Desde la Asamblea Nacional Constituyente Maduro
decretó más hambre y más inflación
La
agudización de la crisis humanitaria en Venezuela se ha revelado en Colombia
como parte importante de las preocupaciones papales. Es la dimensión humana del
drama político y social que vive el país, el cual se manifiesta en el hambre,
la carencia de insumos médicos, en medio del espectáculo deplorable de la indiferencia por parte de los factores de
poder.
Fue uno de los temas
centrales en la conversación, breve pero de sustancia, que sostuvieron los
cardenales y obispos venezolanos con el Papa Francisco en Bogotá. Igualmente,
el compromiso de los pastores con el pueblo en la defensa de sus
derechos fue tema para que el Santo Padre reiterara su acompañamiento y acuerdo
con la actitud asumida hasta el momento por la Iglesia venezolana.
El espaldarazo a los obispos
de este país se traduce en un gesto del Papa Francisco especialmente
significativo en un contexto en que el gobierno ha puesto todo su aparato
generador de matrices de opinión en función de enfrentar al “papa bueno” con
los “obispos malos” venezolanos. La realidad es que el episcopado venezolano
posee una robusta capacidad de respuesta y habla en su patio conociendo a fondo
el drama que vive el pueblo venezolano.
El Papa y la Santa Sede se
mueven a otro nivel, en perfecta armonía y comunión, respetando
escrupulosamente el pontífice el protagonismo que la Conferencia Episcopal
Venezolana ha venido desarrollando de manera impecable. Trabajan a dos canales
que jamás se bloquean. Como decimos en criollo, entre bomberos no se pisan la
manguera.
El episodio en Colombia
reforzó esos lazos y el acompañamiento firme del Vaticano, tanto del Papa como el
Secretario de Estado Cardenal Parolin. La crisis humanitaria en Venezuela y la
defensa de los derechos humanos y ciudadanos vulnerados por el régimen de
Maduro han sido una constante en los planteos sobre la mesa, tanto desde Roma
como en las exhortaciones pastorales y documentos diversos de la CEV, y no son
negociables.
El gobierno niega abrir un
canal y la situación social de Venezuela es cada vez más explosiva. Una
peligrosa acumulación de ira y resentimiento que puede ser telúrica es primera
preocupación de la Iglesia venezolana. Cuando ello implosione puede llevarse
por delante, también, a quienes la están alimentando empeñados en mantener,
insensibles, sus erradas políticas.
Ayer, durante la larga
cadena de radio y televisión, Maduro anunció más aumentos y la gente amaneció
con caras largas en el metro mañanero. El gobierno ha logrado que nos
convirtamos en el único país cuya gente se angustia cuando el Presidente
anuncia aumentos de sueldo.
Tenemos más que claro que le
siguen despidos en las empresas, más escasez y alimentos más
caros. Las contradicciones son de antología. Habló del dólar como “moneda opresora” pero no
renuncia a ellos por la venta del petróleo y quiere que los “inversionistas
gringos” se mantengan en el país pero las amenazas con aumentar la persecución
política no cesan y se mantiene la Asamblea Nacional como instancia
discrecional que garantiza la inseguridad jurídica. Habló de más persecución política a las figuras
disidentes pero se presenta como animador de “la paz”.
Por primera vez en
Venezuela, país mestizo, se escucha hablar de “supremacía blanca” a la que
culpan de la fantasiosa “guerra económica” que sufre Venezuela un escandaloso
recurso de Maduro para atacar a Trump de cuyo triunfo hicieron casi fiesta
nacional. Es el escándalo de una conducción errática que condena al pueblo al
hambre y sostiene al poder. Los obispos tienen razón cuando califican esto de
“moralmente inaceptable”.
Macky
Arenas
Fuente:
Aleteia