Historias
de convivencia entre los que creen en Cristo y los musulmanes. Viaje a
Cisjordania, en donde los salesianos acompañan y sostienen a la población
reforzando los vínculos entre las dos comunidades
Esta
historia, que sigue las huellas de la buena semilla de la proximidad en una
zona del mundo marcada por tensiones y conflictos, comienza en la segunda mitad
del siglo XIX, cuando Antonio Belloni, sacerdote italiano, partió en misión
hacia la Tierra Santa, en donde fundó una pequeña congregación comprometida en
la educación de los jóvenes y abrió algunas estructuras en tres localidades.
En
Belén inauguró un gran orfanato, en el que los niños comenzaron a vivir y a
estudiar, y un horno para garantizar alimento.
Pasaron los años y, deseando
garantizar la continuidad a la pequeña congregación, el sacerdote comenzó a
cultivar el deseo de unirse a los salesianos. Manifestó su propósito a su amigo
don Bosco, y este lo permitió. En 1891 los primeros salesianos llegaron a la
Tierra Santa y se pusieron a trabajar al lado de Belloni.
Muchas obras y un solo
objetivo
Actualmente
los salesianos en Palestina (de unas diez diferentes nacionalidades) siguen
trabajando en las estructuras heredadas del sacerdote italiano y han creado
otras nuevas. El orfanato de Belén, que ya no tiene estudiantes internos, es
una escuela profesional: 150 chicos de 15 a 18 años asisten a cursos de tres
años, mientras que 160 de entre 18 y 30 siguen cursos más veloces, de un solo
año. Se abrió un gran oratorio y después se fueron añadiendo un museo del
pesebre y un centro artístico para la producción de artesanía en madreperla,
madera de olivo y cerámica creadas según la tradición local. Mientras tanto,
sin interrupciones desde finales del siglo XIX; el horno sigue dando un
excelente pan. Muchas actividades para un único objetivo: educar a los jóvenes
preparándolos para afrontar la vida, reforzar los vínculos sociales, apoyar a
la población ocupándose de los más necesitados.
Las buenas relaciones
«Aquí
en Belén, en donde los cristianos constituyen el 33% de la población (son
alrededor de 12.000 personas), nuestras obras son frecuentadas por jóvenes
cristianos y musulmanes (principalmente) y los que trabajan en ellas son de
ambas religiones. La convivencia siempre ha sido buena y han nacido relaciones
de sincera amistad», dice el padre Piergiorgio Gianazza, de 72 años (65 de los
cuales los ha pasado en el Medio Oriente) y vice-provincial de la inspectoría
salesiana en el Medio Oriente(que engloba a seis naciones); vive en Belén y
enseña Teología dogmática en la sección de Jerusalén de la Facultad Teológica
de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.
El sistema educativo
Los
padres musulmanes inscriben a sus hijos en la escuela salesiana con entusiasmo,
pues la consideran un polo educativo de excelencia. «Se han dado cuenta de que
no hacemos distinciones según la fe y muestran un aprecio sincero por el
sistema educativo de don Bosco, cuyos pilares son la razón, la religión y la
amabilidad; es decir diálogo y confrontación, reconocimiento de la dimensión
religiosa como dimensión constitutiva del ser humano, estilo acogedor y
premuroso en las relaciones», explicó el padre Piergiorgio. «Nuestros
estudiantes musulmanes son, en cierto sentido, nuestros primeros misioneros
entre la gente, porque, seguros de su feliz experiencia en la escuela, son
capaces de desmentir a todos los que siguen considerando a los cristianos
infieles y colonizadores».
El agente musulmán
Entre
el personal está Khader Abdel Qader Dàadara (musulmán de 43 años, casado, padre
de cinco hijos y responsable de la limpieza de la escuela), que cuenta: «Me
gusta ofrecer mis servicios aquí: trabajo junto a un cristiano con el que me
llevo muy bien, nos ayudamos recíprocamente. Desgraciadamente el costo de la
vida en Belén es elevado y para mí, como para muchos de mis compatriotas, el
salario nunca es suficiente para sostener los gastos familiares. Entre los 50
empleados de las obras salesianas las relaciones son buenas, no están
condicionadas ni por los papeles ni por la fe profesada. El respeto recíproco y
el honesto desempeño en el propio trabajo son valores que compartimos».
