenatural a los
hombres.
c)
Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena de gracia, nos
alcanza las gracias de su Hijo para que seamos santos (cfr. Jn. 1,12-14); y de
justicia porque premia las buenas obras de todos (cfr. Rom. 2,5-6).
d)
Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama con corazón maternal
como hijos suyos y hermanos de su Hijo (cfr. 1 Cor. 13,8).
e)
Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los
corazones que reciben las gracias de Dios (cfr. Is. 9,6).
Santa
María como Reina y Madre del Rey es coronada en sus imágenes -según costumbre
de la Iglesia- para simbolizar por este modo el dominio y poder que tiene
sobre todos los súbditos de su reino.
La
oración Colecta de la Memoria de Santa María Reina dice: "Oh Dios, que nos
han dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito; concédenos, por
su intercesión, el poder llegar a participar en el Reino celestial de la
gloria reservada a tus hijos".
Fuente:
ACI