Existen
estudios que indican que el 1 % de la población ha estado involucrada en
dinámicas sectarias
La
pasada semana, la ciudad francesa de Burdeos acogió el congreso anual de la
International Cultic Studies Association (ICSA), una de las instituciones más
importantes a nivel mundial en el estudio del fenómeno sectario, con el
título Dinámicas sectarias y radicalización.
En
esta ocasión, el congreso estuvo coorganizado con otra institución canadiense
semejante, InfoSecte-InfoCult Montréal, y con la Sociedad Francesa de
Investigación y de Análisis del Control Mental. El alcalde de Burdeos, Alain
Juppé, participó en el acto de inauguración dando la bienvenida a los
participantes y subrayando la gravedad de los fenómenos de radicalización
terrorista que tanto preocupan a las autoridades galas.
Mucho más que las sectas
La
presentación del congreso estuvo a cargo del secretario ejecutivo de la ICSA,
el norteamericano Michael Langone, que recordó las cuatro misiones principales
de su organización, y que hallaron su reflejo en el desarrollo temático del
congreso: «Ayudar a los que han sido dañados por la manipulación psicológica y por
grupos sectarios o semejantes, sensibilizar al público, promover y realizar
investigaciones, apoyar a los profesionales de la ayuda interesados en esta
área».
Porque,
como destacó, «los temas tratados por los conferenciantes en este congreso no
son marginales, esotéricos o sin importancia», ya que «la investigación indica
que en torno al uno por ciento de la población ha estado involucrado en
una secta en algún momento de su vida».
Sin
embargo, la estadística se dispara y «el número de personas afectadas se
incrementa notablemente si se amplía el campo de estudio a las dinámicas
sectarias, es decir, a la poderosa manipulación psicológica que puede
afectar a las relaciones en las religiones, la psicoterapia, los negocios
y las organizaciones políticas, además de a otras relaciones interpersonales,
incluyendo familias y parejas».
¿Qué son las dinámicas
sectarias?
Según
Langone, «podemos caracterizar una dinámica sectaria por una ideología
sostenida intensamente y un liderazgo autoritario, a menudo carismático, que
busca inducir en otros no sólo la obediencia al alto nivel de demanda
de la propia ideología, sino también la aceptación con todo el corazón de esa
ideología».
Para
distinguirlo de otros fenómenos, el experto explicó que «una dinámica
autoritaria, como la que se da en una prisión, impone el cumplimiento,
pero una dinámica sectaria impone el cumplimiento y la creencia». De esta
forma, el sectarismo «trata de cambiar el núcleo mismo de la persona,
de manera que él o ella siga estando conforme cuando no estén presentes los
controles externos». También hay diferencias con el fenómeno del terrorismo
radical, aunque las semejanzas permiten que el conocimiento de las sectas ayude
a entender mejor los procesos de radicalización y desradicalización.
Dignidad de la persona
Al
presentar el congreso internacional, Michael Langone afirmó que los
participantes provenían de diversos planteamientos religiosos e ideológicos, y
de diversas clases sociales. Muchos de ellos con «experiencia personal de abuso
y manipulación». De ahí procede el principio sostenido por la ICSA: «Las
personas deben ser tratadas con respeto, esto es, deben ser preservadas la
mentalidad individual, la autonomía, la identidad y la dignidad».
Por
ello, la afirmación fundamental que animaba a los asistentes al congreso era,
según su organizador, que «las personas no deberían ser tratadas así», en
referencia a los casos de manipulación psicológica. Y de esta forma, durante
las tres jornadas en Burdeos se insistió mucho en la ayuda a las víctimas, la
reconstrucción psicológica y espiritual, el apoyo a las familias, etc.
Langone
también subrayó que «no debemos olvidar a los niños. Un alto porcentaje de
niños nacidos dentro de los grupos sectarios los abandonan cuando se hacen
jóvenes adultos, y muchos de ellos sufren una gran angustia». En estas
situaciones, «los abuelos pueden ser el salvavidas, como pueden serlo los
profesionales de la salud mental, si tienen la formación adecuada».
Distintos niveles de
daño
Es
importante no generalizar, ya que «el grado de control social en los grupos,
incluyendo los socialmente desviados, puede diferir notablemente. Además, las
personas responderán de formas diferentes al mismo ambiente grupal». Esta es la
razón por la que «los niveles de daño que observamos entre aquellos que dejan
los grupos varían según si son miembros de primera o de segunda generación».
Hay
ocasiones en las que no hay daño psicológico, pero esto no invalida el que se
reconozca el sufrimiento causado en otras personas. «Debe ayudarse a las
personas que están heridas. Muchas buscan orientación» y, de hecho, una
encuesta realizada hace unos años a los psicólogos de Pennsylvania reveló que
la mitad de ellos habían tratado a exadeptos de sectas o a sus familiares.
Y
no sólo es importante la ayuda posterior a los dañados por las sectas, con
una buena formación de los profesionales de la salud mental en este campo. Se
hace crucial la «educación preventiva», es decir, «enseñar cómo reconocer y
resistir la manipulación psicológica», yendo más allá de las informaciones
sobre grupos concretos. Por ello el congreso fue precedido por una jornada con
talleres de educación y talleres de prevención, en la que también se presentó
la labor divulgativa y formativa de la Red Iberoamericana de Estudio de las
Sectas (RIES).
Pistas concretas de
ayuda
Desde
la experiencia de la ICSA, Michael Langone sugirió algunas acciones necesarias
ante el fenómeno sectario. Fueron las siguientes:
–
Ayudar a las familias para que aprendan recursos de comunicación para ayudar a
sus seres queridos afectados.
– Educar al público y en especial a los jóvenes en una comprensión mayor de los procesos psicológicos de control e influencia, no en el conocimiento de grupos específicos.
– Formar especialmente a los profesionales de la salud mental y a los ministros religiosos para que puedan ayudar a las personas y familias afectadas.
– Y por parte de los gobiernos y de las fundaciones privadas debe haber una ayuda tanto para los afectados por el sectarismo como para los investigadores que profundizan en la naturaleza, prevalencia, efectos e implicaciones de la manipulación psicológica.
– Educar al público y en especial a los jóvenes en una comprensión mayor de los procesos psicológicos de control e influencia, no en el conocimiento de grupos específicos.
– Formar especialmente a los profesionales de la salud mental y a los ministros religiosos para que puedan ayudar a las personas y familias afectadas.
– Y por parte de los gobiernos y de las fundaciones privadas debe haber una ayuda tanto para los afectados por el sectarismo como para los investigadores que profundizan en la naturaleza, prevalencia, efectos e implicaciones de la manipulación psicológica.
Luis
Santamaría
Fuente:
Aleteia