El buen pan
Entre
las obras heredadas de don Belloni está el horno, en el que, bajo la
supervisión de los salesianos, trabajan seis personas. Durante mucho tiempo
esta “panadería” ofrecía sus productos a los chicos del orfanato y después a
los estudiantes de la escuela. Se convirtió en un punto de referencia para toda
la población a partir de la segunda Intifada, cuando en 2002 Belén vivió días
muy duros, según recordó el padre Piergiorgio: «Nuestro horno logró a
garantizar pan para todos, incluso gratis; recuerdo que se trabajaba sin
interrupción, día y noche. Desde entonces, gran parte de la ciudadanía viene a
comprar aquí y 120 familias necesitadas de la ciudad (de las que nos
ocupamos)reciben nuestros productos a un precio simbólico cada mes. Estoy
contento de que en Belén, cuyo significado en hebreo es “casa del pan”, haya un
horno que nutra a la población y que ayude a las personas más vulnerables,
contribuyendo a reforzar los vínculos entre los cristianos y los
musulmanes».
La situación en la
ciudad
Según
Khader, esta ciudad, en la que durante siglos han vivido cristianos y musulmanes,
«se distingue por la tolerancia, el respeto, la fraternidad entre los fieles de
ambas religiones. Buscamos la recíproca comprensión y relaciones de buena
convivencia. Las conversaciones y las discusiones que hay entre nosotros nunca
se convierten en diatribas. Cuando nosotros los musulmanes escuchamos las
campanas de las iglesias, es como si escucháramos el llamado a nuestra
oración». Y añadió: «mis relaciones personales con los cristianos son
amistosas. Nos respetamos, compartimos momentos de alegría y de dolor, siempre
tratamos de llevarnos bien y de vivir en paz».
Los peregrinos
cristianos y la decisión de Arafat
La
convivencia entre los fieles de ambas religiones es pacífica en la ciudad,
observó el padre Piergiorgio: «Nunca se han verificado enfrentamientos entre
las dos comunidades ni actos de fanatismo. Arafat estableció que en ocho
ciudades palestinas (entre las que está Belén) siempre se eligiera un alcalde
cristiano; esta decisión sin duda ha favorecido relaciones normales entre las
dos comunidades. También el constante flujo de peregrinos cristianos, que
contribuyen a la economía local, y todas las obras educativas, sociales,
sanitarias que han creado los cristianos para beneficiar a la población
contribuyen a mantener un clima relajado. Además se han puesto en marcha
proyectos interesantes para reforzar los vínculos y promover la comprensión
recíproca: algunos intelectuales cristianos y musulmanes, por ejemplo, dieron
vida a un grupo que publica una revista, “Al liqá” (El encuentro), en la que
cada argumento es afrontado profundamente desde ambos puntos de vista: es una
iniciativa que hay que alabar y en la que he contribuido con algunos
textos».
El papel de las
religiones
«Las
personas de diferente religión que viven auténticamente su fe logran vivir
juntas en la concordia y ofrecen testimonio de que las religiones promueven la
fraternidad y la paz», subrayó el padre Piergiorgio. «Desgraciadamente, los
problemas surgen cuando las religiones son instrumentalizadas para objetivos
políticos o económicos, que alteran su esencia», añadió. Y al respecto,
concluyó Khader: «Creo que la convivencia pacífica entre personas de diferentes
religiones demuestra al mundo que el lenguaje del amor, de la tolerancia, del
perdón y de la comprensión hace que se evite el extremismo. Nosotros, aquí, nos
comprometemos para que crezca una generación más instruida, más consciente:
chicos y chicas capaces de caminar tomados de la mano. Claro, existen
diferencias entre los musulmanes y los cristianos, pero poseemos principios
comunes: la moralidad, la ley de Dios».
RISTINA UGUCCIONI
BELÉN
Fuente: Vatican Insider