Fue un militar arrogante y sin fe, el horror de Nagasaki lo acercó a
Dios y a servir a los discapacitados
El 7 de
septiembre de 2017 se cumpliran 100 años del nacimiento de Leonard
Cheshire, el hombre que puso en marcha la mayor red de ayuda a la discapacidad en
Inglaterra (después del servicio público).
Había sido un amigo de los retos y las apuestas y un militar audaz y admirado en la Segunda Guerra Mundial, alejado de Dios. Pero los horrores de la bomba de Nagasaki le hicieron replantearse su visión de las cosas, y también el pasar mucho tiempo cuidando de un amigo enfermo. Se convirtió a la fe católica y se volcó en ayudar a los discapacitados. Lo explica con detalle José María Ballester Esquivias en un artículo para el semanario Alfa y Omega.
El héroe a quien Cristo dirigió hacia las personas con discapacidad
por José María Ballester Esquivias
«Leonard Cheshire fue uno de los hombres más destacados de su generación, probablemente el más destacado», escribía en The Independent el mariscal del Aire Sir Christopher Foxley-Norris al día siguiente de la muerte de uno de los pilotos más condecorados de la Royal Air Force (RAF) durante la II Guerra Mundial. Era el 31 de julio de 1992. Pocas horas antes había fallecido Cheshire, víctima de una esclerosis lateral amiotrófica.
por José María Ballester Esquivias
«Leonard Cheshire fue uno de los hombres más destacados de su generación, probablemente el más destacado», escribía en The Independent el mariscal del Aire Sir Christopher Foxley-Norris al día siguiente de la muerte de uno de los pilotos más condecorados de la Royal Air Force (RAF) durante la II Guerra Mundial. Era el 31 de julio de 1992. Pocas horas antes había fallecido Cheshire, víctima de una esclerosis lateral amiotrófica.
La frase de
Foxley-Norris no era el elogio sentido ante la muerte de un compañero de
batallas; era más bien la plasmación de una opinión generalmente admitida entre
muchos británicos que vivieron la guerra y la posguerra.
Leonard Cheshire brilló en todo lo que hizo: en la universidad, en la RAF y, sobre todo, en los 44 años que dedicó a crear y desarrollar la más extensa red de atención a las personas con discapacidad que hoy existe en Gran Bretaña.
Leonard Cheshire brilló en todo lo que hizo: en la universidad, en la RAF y, sobre todo, en los 44 años que dedicó a crear y desarrollar la más extensa red de atención a las personas con discapacidad que hoy existe en Gran Bretaña.
102
misiones con éxito
En contra de lo que sucede a menudo en este tipo de trayectorias, Cheshire no procedía de una familia humilde ni tuvo que ponerse a trabajar desde niño para ayudar en su casa. Antes al contrario: vino al mundo el 7 de septiembre de 1917 en un hogar acomodado y de alto nivel intelectual. Su padre, Geoffrey Cheshire, era un importante jurista que contribuyó de forma notable a la renovación del derecho mercantil británico.
El joven y
curioso Leonard aprovechó al máximo esta existencia despreocupada para
satisfacer una inagotable curiosidad intelectual y vital. Por
ejemplo, durante una estancia veraniega en Alemania, no resistió a la tentación
de asistir a un mitin de Hitler. Ya en Oxford –donde se licenció en Derecho con
unas calificaciones extraordinarias–apostó una cerveza con un amigo a que
llegaba andando a París (salvo el cruce del canal de la Mancha) con
unos cuantos peniques en el bolsillo. Ganó la apuesta.
La siguiente
apuesta no la eligió y fue mucho menos lúdica. Pero la superó con creces. Según
se acercaba la Guerra Mundial, la RAF aceleró la formación de pilotos fuera de
su ámbito. Uno de los eran las universidades. Cheshire se alistó en el
escuadrón de Oxford y para cuando estallaron las hostilidades, ya estaba
cualificado como piloto.
La batalla por el cielo en la Segunda Guerra Mundial
La batalla por el cielo en la Segunda Guerra Mundial
La prueba de fuego vino en el otoño de 1940. Por esas fechas, el Reino Unido padecía de forma inmisericorde los bombardeos de la Luftwaffe desde la primavera anterior. Era la batalla de Inglaterra. La RAF, en inferioridad numérica, supo sacar partido de los errores enemigos e impedir la invasión de las islas.
Pero había que
responder. Y a finales de noviembre, Cheshire recibió la orden de bombardear
unas instalaciones cerca de Hamburgo. Cumplió, pero no evitó el fuego alemán.
La pericia que demostró para volver a su base con un avión casi hecho
añicos le hizo merecedor de la Orden del Servicio Distinguido. Al
final del conflicto le sería otorgada tres veces. Otra vez fue la Cruz del
Servicio de Vuelo.
