Las reasignaciones
parroquiales pueden resultar estresantes para los curas, y para la gente de los
bancos de la iglesia también
¿Cuál
es la razón de las frecuentes reasignaciones sacerdotales? Parece que recibimos
nuevos sacerdotes en nuestra parroquia cada tres años… Y, ¿cuál es la mejor
manera de dar la bienvenida a nuestro nuevo sacerdote? Me gustaría hacer algo
agradable para que se sienta bienvenido. ¿Algunas ideas?
Ambas
son grandes preguntas. Les pregunté a unos cuantos amigos sacerdotes qué les
puede hacer sentir bienvenidos y sus respuestas fueron tan variadas como sus
personalidades. La mayoría sugirió invitar al cura a cenar, pero tenga en
cuenta que algunos sacerdotes pueden ser más introvertidos o estar muy ocupados
asentándose en su nueva tarea.
Así
pues, alimentar al padre parecía entonces ser el consejo más sugerido y
acogido, porque ¿quién no aprecia una buena comida? Mi comentario favorito
llegó de un sacerdote local, que bromeó: “Si me alimentas, recordaré tu
nombre”.
También
hubo algunas sugerencias de que una buena tarjeta de bienvenida al
sacerdote era un esfuerzo genuino y sencillo a menudo apreciado por ellos.
Incluso podrías dejar en el sobre una tarjeta regalo de 10 dólares
para café. No tiene por qué ser un esfuerzo extravagante para seguir siendo
sincero. Otras ideas incluían ramos espirituales y ofrecer una ayuda o
voluntariado en la parroquia.
Ahora
permítanme agregar cómo hacer que un sacerdote NO se sienta bienvenido. No
le digas: “así es como siempre se ha hecho” o “no es así como el sacerdote
anterior solía hacer las cosas”. No te quejes a otros feligreses ni expreses
públicamente tus objeciones si el nuevo sacerdote hace algo que no te gusta o
con lo que no estás de acuerdo; básicamente no seas chismoso/a.
Hay
que dar pacientemente a cada nuevo sacerdote la oportunidad de encontrar su
lugar en este entorno nuevo para él. La paciencia es probablemente el
mejor regalo que se puede dar a cualquier nuevo sacerdote.
En
cuanto a su otra pregunta, puede haber varias razones para reasignar a un
sacerdote a una nueva parroquia y la frecuencia en que se hace varía según las
diócesis. En mi propia diócesis, las reasignaciones de rectores ocurren cada
seis años y en otras diócesis puede ser sin ningún plazo determinado. Cuando no
hay plazos, un pastor puede solicitar permanecer o ser trasladado con la
aprobación final del obispo.
Para
el vicario parroquial, o pastor asistente, por lo general no hay plazos y se
pueden mover con más frecuencia, generalmente cada 1-3 años. Me han dicho que
la razón de esta frecuencia es que puedan adquirir experiencia en la
preparación para su papel más permanente como párroco.
Los
cambios de destino de los sacerdotes suelen responder a razones prácticas. Les
ayudan a ampliar su experiencia y perspectivas, y además pueden evitar
cultos a la personalidad alrededor de los sacerdotes.
Sé
que las reasignaciones pueden ser estresantes para todos los implicados, el
sacerdote y la comunidad, y el ajuste al cambio puede ser más difícil para
algunos que para otros. El cambio de algunos sacerdotes de transición puede
suponer poco esfuerzo, mientras que algunos feligreses pueden llegar a sentirse
muy ansiosos cuando reciben la noticia de que un sacerdote al que se han unido
mucho se va a marchar.
Podríamos
dar muchos argumentos sobre la necesidad de un cambio tan frecuente. Pero al
final, es importante recordar que la relación principal es siempre entre
el Pueblo de Dios y Jesucristo.
Katrina Fernández
Fuente:
Aleteia