La seriedad,
al contrario de lo que muchos piensan no implica la amargura, o una forma de
ser antipática y carrancuda
Vivimos en un
mundo que se ha criado en los nefastos brazos del "Espíritu
Hollywoodiano" del "Happy End", y en una sociedad que no se
cansa de mostrarnos por todas partes, en pancartas monumentales, en perfiles de
redes sociales, en la TV, en las revistas de moda, personas sonrientes,
resplandecientes y satisfechas... pero podríamos preguntarnos: ¿De qué se
alegran tanto? ¿De qué están tan satisfechos?
Y al ver esas
expresiones de felicidad tan plástica como efímera, recuerdo el famoso poema de
Juan de Dios Peza, "Reir llorando":
..."¡Ay!
¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!...
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!...
Es por eso que
podríamos preguntarnos si nuestra sociedad realmente ha alcanzado ese anhelo
del alma de todo ser humano o en realidad vive en una eterna mascarada. ¿Como
sociedad, hemos alcanzado realmente la verdadera felicidad?
¿Felicidad
dónde estás?
¿Felicidad
dónde estás? Podríamos decir que esta es una pregunta muy fácil de responder,
pero a la vez tan difícil de comprender.
La respuesta se
puede resumir en una palabra: Dios.
Para él fuimos
creados, en él nos movemos y existimos, y como decía San Agustín: «Nos has
hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en
ti».
Dios nos ha
creado para esto, para la felicidad, pero una sin sombra de tristeza y dolor,
que no acaba, una felicidad absoluta, porque contemplaremos a aquél Ser, que es
Él, Absoluto y Eterno.
Pero mientras
no le veamos cara a cara, mientras peregrinamos en este valle de lágrimas,
¿podemos alcanzar ese natural anhelo de nuestra alma?
En este
peregrinar podemos alcanzar la felicidad, sí, pero en la paz de una conciencia
tranquila y en orden, y en la esperanza y alegre expectativa de aquella
Felicidad Absoluta que se nos promete.
¿Cuántas veces
nos engañamos creyendo que podemos saciar esa necesidad de lo absoluto en esta
tierra? Y nos lanzamos irracionales e intemperantes sobre los placeres de la
carne y de este mundo, vanidad de vanidades...
Un
mundo que pecó de falta de seriedad
Mirando a
nuestro alrededor con objetividad podemos ver como la tristeza y el pecado cada
vez más ensombrece la vida del hombre moderno.
Lo podemos ver
claramente, en las grises megalópolis donde los hombres en furibundos enjambres
se desplazan intemperantes, muchas veces con la primordial necesidad de saciar
su negro egoísmo, con sus rostros lánguidos, víctimas de la tragedia de un
mundo sin rumbo.
Una sociedad
que ríe a carcajadas, y que gusta de respirar el aire poluido de constante
chiste, muchas veces cargado de indecencia, quizás haciendo de ese constante
jolgorio la vía de escape de almas angustiadas y asfixiadas, ciegas ante la
tragedia pero sumergidas en ella, que ya quizás no recuerdan que fueron creadas
para más altas aspiraciones, y respirar en las altas cumbres el aire fresco de
la contemplación Divina.
¡El mundo está
como está porque pecó de falta de seriedad!
Un mundo que se
toma en serio a los humoristas, e ignora o no le da importancia a las verdades
eternas.
Pero la
seriedad, al contrario de lo que muchos piensan no implica la amargura, o una
forma de ser antipática y carrrancuda.
Serio es aquel
que le da el debido valor a cada cosa. Seriedad es tener bien claro cuál es la
escala de valores que debe regir nuestra vida. Seriedad es ver con los ojos del
alma y através del cristal de la inocencia analizar con profundidad la propia
existencia.
Pero quizás
nadie definió tan bien y sintéticamente qué es la seriedad como el Dr. Plinio
Correa de Oliveira:
"La
seriedad es el clima interior según el cual se ama a Dios" 1
Seriedad
católica, seriedad santa
En los
evangelios se nos narra cómo el Divino Maestro en su sacrosanta humanidad,
lloró, gimió, se lamentó, se llenó de compasión y de santa ira, y también se
alegró, pero es interesante notar que en ninguna parte dice, Jesús rió, Jesús
soltó la risa, y para una persona piadosa puede resultar hasta blasfemo
imaginar al Señor dando carcajadas.
Lo sagrado,
simple y sencillamente no encaja con lo frívolo y llano de una carcajada, y es
por eso que quien no es serio no es capaz de comprender por ejemplo el valor de
una ceremonia, o más aún de una vida en ceremonia, en la cual se debería
reflejar siempre lo sagrado de nuestra vocación de hijos de Dios, cuya
comprensión sólo alcanzamos con la seriedad.
Esto no quiere
decir que reír o expresar la alegría esté mal, muy por lo contrario. Pero lo
que define si una risa es sana es si viene de Dios y de un sano relacionamiento
humano, o por el contrario proviene de un ambiente pecaminoso o banal.
Recordemos lo
que decía Don Bosco "Un santo triste, es un triste santo", por lo que
es propio de los santos ser alegres, y profundamente alegres, pero nunca
banales. Debemos ser conscientes que cada acto, por más simple que sea
repercute en el tiempo y lo hará en la eternidad, y es ahí que comprendemos la
seriedad de la vida.
Por esto decía
también el sabio Aristóteles:
"Sólo hay
felicidad, donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego"
El
valor de la seriedad
Decía el Dr.
Plinio Correa de Oliveira: "Nada es más brillante que la seriedad. La más
seria de las piedras es el brillante. Y para quien sabe ver, el más brillante
de los estados de alma es la seriedad". "Seriedad digna, seriedad
grave, seriedad gentil, seriedad respetuosa, seriedad afectuosa: esta es la
verdadera escuela de vivir". 2
¡Que gracia de
Dios sería que nos dejáramos iluminar por ese brillante que es la seriedad!
Al fin
comprenderíamos que alegría es mucho más que una risotada, y que el alma tocada
por la gracia de Dios puede alcanzar un placer que va mucho más allá de lo
terrenal.
Encontraríamos en la seriedad un verdadero paraíso interior, y como que bañados por una divina brisa estaríamos preparados para sufrir cualquier cosa, combatir cualquier guerra, escalar cualquier cumbre si es necesario, sin nunca perder la alegría.
Porque "La
seriedad es jerárquica, busca las cumbres, busca lo Absoluto" 3
Cara
a cara con la Seriedad
"Quien
quiera ser infeliz, evite la seriedad... la frivolidad, el vacío, la nada, la
frustración, la derrota, se sentarán en su cabecera, y lo acompañarán como hadas
maléficas el día entero."4
¡Qué mala
elección hacen aquellas personas que optan por el camino de la falta de
seriedad!
Y qué terrible
será su último día, en que después de cruzar los umbrales de la muerte, se
encuentren de frente con el Justo Juez que es la Seriedad en persona, pidiendo
cuentas de cada uno de sus actos, cada una de sus banalidades, de su falta de
seriedad.
Pidamos a María
Santísima, que como describía la Hna. Lucía, se apareció en Fátima hace 100
años con semblante serio y de suave censura, se compadezca de esta humanidad
falta de seriedad, y envíe el Espíritu Santo que renueve la faz de la tierra, y
así Ella reine, en un mundo nuevo que se caracterice por la Seriedad, la
Ceremonia y un profundo sentido de lo Sagrado.
1 -
Plinio Corrêa de Oliveira, Catolicismo, n° 485, Maio de 1991 (*)
2, 3, 4 - Idem.
2, 3, 4 - Idem.
Por: Santiago Vieto