El 25 de junio de 2016
seis sacerdotes fueron ordenados en la Arquidiócesis de Indianápolis en Estados
Unidos
Con
poco más de un año de ministerio, estos hombres comparten diversas experiencias
en este tiempo en el que han podido servir muy de cerca a Dios y al prójimo.
En
un reciente artículo publicado en el diario The
Criterion de la Arquidiócesis local, uno de los nuevos sacerdotes, el P.
Matthew Tucci, cuenta cómo el teléfono de emergencia sonaba un día muy tarde
por la noche, luego de una dura jornada de trabajo.
“Estaba
cansado”, recuerda el sacerdote que ahora sirve en la Parroquia St.
Christopher, “pero luego pensé que podía ser efectivamente una llamada de
emergencia. ‘Aquí vamos’, pensé”.
La
llamada era de una familia que
pedía los santos óleos para su padre. Era la primera vez que iba a administrar
el sacramento de la unción de los enfermos.
“Tomé
todas mis cosas, las metí al auto como pude y me dirigí a la casa de retiro en
el sur. Me confundí y terminé yendo a otras dos que no eran mi destino”,
cuenta.
“Llegué
avergonzado pero me di cuenta que la gente que me llamó no se había percatado
de ello. Solo vi que estaban contentos porque su padre podría encontrarse con
Cristo en su cruz esa
noche. Vi mucha gracia derramándose en ese hombre que recibía la unción y en
sus hijos. Sintieron el amor de Cristo a través del sacramento de su padre. Fue
hermoso. Esa fue mi experiencia más impactante”.
Para
el P. Kyle Rodden, la “primera semana en la parroquia incluyó muchas
primeras veces”.
El
sacerdote de la Parroquia St. Mónica cuenta que “por primera vez escuché
confesiones, Misas, bautismos, bodas y una misa de quinceañera
en español, y eso solo fue en algunos días”.
“No
tengo un español fluido, pero cuando estaba celebrando un matrimonio, me
llegué a sentir cómodo con un idioma que es no es el mío. La Misa seguía sin
inconvenientes y cuando llegué a la oración de los fieles recordé que tenía que
casar a los novios. ¡Ups! Pedí perdón por el error, les hice las preguntas del
rito, los invité a intercambiar sus votos y listo, ya estaban casados”.
El
presbítero resaltó que “he aprendido, desde entonces y siempre lo recuerdo, que
dependemos de la Misericordia del pueblo de Dios para el ministerio
sacerdotal”.
El P.
James Brockmeier, de la Parroquia San Francisco y Santa Clara, relata que su
momento más especial en el primer año fue una intensa experiencia espiritual
con un pequeño niño en un funeral.
El
niño estaba triste porque su abuelo había muerto y lloraba. “Antes de la Misa
se escondía detrás de sus padres mientras yo hablaba con ellos. Cuando me lo
presentaron, me miraba como si yo encarnara todos lo que lo hacía infeliz ese
día”, comenta.
“Mientras
me iba, el pequeño que aún estaba con su padre, de pronto se calmó, corrió
hacia mí y me sorprendió con un abrazo (…) Tuve la sensación palpable de que la
consoladora presencia del sacerdocio de
Cristo estaba obrando a través mío en ese momento”.
Para
el P. Anthony Hollowell, la experiencia más fuerte de este primer año de
sacerdocio ha sido encontrar la misericordia de Dios en el sacramento de la
reconciliación, concretamente cuando confesaba sus pecados de omisión al P.
Tucci.
“Esos
pecados de omisión son particularmente dolorosos porque son momentos en los que
fallo para vivir mi identidad primaria, que es ser padre de los hijos de Dios”.
El
sacerdote cuenta que ante esos pecados, el presbítero “era muy acertado y
misericordioso y mi alma se vio muy tocada por Dios en ese momento. Me recordó
que estoy hecho de barro y que la misericordia del Señor es la piedra angular
de mi propia vocación”.
En
el caso del P. Douglas Hunter, lo más intenso no ha sido un solo momento,
sino el tiempo dedicado a recorrer más de 20 mil kilómetros con su auto,
mientras sirve en la Parroquia St. Pius X.
Con
frecuencia ha debido ir a la escuela secundaria, a la parroquia y a varios
hospitales. También ha ido con jóvenes hasta Washington y a Cincinnati en Ohio.
“Ha
sido una experiencia maravillosa. He aprendido mucho y hay mucho también por
aprender. Lo que más he aprendido es la importancia de estar presente para la
gente de la parroquia en las buenas y en las malas”, comenta.
Finalmente,
el P. Nicolas Ajpacaja Tzoc, que sirve en la Parroquia St. Simon Apostle,
compartió dos momentos especiales de su primer año como sacerdote.
El
primero fue la posibilidad de acompañar a una “familia que necesitaba ayuda
porque acababan de perder a uno de sus hijos en un accidente la noche anterior.
Pasé horas con la familia. Pude traducir para ellos y servirlos en estos
momentos difíciles. Rezamos juntos y en medio de la crisis, algo les dio
esperanza y consuelo. Fue una experiencia bendita”.
El
Segundo momento que recuerda fue cuando una madre le dio a su bebé para que lo
cargara. Cuando lo recibió, el pequeño lloraba, “lo tuve unos cinco minutos, y
luego de un rato ya sonreía y estaba tranquilo. Esa fue una experiencia
intensa”.
El
primer año sacerdotal, concluyó, “ha sido una experiencia de alegría,
bendiciones. He visto cómo la gente vive su fe y he visto sus rostros ante los
desafíos de la vida. Me
robustece su fe y ver que es la fuente de su vida. Encontrar eso me da mucho
más vida”.
Fuente:
ACI Prensa