La culminación
de condecoraciones llegó en julio de 1944 con la Cruz de Victoria, la
máxima distinción militar británica, con precedencia sobre cualquier otra.
El decreto de concesión resaltaba «la valentía y determinación de un
jefe excepcional». Sus 102 misiones de vuelo y su liderazgo al frente
del mítico Escuadrón 617 –uno de los que arrasaba las rampas de lanzamiento de
los misiles V1 y V2– le avalaban con creces.
«La
llamada de la verdadera Iglesia»
Sin embargo, Cheshire fue víctima de su éxito: en plena guerra se encaprichó de una actriz 21 años mayor que él con la que contrajo un matrimonio de duración efímera.
Más: en 1945, durante un encuentro en un club londinense, dijo que «es absurdo creer que Dios existe: el hombre ha inventado a Dios para explicar la voz de la conciencia». Pronto iba a empezar a retractarse.
La primera retractación
llegó con motivo del lanzamiento de la bomba atómica sobre Nagasaki,
adonde la RAF le había enviado como observador. La violencia que presenció
le generó grandes dudas sobre el futuro de la civilización. Pocos meses
después, el coronel más joven de la RAF decidió abandonar el servicio activo.
Oficialmente por razones médicas. En verdad era por mucho más.
Cheshire tenía
prestigio suficiente para emprender una carrera en el sector privado o para
obtener un escaño en la Cámara de los Comunes: así hizo, sin ir más lejos, otro
titular de la Cruz de Victoria, William Sidney, que con el tiempo se
convertiría en ministro y gobernador general de Australia. El impacto
de Nagasaki impulsó a Cheshire a dedicarse al servicio a los demás.
Unas casas para antiguos combatientes
Unas casas para antiguos combatientes
Quedaba darle forma a ese compromiso. La oportunidad se presentó con la creación de las Casas VIP (acrónimo de Vade in Pace), unas residencias con las que Cheshire pretendía ayudar a antiguos combatientes a empezar una nueva vida. Le ayudó en la tarea la viuda de otro piloto. Junto con ella empezaron a estudiar todas las confesiones cristianas, mormones y testigos de Jehová incluidos. Ninguna respondía a sus inquietudes. Lo dejaron.
Un día de 1948,
Arthur Dyke, uno de los primeros residentes de las VIP que estaba gravemente
enfermo, volvió a acudir a Cheshire para que le prestase un trozo de tierra
donde poder aparcar su caravana y poder morir en paz.
Cheshire le
pidió que volviera a la residencia y le cuidó hasta su fallecimiento. Tras
enterrarle abrió un libro titulado Una Iglesia, una fe, en
el que un clérigo anglicano contaba su conversión al catolicismo. «No podía
resistir la llamada de la verdadera Iglesia, la llamada a guardar la
Verdad y enseñarla», escribía el converso. La Nochebuena de
ese año, Cheshire abrazó la fe católica.
Era la segunda
y definitiva retractación de lo que dijo en aquel club londinense. Para ser
fiel a lo que Cristo esperaba de él, dedicó los siguientes 44 años de
su vida a hacer la vida más llevadera a los minusválidos. Ahora se
entiende por qué Foxley-Norris le calificó de «hombre más destacado de su
generación».
Residencias, asistencia a domicilio y asesoramiento a empresas
Residencias, asistencia a domicilio y asesoramiento a empresas
La conversión de Leonard Cheshire, barón Cheshire desde 1991, fue el punto de partida de la mayor estructura asistencial británica para minusválidos, con la excepción del servicio público de salud. A día de hoy son más de cien las residencias Leonard Cheshire en territorio británico. Una de ellas tiene su en Park House, sita en la finca de Sandringham, propiedad personal de la Reina Isabel II, que distinguió en 1982 al fundador con la Orden del Mérito, reservada solo a 24 personalidades, y al que mencionó en su discurso navideño de 1992.
Además de las residencias, la Fundación Leonard Cheshire ofrece, entre otros servicios, asistencia a domicilio y asesoramiento a empresas que quieran acoger a personas con discapacidad.
Fuera de Gran Bretaña, tienen más de 300 residencias en una cincuentena de países. A mediados de los 50, Cheshire creó las Peregrinaciones Rafael, para facilitar el viaje a Lourdes de estas personas. Todo es fruto de su trabajo y de la colaboración de su segunda esposa, Sue Ryder, también conversa al catolicismo, con la que se casó en 1959 en la catedral de Bombay.
En Gran Bretaña, por decirlo con la costumbre local de poner las iniciales de las condecoraciones tras el apellido, es conocido como Lord Cheshire, VC, OM, DSO and Two Bars, DFC. Pero ante todo fue un católico que cumplió a rajatabla lo que le indicó Cristo.
Por: José María Ballester Esquivias
Fuente: Religión en Libertad // Alfa y
Omega