El protagonista del rezo
del Ángelus este domingo fue el "perdón", que no se puede dar si uno
cierra su corazón al amor a los demás y si uno es incapaz de sentirse
perdonado, según explicó el Papa Francisco
El
Papa afirmó que el Evangelio del día “nos ofrece una enseñanza sobre el perdón,
que no niega el mal inmediatamente pero reconoce que el ser humano, creado a
imagen de Dios, es siempre más grande que el mal que comete”.
Francisco
recordó las palabras de Jesús con las que afirma que se debe perdonar hasta
setenta veces siete. “A Pedro le parece ya lo máximo perdonar siete veces a una
misma persona, y quizás a nosotros nos parece ya demasiado hacerlo dos veces,
pero Jesús le responde ‘setenta veces siete’”.
La
parábola que pone de ejemplo Jesús del rey misericordioso y del siervo
despiadado muestra hasta donde se debe perdonar. “El rey es un hombre generoso
que, lleno de compasión, perdona una deuda enorme a un siervo que lo suplica.
Pero este mismo siervo, apenas encuentra otro siervo como él que le debe cien
denarios, se comporta de modo despiadado, haciendo que le metan en prisión”.
El
Pontífice explicó que “el comportamiento incoherente de este siervo es también
el nuestro cuando rechazamos el perdón a nuestros hermanos”. “Mientras, el rey
de la parábola es la imagen de Dios que nos ama con un amor tan rico en
misericordia que nos acoge, nos ama y nos perdona continuamente”.
“Desde
nuestro bautismo Dios nos ha perdonado, condonándonos una deuda insoluble: el
pecado original. Después, con una misericordia sin límites, Él nos perdona
todas las culpas apenas mostremos aunque sea solo un pequeño signo de
arrepentimiento”.
El
Santo Padre invitó por otro lado a que cuando “estamos tentados a cerrar
nuestro corazón a quien nos ha ofendido y nos pide perdón” nos “acordemos de
las palabras del Padre celeste al siervo despiadado: ‘Yo te he perdonado toda
la deuda porque me lo has rogado. ¿No deberías también tú tener piedad de tu compañero,
así como yo he tenido piedad de ti?’”.
El
Papa observó que “quien ha experimentado la alegría, la paz y la libertad
interior que viene de ser perdonado, puede abrirse a su vez a la posibilidad de
perdonar”.
Recordó
también como en el Padrenuestro se pide: “perdona nuestras ofensas como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
“El
perdón de Dios es el signo de su desbordante amor por cada uno de nosotros; es
el amor que nos deja libres para que nos alejemos, como el hijo pródigo, pero
que espera cada día nuestro regreso; es el amor del pastor por la oveja
perdida; es la ternura que acoge a cada pecador que llama a su puerta”.
“El
Padre celeste está lleno de amor y quiere ofrecérnoslo, pero no lo puede hacer
si cerramos nuestro corazón al amor por los otros”, concluyó.
Por Álvaro de Juana
Fuente: ACI Prensa