A los sacerdotes, religiosos y
seglares que entregaron sus vidas por Dios el pueblo comenzó a llamarles
mártires porque no tuvieron ninguna implicación política ni hicieron la guerra
contra nadie
La
II República española, proclamada el 14 de abril de 1931, llegó impregnada de
fuerte anticlericalismo. Apenas un mes más tarde se produjeron incendios de
templos en Madrid, Valencia, Málaga y otras ciudades, sin que el Gobierno
hiciera nada para impedirlos y sin buscar a los responsables para juzgarles
según la ley. Los daño fueron inmensos, pero el Gobierno no los reparó ni
material ni moralmente, por lo que fue acusado de connivencia.
La
Iglesia había acatado a la República no sólo con respeto sino también con
espíritu de colaboración por el bien de España. Estas fueron las instrucciones
que el Papa Pío XI y los obispos dieron a los católicos. Pero las leyes
sectarias crecieron día por día. En este contexto fue suprimida 1a Compañía de
Jesús y expulsados los jesuitas.
Durante
la revolución comunista de Asturias (octubre de 1934) derramaron su sangre
muchos sacerdotes y religiosos, entre ellos le diez Mártires de Turón (9
Hermanos de las Escuelas Cristianas y un Pasionista, canonizados el 21 de
noviembre de 1999).
A
los sacerdotes, religiosos y seglares que entregaron sus vidas por Dios el
pueblo comenzó a llamarles mártires porque no tuvieron ninguna implicación
política ni hicieron la guerra contra nadie. Por ello, no se les puede
considerar caídos en acciones bélicas, ni víctimas de la represión ideológica,
que se dio en las dos zonas, sino mártires de la fe.
Los
mártires que beatificó el Santo Padre Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001,
demuestran la unidad y diversidad eclesial y esta celebración resulta
pastoralmente significativa, porque ve unidos en un único rito a muchos
mártires de una misma arquidiócesis y tiene las siguientes características:
-
la representatividad eclesial del grupo de mártires, pues hay sacerdotes,
religiosos y seglares, que son expresión de los numerosos carismas y familias
de vida consagrada;
-
la representatividad de la Iglesia en España porque este grupo representa 37
diócesis. Todos ellos se encontraban en Valencia desarrollando sus respectivos
ministerios y actividades apostólicas y algunos de ellos han sido unidos en el
proceso por competencia, en base a la normativa canónica vigente;
-
el elevado número de sacerdotes seculares y de seglares, pues es la primera vez
que son beatificados 40 miembros de los presbíteros diocesanos de Valencia (37)
y Zaragoza (3), así como 22 mujeres y 20 hombres y jóvenes, miembros de la
entonces floreciente Acción Católica Española y de otras asociaciones de
apostolado seglar, de todas las edades, profesiones y estado social;
-
el actual contexto pastoral favorable, que ha despertado interés en las
diócesis españolas hacia esta página gloriosa de la reciente historia. Ésta
había quedado un tanto olvidada, pero testimonia la fe y la fidelidad de la
Iglesia en España y, más en concreto, en Valencia que tuvo sus orígenes a
principios del siglo IV en el martirio diácono Vicente. El desarrollo de los
procesos, las correspondientes catequesis y la fama martirio han llevado a las
comunidades, cristianas a un mayor interés y devoción hacia los mártires.
El
clima espiritual favorable creado por el Gran Jubileo del 2000 ha permitido
que, concluido el largo proceso canónico, pudiera celebrarse esta beatificación
el 11 de marzo de 2001, como primer fruto espiritual del Año Santo apenas
terminado.
Estos
mártires fueron los primeros beatos del Tercer Milenio.
Hoy
los veneramos en los altares como mártires de la fe cristiana, porque la
Iglesia ha reconocido oficialmente que entregaron sus vidas por Dios durante la
persecución religiosa de 1936. No les debemos llamar caídos en guerra, porque
no fueron a la guerra ni la hicieron contra nadie, pues eran personas
pacíficas, que desarrollaban normalmente sus actividades en sus pueblos y
parroquias; tampoco les podemos llamar víctimas de la represión política,
porque los motivos fundamentales de sus muertes no fueron de carácter político
o ideológico sino religioso: porque eran sacerdotes o religiosos, porque eran
seglares católicos practicantes, muy comprometidos con la Iglesia en la defensa
y promoción de la fe cristiana.
Fuente:
ACI